GIRONA FC

El secreto de las charlas de Míchel: "Crees que va perdido, te hace una albóndiga y va el jugador y se la come"

Relevo se adentra en las charlas del entrenador del Girona, que este año está empeñado en "hacer historia de verdad".

Míchel durante su última visita con el Girona a Vallecas./AGENCIAS
Míchel durante su última visita con el Girona a Vallecas. AGENCIAS
Jordi Cardero
Lu Martin

Jordi Cardero y Lu Martin

"El problema es que no miramos a la historia y pensamos, por la juventud que tenemos, que estamos de paso. Aquí, en el Bernabéu, ya ganó el Girona. Vuestro crecimiento no va a estar en el error, estará en que te duela perder con el Girona". Este fue parte del discurso que Miguel Ángel Sánchez Muñoz "Míchel" (Madrid, 1975) dio a sus jugadores antes de enfrentarse al Real Madrid. El Girona, su Girona, un equipo de autor, llegaba al Bernabéu en puestos de descenso y se marchó con un punto. En el partido de vuelta, los de Míchel barrieron a los blancos, les golearon por 4-2.

Nacido en Vallecas, barrio obrero de la capital de España por definición, casado con Lara, también del barrio, padre de dos hijos –el mayor juega en el filial del Girona y el pequeño en las inferiores del Real Madrid- Michel lleva la franja roja del Rayo en la sangre. Creció en la calle Monte Oiz, en una zona de casas bajas y entre cuatro paredes de las que, todavía a día de hoy, la humildad nunca escapó.

En el campo de la calle del Payaso Fofó es ídolo absoluto. Debutó en 1993, mientras jugaba en el filial, y hasta 1996 cuando fue cedido al Almería, alternó el primer equipo con el "B". Volvió en 1997 y jugó hasta el 2003. Se fue a Murcia, a Málaga y finalmente colgó las botas el año 2006 en Vallecas, claro, jugando con el Rayo, después de veinte años tocándola con la izquierda, quince con la camiseta del barrio.

La negociación para publicar sus charlas

En Vallecas se estrenó como entrenador, logró el primer titulo en la historia del club –una liga en Segunda- se fue a Huesca y en julio del 2021 llegó a Girona. Y ahí se encontró con un club super profesional con alma de familia. En la estructura, un jefe de comunicación con casi 40 años de ejercicio del periodismo, en Mundo Deportivo, un breve paso por TV3 y una espectacular carrera en El Periódico de Catalunya. David Torras, referente absoluto reclutado por Pere Guardiola para llevar las riendas de la comunicación del Girona a imagen y semejanza del City Group.

Un día, Torras, en catalán, porque con Michel habla siempre en catalán -y "¡Míchel català!" le canta Montilivi-, comprendió que si el juego del equipo era evidentemente público y se estaba ganando el elogio generalizado de los aficionados, la crítica y los rivales, aquello que estaba pasando dentro se tenia que visualizar fuera, era digno de ver. De hecho había pasado ya en Manchester con algunas charlas de Guardiola y parecía buena idea que el mundo del fútbol supiera cómo y cuándo lo hacía el vallecano.

El departamento de comunicación del club logró convencer a Míchel de que les dejaran grabar parte de sus charlas. El entrenador, al principio, no lo vio demasiado claro. No le gustó la idea pero el dircom y el técnico pactaron: El equipo de Torras haría su trabajo y Michel valoraría el resultado y daría, o no, el visto bueno a su publicación en las redes sociales del club. Y aceptó. Ahora se han convertido en un regalo para cualquier futbolero. El resultado es tan espectacular que la charla del día del Bernabéu lleva ya miles y miles de visualizaciones. No era para menos.

Que el equipo crea en lo que dices

Y del Bernabéu al Camp Nou. Al Estadi del FC Barcelona viajaron en primavera y su discurso no se desvió. "No os estoy pidiendo nada que no sepamos hacer. Tenemos que tener una mentalidad de la hostia. Igual nos ganan, pero quitémonos de la cabeza la idea de ir sólo a defender", pidió el técnico. El Girona le compitió de tú a tú al Barcelona. Rascó otro empate y se fue lamentando alguna que otra ocasión desperdiciada.

Dice Guardiola que lo más difícil de ser entrenador es que el equipo "crea en lo que les pides, que te sigan", suele confesar Pep. Y sobre esa fe pivotan los éxitos del Girona, en ir a la guerra con el corazón en la mano y las ideas como armas. El Girona ha logrado la permanencia en Primera División por segunda vez en su historia. De hecho, se quedaron a dos goles de cerrar la temporada en puestos europeos.

Míchel prometió subir a Primera con el equipo en zona de descenso

Pero como en la construcción de todo mito, antes hubo una caída. En su primera temporada en Girona las cosas no empezaron bien. Iban por la décima jornada de competición en la categoría de plata y el equipo andaba en puestos de descenso. Entonces llegó una de las primeras charlas reveladoras del técnico. El entrenamiento todavía no había empezado y Míchel se dirigió a sus jugadores. "Que sepáis que este año subiréis porque sois un equipo de puta madre", les dijo. La mayoría se miraron con incredulidad.

Ramon Terrats llegó a su casa, en Barcelona, y se lo comentó a Juan, su padre. "Ese día entendí que Michel era un fenómeno. Y supe que se iban a salvar", reconoce el que durante años ejerció con envidiable dignidad el periodismo. Unos meses después ascendieron en Tenerife. El Girona volvía a ser un equipo de Primera.

El apoyo en sus jerarcas y el rol de Quique Cárcel

Míchel forma parte del grupo de entrenadores que ha ido engrosando el talento de LaLiga y elevando a la clase media. Como Andoni Iraola o Jagoba Arrasate. La temporada pasada, el Girona fue reconociendo poco a poco quiénes eran sus jerarcas. En el vestuario, el técnico valora enormemente el rol que tienen Juanpe, Bernardo, Stu, Juan Carlos o David López, jueguen más o menos minutos. Míchel, desde la pizarra, fue encontrando matices para que su equipo no se convirtiera en un personaje plano. Con los tres centrales, el liderazgo de Oriol Romeu y Aleix Garcia, el rol de Stuani, la alternancia entre Javi Hernández y Miguel Gutiérrez o las premisas que recibió Arnau Martínez en el último tramo de temporada. El vallecano fue dibujando ramas por las que escalar en la clasificación.

Dovbyk, la última apuesta de Quique Cárcel, celebra su primer gol con el Girona. EFE
Dovbyk, la última apuesta de Quique Cárcel, celebra su primer gol con el Girona. EFE

Él suele decir, y como él muchos en el club, que en gran medida, nada sería igual de no ser por Quique Cárcel, el director deportivo del club, que año tras año hace milagros consiguiendo futbolistas y que ha ido buscando entrenadores de un perfil muy concreto –Unzué, Eusebio... – hasta llegar a Míchel a quien no dudo en apoyar en los peores momentos. Pero de la idea, el método y la palabra del vallecano ha construido el Girona una sorprendente realidad futbolística. Tácticamente, el nivel de Míchel le sitúa en la zona alta de la pirámide de LaLiga. Necesitaba una temporada como la que ha vivido para sacudirse las dudas que le florecieron en Huesca y Rayo. Nadie del equipo se jugaba más que él el último año.

«Siempre tiene la frase perfecta»

"Táctica y emocionalmente es top. Siempre sale al rescate del equipo", cuenta un futbolista con pasado en Montilivi. "Míchel se gana a los jugadores por lo que hace y por lo que dice", reconoce Terrats. "No defrauda nunca. Especialmente el día después del partido. Cuando llevas tiempo con él piensas en qué dirá mañana después de una derrota, pero siempre tiene la frase perfecta. Es un crack. No sabes cómo lo hace, pero llega y tiene la idea. Te deja la frase para que el equipo se levante", revelan desde el propio cuerpo técnico de Míchel.

El vallecano es muy pasional durante los encuentros, pero el lunes todo vuelve a comenzar desde cero. Existe un Míchel el día de partido y otro durante la semana. "Cuando las cosas no van bien, se vuelve loco. Ya se ve en el área técnica: tira la botella, se enfada… Es mucho de hacer gestos, de cabrearse. Pero durante la semana no es así. Cuando llega el lunes, a lo mejor el partido ha sido una puta mierda, pero él ya le ha dado una vuelta, lo ha analizado y nos dice que no hemos estado tan mal. Nunca te pega una bronca un lunes", explica uno de los jugadores que vivió el ascenso. El futbolista remarca que, a pesar de que el fin de semana se puede enfadar "mucho, mucho", es un entrenador "fácil de llevar": "habla muchísimo con el jugador, comunica bien, tiene muy claras sus ideas y no se sale de eso", añade.

El lunes, día de papel y bolígrafo

Míchel no se apoya demasiado en el Big Data a la hora de analizar a sus rivales, pero sí que utiliza el dato para encontrarle al vestuario una motivación extra: no haber ganado nunca en una cancha, no haber enlazado tantas victorias consecutivas, las porterías a cero... "Los lunes siempre viene con un papel con números. Te pregunta en qué crees que se ha fallado, o cómo ha estado el equipo. El que ha tirado más veces a puerta, el que ha robado más en campo contrario… este tipo de información. Entonces te da el dato y te dice: para que veáis que es verdad que no tuve buenas sensaciones", cuentan desde dentro.

Alberto García, ex portero del Rayo, que vivió el ascenso con Míchel de entrenador, pidió hablar con él antes de fichar por la franja. "Tenía muy claro lo que buscaba del portero, la importancia que le daba y ese fue el primer paso. Habla con honestidad, y eso fue un punto a favor para decidirme jugar en el Rayo". Allí descubrió a un entrenador apasionado en diseñar tareas para "hacer entender a su equipo lo que quiere. Siempre le da vueltas a sus ideas y a cómo adaptarlas a su entorno. Incluso estando ya en Primera se sentía como un entrenador en formación. Nunca deja de innovar"., reconoce el portero, que ahora analiza los partidos de LaLiga.

"Si tienes un desencuentro, te deja que te expreses cara a cara sin riesgo de que hayan consecuencias negativas"

Alberto García Coincidió con Míchel en el Rayo

Michel le ayudó "a disfrutar del fútbol". "Y fue por el día a día que nos hacía vivir. Tenía muy claro dónde el rival nos querría quitar el balón y las soluciones que tendríamos. No tenía que desgastarme en buscarla, durante la semana nos las anticipaba", comenta. En el trato humano, tres cuartos de lo mismo: "Se acerca a la persona. Te facilita emocionalmente que te entienda. Puedes hablarle de tú a tú.

Alberto y Míchel muestran a Vallecas el trofeo de Segunda División. AGENCIAS
Alberto y Míchel muestran a Vallecas el trofeo de Segunda División. AGENCIAS

"En la gestión humana, si tienes un desencuentro te deja que te expreses cara a cara sin riesgo de que vaya a haber consecuencias negativas". Sostiene Alberto García que su experiencia con Michel en Vallecas le dejó una convencimiento: "Creo que tiene la virtud de haber ido recogiendo lo bueno de la gente que le ha rodeado, partiendo de una personalidad muy marcada". Puede que tenga razón. Los que han trabajado con él en Girona se la darían. Como Ramon Terrats, ahora en el Villarreal.

"Te da los partidos masticados"

Ramon Terrats Jugador del Villarreal con pasado en Girona

"Hay entrenadores que dan rodeos para decir las cosas. Míchel, no. Cuando quiere decir algo es directo y nunca te engaña", cuenta Terrats, que se reconoce muy agradecido por los años que ha pasado bajo su tutela: "Aprendí mucho. Creo sinceramente que es de esos entrenadores que hace mejores a los jugadores porque potencia tus cualidades y corrige tus defectos". Cree el mediocentro que es tan hábil en lo táctico –"lee los partidos, te los da masticados pero durante el juego interpreta y es muy capaz de modificar dinámicas"- como en lo personal.

A él le entendió, no le quería dejar salir, porque le consideraba muy útil, pero cuando el jugador le hizo ver que a su edad necesitaba los minutos que evidentemente tenía Romeu, le comprendió. "Estoy compitiendo con Messi, míster", le dijo el jugador al entrenador. Y le desmontó. Terrats ni niega ni confirma esa charla pero admite que Michel "entiende al futbolista porque lo ha sido" -es el tercer futbolista con mas partidos de la historia del Rayo- y a partir de ahí, "te cuida y te exige".

Ramon Terrats en su regreso a Montilivi con la camiseta del Villarreal. AGENCIAS
Ramon Terrats en su regreso a Montilivi con la camiseta del Villarreal. AGENCIAS

Él estaba presente el año del ascenso, cuándo el equipo estaba a varios puntos de los dos primeros clasificados, y Juan Carlos, una de las piezas capitales del vestuario, comentó en rueda de prensa que el objetivo era entrar a playoffs y subir. La mañana siguiente, en el entrenamiento, Michel le preguntó al portero, delante de todo el grupo, por qué había dicho eso. "El objetivo es el ascenso directo", le respondió rotundamente. "Es muy estratega en eso. Sabe dónde va a ganar, dónde va a sumar puntos. Y luego tiene mucha, mucha, mucha confianza en lo que hace", revela un jugador que estuvo presente en aquella sesión.

Un autodidacta con la jerga de la calle

Míchel ya hacía este tipo de comentarios y de charlas cuando era entrenador del juvenil del Rayo Vallecano. No ha tenido un mentor, es autodidacta. Ha ido recolectando experiencias con varios entrenadores para labrarse un discurso propio. "Es un callejero. Se nota que es de Vallecas, que ha jugado en el barrio. Tiene la jerga de la calle, hay momentos que le sale", cuentan desde su staff. Al técnico le gusta meterse en los rondos previos a los entrenamientos. Es fácil escucharle comentarios del tipo "Tienes una pata palo, ¿sólo tienes una pierna?" o "Joder, qué bueno eres...". Nada azarosos. Puro cálculo. Sabe qué quiere de cada jugador y lo busca desde la provocación. Y encuentra lo que quiere.

Durante la semana, Míchel va consultando con varias personas del club qué percepción tienen de cara al próximo partido. "Crees que va perdido porque va anotando cosas de unos y otros. Luego llega la charla y hace una albóndiga. Y va el jugador y se la come", explican desde el vestuario. Su albóndiga ya es patrimonio de la ciudad, de su ciudad. Vive en el centro, nada de chalets en las afueras, justo enfrente de Casa Manolo, su barra de referencia, donde es facil encontrarle a la hora de la cena o tomando una caña con su mujer.

Míchel disputa un balón con Zidane. AGENCIAS
Míchel disputa un balón con Zidane. AGENCIAS

"Se ha integrado tanto que es adicto a los caracoles", explica entre risas uno de sus mas cercanos colaboradores. A su staff, de vez en cuando les acompaña en las escapadas que, casi como cábala, suelen hacer algún lunes a la barra del Kiosko Universal en el barcelonés mercado de la Boqueria. Y allí esta sentado en el taburete, entre guiris y currantes del mercado.

El ambicioso reto de convertirse en inmortales

A Michel se le ve feliz al comienzo de su tercera temporada en Montilivi. Ha sido un verano movido, muy trabajado en los despachos –se han ido Romeu o Castellanos y han llegado Pablo Torre, Sávio o Dovbyk– con seis amistosos, cuatro victorias y dos empates. Y alguna que otra charla: "Han sido dos años maravillosos, espectaculares, y es algo que no se puede perder. El reto obligatorio, que os lo habéis ganado todos vosotros, es que la gente hable de lo bien que juega el Girona y que tu afición se sienta orgullosa de ti", les dijo a los jugadores en la primera de esta pretemporada.

Saltó un Girona todavía en construcción a Anoeta y terminó rascando un punto importante ante un equipo Champions. No faltó el discurso motivador de Míchel en el hotel, antes de salir hacia el estadio. "Dos años espectaculares, elogios de todo el mundo... Ese es el miedo que uno puede tener: la relajación. Poner el contador a cero es muy difícil, me ha pasado a mí como futbolista. Tienes que querer, que es diferente. Nos queda mucho por hacer en este club. Es el año de dar un paso adelante. Es el año de ser inmortales para mucha gente", cerró el entrenador. Palabra de Míchel, que sigue pidiendo páginas en blanco para continuar escribiendo la historia de su Girona.