El 'whatsapp' de Oriol Romeu a Xavi que cambió el curso de su carrera
Compartieron vestuario durante un tiempo y ahora podrían reencontrarse.
La primera vez que Oriol Romeu (31 años) sufrió al FC Barcelona fue en su primer entrenamiento con el primer equipo. A los minutos de empezar, se vio en una posesión. En el otro equipo, Messi, Xavi, Iniesta o Busquets. Justo en ese momento, envuelto en un halo de pequeña frustración, descubrió lo difícil que sería vestir aquella camiseta.
Cuando terminó el entrenamiento de aquel Barça de Guardiola -Romeu debutaría unos días más tarde, en un partido de Supercopa-, la plantilla se fue al gimnasio a hacer unos últimos estiramientos. Romeu, que estaba en modo esponja, se sentó al lado de Xavi. El de Ulldecona le dijo que había alucinado con la velocidad a la que viajaba el balón. "Pues hoy no ha sido un buen día, hemos cometido muchos errores", respondió Xavi.
Oriol Romeu terminó migrando a Londres. Allí vistió los colores del Chelsea y conoció a uno de sus mejores amigos, Juan Mata. Llegó a ganar una Champions con los blues. Pasó por la Bundesliga y el Valencia antes de recalar en el Southampton. Del sur de Inglaterra se marchó el año pasado con la etiqueta de leyenda colgada. Tras un año completísimo en Girona, el Barcelona vuelve a volar sobre su cabeza.
En Southampton formó una dupla extraordinaria con Ward-Prowse. Oriol era pulmón y lectura; su compañero, el pie imaginativo. Tanto notó el equipo su ausencia que este año que descendió a la Championship. En una de sus últimas temporadas con la camiseta de los Saints, Romeu sintió que llevaba algunas semanas jugando con un puntito de relajación que le llevaba a perder balones en zonas peligrosas. Junto a su coach Damià Estelrich trataron de encontrar una solución. ¿Qué futbolista siempre estaba bien orientado y revisaba todo su entorno antes de recibir el balón? Romeu no tardó en responder: Xavi.
La pregunta de examen a Xavi
Comenzaron a mirar vídeos hasta que Romeu decidió mandarle un mensaje. "Estaba mirando mis partidos y me ha surgido una duda que me gustaría preguntarte", comenzaba su mensaje, tal y como cuenta en su libro Una temporada inolvidable. "En líneas generales, me estoy sintiendo muy bien, pero hay ciertas fases del partido en las que me relajo y cometo errores evitables. He buscado un jugador referencia que fuera casi perfecto en la activación y la concentración durante el partido y me viniste a la cabeza. Nunca te vi dando pases por darlos ni con un exceso de relajación. ¿Cómo lo hacías? ¿Tenías algún tipo de mensaje o ritual para jugar a un nivel tan alto durante tanto tiempo...?", le preguntó el mediocentro.
Xavi, que entonces estaba entrenando al Al Sadd qatarí, respondió al cabo de unas horas. "Siempre he sido un tipo muy responsable. Odio fallar. No puedo. Si fallo, me fustigo. Soy así, así me han hecho en casa. Es una sensación de responsabilidad, incluso ganando dos o tres a cero. Soy muy perfeccionista [...]. Cada balón que recibía con el Barça o con la Selección para mí era como si fuera el último y dependiera de mí, como si toda la responsabilidad fuera mía", empezó mensajeando Xavi.
"Odio fallar. No puedo. Si fallo, me fustigo. Es una sensación de responsabilidad"
El actual entrenador del Barcelona siguió reflexionando sobre la responsabilidad, clave siempre en su juego. "Al final es normal que el cuerpo se relaje. Y más con un marcador favorable. Yo también perdía balones, Uri. Está claro, y por más concentrado que estés, acabas perdiendo balones porque no tienes la información necesaria. O para mirar antes de recibir o por mirar a los lados. O porque te han presionado bien. O porque te han metido una embarcada. Es normal", continuó el entrenador.
"Es más la sensación de responsabilidad, de decir: hostia, haré un partido perfecto, hoy no perderé ningún balón. Y esto lo hacía en un rondo, en un juego de posesión, ya me ponía retos individuales. Por eso entrenamos, ¿no? Es un sentimiento de responsabilidad que tenía, nada más", cerró Xavi, que le instó a preguntarle cualquier duda que tuviera.
Japón por el Girona de Míchel
A pesar de que en la cabeza de Oriol siempre rondó el deseo de probar la aventura asiática -especialmente en Japón- antes de retirarse, desde que recibió la oferta del Girona tuvo claro que quería volver a Catalunya. Se convirtió en una pieza estructural en el equipo de Míchel. También en el vestuario, donde siempre le han guiado los valores de la filosofía estoica, sobre la que le encanta leer.
En Montilivi se acostumbraron a deleitarse con ese mediocentro que parece moverse a medio gas, pero que tiene la virtud de estar presente en todas las zonas del campo y de apenas fallar un pase. Tomó nota del whatsapp de Xavi. Su hipotético fichaje por el Barcelona desgarraría los planes de Míchel y Quique Cárcel. A Romeu, en el pico de su carrera, le espera el reto más ilusionante de su carrera: volver a casa.