OPINIÓN

Mbappé volverá a su pulso con Vinicius, seguro

Mbappé, durante el partido ante Osasuna. /EFE
Mbappé, durante el partido ante Osasuna. EFE

De pocas verdades estoy tan seguro en mi vida como que Mbappé volverá a ser Mbappé. El mismo. Ni con un gol de más, ni con un regate de menos. Si existía un jugador en el universo fútbol del que no se podía esperar que sufriera un bloqueo mental y físico del tamaño del que ahora sufre, éste era Kylian Mbappé. Se le veía siempre tan pletórico, tan por encima del bien y del mal, tan seguro de sí mismo y de sus circunstancias, que no era fácil predecir ni imaginar que llegara a un punto de ofuscación como el que ahora maneja.

Resulta que ahora se encuentra fuera de la selección francesa por segunda convocatoria consecutiva; resulta que, en una escapada vacacional a Estocolmo, se le ha relacionado con una situación poco deseada y resulta, sobre todo, que sus cifras goleadoras y 'pasadoras' habituales, no las está llevando a la práctica en el Real Madrid. Kylian refleja perfectamente en su rostro su estado de ánimo. Ha perdido hasta esa sonrisa cautivadora que, en cierta manera, ocultaba su espeso estado de forma. Le delatan los primeros planos. Esos con los que ganaba a los aficionados en caso de errar un pase o un disparo.

Hasta el partido contra Osasuna, al menos se esforzaba por demostrar que había llegado al Real Madrid para ser el líder determinante y que convivir con Vinicius y mantenerle el pulso en lo más alto del podio, no a iba a suponer para él el más mínimo problema. Lo intentaba constantemente. Regates, unos contra uno, remates, desmarques... Le salieran bien o mal las cosas, lo volvía a intentar. Parecía que en su vocabulario no existía el verbo rendirse y que tarde o temprano se saldría con la suya y se volvería a convertir en los que siempre había sido: un pelotero excepcional. Pero ante los navarros, el francés ofreció los primeros síntomas de debilidad que no cuadran con su talante ni con su talento.

Por primera vez le vi bajar los brazos y perder la mirada en el césped. Pocas veces, como ante Osasuna, se había trastabillado tanto en los regates y en los remates. Casi ninguno limpio. La ansiedad le devora en sus movimientos de desmarque hasta el punto de que ya es una costumbre, no una casualidad, caer en los fueras de juego. Del césped se marchó a la carrera como un 'fugitivo', como un alma en pena a quien le costaba saludar hasta a los compañeros que se encontraba en su huida hacia el vestuario.

Todo lo expuesto, sin embargo, no varía mi absoluta confianza en este futbolista. Cuando uno es 'mbappeísta' camina siendo 'mbappeísta' aún después de su actuación más floja desde que viste de blanco. No seré quien renuncie a esta causa. Nunca. Jamais. De pocas cosas se puede dudar menos en esta vida, como que el francés volverá a ser el que fue, si es que en algún momento ha dejado de serlo. Una puntual crisis futbolística en forma de bloque mental y físico no puede tirar por tierra todas las cualidades de un futbolista superior que tarde o temprano demostrará para qué fichó por el Real Madrid. Incluso para ser compatible con Vinicius que lo terminará siendo. Seguro. Y antes que después.