STURM GRAZ - GIRONA

El "orgullo malo" y la lección aprendida del "menos humilde de todos en Eindhoven": "¿Tu orden mental del juego lo cambias alguna vez?"

Míchel se sinceró sobre la noche más negra del Girona en Champions League.

Míchel Sánchez, en el campo del Getafe. /EFE
Míchel Sánchez, en el campo del Getafe. EFE
Marc Mosull

Marc Mosull

Míchel Sánchez es un tipo transparente y que comunica como nadie. No en vano, sus cooling breaks y las charlas con sus jugadores en el vestuario, las que han trascendido más allá de las paredes de la caseta, se han convertido en documentos imprescindibles para cualquier futbolero que se precie. Con poco dice mucho y transmite aun más. Y lo volvió a demostrar tras el festival futbolístico de su Girona el pasado fin de semana ante el Espanyol.

En apenas dos minutos y 50 segundos, los que tardó en responder la última pregunta que le hicieron en la rueda de prensa postpartido del derbi, desveló muchas más cosas de él y de su vestuario, en el plano personal y en el profesional, de las que cabría esperar descubrir en una conferencia completa de cualquier otro entrenador.

Para poner en contexto la contestación, el Girona antes del parón de selecciones sufrió un tramo de siete partidos en 21 días, uno cada tres, con muchas bajas, muchísimas. El asunto de las lesiones se convirtió en plaga; "al final, da hasta respeto jugar, estamos esperando a ver quién va a ser el próximo", llegó a decir David López. Y es que a Míchel apenas le daba para hacer un once con jugadores del primer equipo. El momento crítico en ese lapso de tiempo fue la derrota por 4-0 ante el PSV en un día en el cual el equipo gerundense, que salió a jugar de tú a tú a su rival, fue arrollado y desnaturalizado por los neerlandeses. 

"En el 4-0 de Eindhoven yo me sentí fatal y en el 4-1 de hoy estoy feliz, pero sobre todo por los jugadores, porque creo que se merecían un partido como el de hoy, que después de siete partidos en los que han sufrido y han estado compitiendo al límite, pues es una buena respuesta ganar hoy de la manera que lo hemos hecho con unos 45 minutos increíbles. Así que chapeau para los jugadores, y que sepan que soy muy feliz de poder entrenarlos", de este modo finiquitó Míchel su intervención ante la prensa el pasado sábado. Lo mejor de todo fue el preludio.

La respuesta de Míchel tras el partido ante el Espanyol.

"Mira, vinieron del curso de entrenadores el otro día, y no lo dije en rueda de prensa, pero lo tenía apuntado para decirlo en la previa del partido del Getafe. El orgullo malo es el que saqué yo en Eindhoven. Porque ellos son un equipo con una alta intensidad, que tienen mucho talento y que llevaban dos años sin perder. Y yo expuse el jugador al límite. Y podía haber hecho otra cosa a nivel táctico, porque me lo preguntó un entrenador que se está sacando el título, y que además es de la casa... me preguntó '¿tu orden mental del juego lo cambias alguna vez?'. Y hay veces que debería renunciar a mi orden mental del juego, que luego lo hice en Getafe, por proteger a mis jugadores", se arrancó el vallecano con sinceridad, honestidad y autocrítica, dejando claro que si bien tiene claro cuál es su libreto, no es partidario de llevarlo hasta las últimas consecuencias, no es un talibán. Además, el "lo tenía apuntado para decirlo", deja a las claras la meticulosidad de Míchel, metódico incluso en sus apariciones con la prensa.

"Y en Eindhoven no lo hice. No protegí a mis jugadores. Creo que hay que tener humanidad con los jugadores porque ellos, sabiendo que yo les estaba exponiendo al límite, fueron al límite. Y en la primer media hora en Eindhoven competimos, fuimos a por ellos y tuvimos una ocasión clara con Bojan, pero es que era un equipo con alta intensidad, que va a por ti, va a los duelos... y mi equipo no estaba preparado para ir a eso. Y les dije, 'no os preocupéis. Sé que os he expuesto'. Y después del partido ellos salían jorobados y yo hablaba con ellos y fuimos muy humanos, les dijimos 'tranquilos, que saldremos de esta, que no pasa nada'. Y uno me dijo 'no pasa nada, pero nos han metido cuatro'. Siempre pasa, cuando te meten cuatro siempre pasa", prosiguió el técnico madrileño a quien sus jugadores creen y obedecen a pies juntillas, aunque consideren que pueda estar equivocado, según se desprende de sus palabras.

"Y les dije 'no os preocupéis que esto nos vendrá bien porque llegara el momento en el que nosotros respiraremos y podremos ir hacia adelante' con el orgullo positivo de no creerte inferior a nadie, pero con humildad. Igual, que yo fui el menos humilde de todos en Eindhoven. Y eso se lo dije a los jugadores", también manifestó el entrenador gironí, "el menos humilde de todos en Eindhoven, antes de felicitar a sus pupilos por el festival futbolístico frente al Espanyol.

Ante el Sturm Graz, con los ánimos renovados tras dos triunfos consecutivos y, sobre todo, por haber recuperado a prácticamente todos los lesionados, el Girona tratará de reencontrarse con el triunfo en la Champions para encarrilar una clasificación que sería histórica. Por cierto, tras el speech de Míchel, David Torras, director de comunicación del Girona, despidió la conferencia de prensa con un "y después de esta exhibición, buenas noches".