GIRONA

Míchel: "Mi idea es potenciar al futbolista y no minimizar el riesgo"

Relevo charla con el técnico madrileño sobre su forma de ver el juego, su forma de entrenar y su paso por el Girona.

Michel durante la entrevista en Caldes /Álex Corral
Michel durante la entrevista en Caldes Álex Corral
Albert Blaya
Álex Corral

Albert Blaya y Álex Corral

"¡A por el central! Si recibes, encara directamente contra el central, atácale hacia dentro." Las órdenes de Michel (Madrid, 1975), resuenan en el campo de entrenamiento del Girona, en el resort de lujo PGA, en Caldes. Rodrigo Riquelme asiente y regresa corriendo a su posición. El entrenamiento es intenso, lleno de ritmo y con un Michel plantado en el centro del campo, ordenando y buscando la excelencia en cada secuencia.

Cuando habla de fútbol, rápidamente se aprecia su voluntad por dominar todos los registros y trata de comprender el juego hasta el último detalle. Cuando no tenía equipo estuvo estudiando la forma de defender del Cholo Simeone con su 4-4-2 y desde que está en el Girona su obsesión por Guardiola se estrechó, juntando dos mentes que piensan parecido. A sus 48 años, Michel lleva solo seis como entrenador y es consciente del largo camino que le queda por delante.

El técnico del Girona llega a la entrevista sonriente, no sin antes haberse parado con un niño que estaba haciendo unos toques para animarle. "Amb la cama esquerra, molt bé". El catalán de Michel suena casi autóctono, como si el técnico se hubiese fundido con el club. "No quiero que sea el Girona de Michel, sino el que queremos todos en Girona. Para eso me han fichado". No hay ego en un entrenador que busca crecer al ritmo de un club que sigue dando pasos hacia adelante. En su mirada se aprecia un entusiasmo por el juego que explota cuando inicia la entrevista.

Jagoba Arrasate nos preguntó qué usaría el siguiente invitado como tiempo muerto en el fútbol cuando las cosas no van bien.

La clave es tener muy claro tu orden mental como equipo. Yo pienso en Pep Guardiola, que lo distribuye en posesión, ataque, presión tras pérdida y contraataque, porque él quiere robar en esa presión, rara vez es repliegue. El jugador tiene que tenerlo muy interiorizado y desde ese orden lo que puede fallar son pequeños detalles. Yo no lo cambiaría nunca, aunque fuésemos perdiendo, ante la lesión de un jugador o aunque el rival te cambie el sistema.

¿Esos imprevistos los trabaja?

Un entrenador los tiene que tener visualizados de antemano. Yo preparo el partido ante el Atlético de Madrid partiendo de su 5-3-2, pero también del 4-4-2 que es puro Simeone. Que el carrilero sea Carrasco, o que en la derecha sea Llorente. En su doble punta no es lo mismo que juegue Morata a que lo haga Correa, y todo eso son imprevistos que uno debe trabajar, tenerlos controlados. Y para ello es importante contar con jugadores clave en el terreno de juego, no sé si hablar de la continuación del entrenador en el campo o de liderazgo, pero sí esos futbolistas con los que hablar para transmitir el mensaje.

¿En qué jugadores se apoya?

Con un gesto le digo a Oriol Romeu que la presión del rival cambia, que no es la que esperábamos, entonces le traslado un mensaje que él va mandando al resto de jugadores para que plasmemos todo lo que hemos trabajado semanalmente, en nuestro día a día. Al no haber casi tiempo tienes que aprovechar cualquier parón para juntar a esos cuatro o cinco jugadores clave y trasladarles el mensaje, ellos son los que van a modificar el comportamiento que tu quieres en el juego. Pero el orden mental siempre es el mismo, eso no cambia.

Oriol Romeu le ha dado otra compostura al equipo. En muchos partidos, la altura y rol de Aleix Garcia varían, pero Romeu siempre se mantiene en el mismo sitio. ¿Le permite delegar mucho el tenerlo en el campo?

Él lleva en su ADN el liderazgo, yo no tengo que hacer nada. Lo que sí hago es estructurar el equipo alrededor de figuras como la suya, porque la altura de Aleix puede variar dependiendo del partido, pero la de Oriol no. La posibilidad de jugar con tres o cuatro dentro, metiendo a un extremo o a un lateral me la marca cada encuentro, pero Oriol me estructura al resto, y lo que intento es potenciar sus virtudes y relacionarlas, ajustar mucho las distancias para que pueda relacionarse con sus compañeros.

Es su tercer ascenso a Primera. En los dos anteriores, le cesaron a mitad de temporada. ¿Siente que es otro entrenador respecto a su última experiencia?

Sí, totalmente. Mi idea como entrenador siempre ha sido la misma, que es ser protagonista, pero a veces en Primera esto te cuesta más y lo que he ido haciendo es adaptar situaciones para que el futbolista no se encuentre en una situación incómoda. Si hablamos de dominar y el jugador se encuentra en una situación de bloque bajo, que no se sienta incómodo al no tener herramientas, porque eso no le permite sacar su mejor versión, sino que tratamos que nuestra estructura nos permita ser sólidos ahí.

Sobreponerse a los imprevistos.

Exactamente. Nosotros buscamos siempre el ser protagonistas, pero entendiendo que a veces tenemos que sacar la otra versión, la de un equipo agresivo defensivamente, que controle los duelos y que temporice en bloque bajo, algo que no nos gusta, pero a veces se da. En primera se nota esa dificultad.

Tras dos ascensos y dos ceses, ¿Qué ha cambiado en Girona?

Hay una evolución mía como entrenador desde ser dominante con el Rayo en Segunda a intentarlo en Primera, no lograrlo, y ser cesado. He ido dando pasos hacia adelante y esto es más sencillo en Girona, por el respaldo que he tenido siempre desde el club y la dirección deportiva con Quique Cárcel, que ha valorado mucho mis pasos, sabiendo que soy un entrenador joven, que solo lleva seis años en el fútbol profesional, y que mi ímpetu e ilusión es ser siempre protagonista con la pelota, pero a veces eso no se da. Y cometo errores, pero se penalizan más o menos dependiendo de a quién tienes al lado, y en Girona se me han penalizado muy poco por el apoyo que tengo.

¿Cómo aprende a modular su mensaje, a tener más registros y que siga llegando al jugador de la misma forma?

Es que el mensaje no cambia porque partimos siempre del mismo orden mental del juego, de ser agresivos y buscar la portería rival. Pero luego puedes ir al Bernabéu y empiezas haciéndolo, pero en el segundo tiempo ellos dan un paso hacia adelante y te quitan la pelota, meten a muchos jugadores por delante y te obliga a defender con los extremos muy atrás, por lo que ya no puedes presionar, no tienes el balón controlado. ¿Qué haces en esa situación? A mí antes me faltaban recursos y situaciones tácticas, pero ahora ya lo trabajamos de antemano.

¿Ha ido añadiendo recursos en su forma de entender el juego para reducir las situaciones de incomodidad?

Sí, ahora si el Atlético o el Real Madrid nos tienen defendiendo en bloque bajo sé cómo vamos a conectar con el punta y a partir de ese pase directo darle la importancia que merecen a los tres siguientes, que son los que nos darán oxigeno para salir y desde ahí ser el Girona, ser capaces de hundir al Atlético o al Real Madrid, de hacer un contraataque y que ellos tengan que defender hacia atrás. Creo que en esto sí que he mejorado mucho, pero el mensaje sigue siendo el mismo porque partimos siempre del mismo orden mental. Puede que en los primeros metros no podamos dar dos pases cortos porque nos presionan al hombre, pero nuestro balón largo tiene una intencionalidad para que la segunda jugada sea nuestra y pensar cómo vamos a atacar a partir de ahí. Lo hacemos contra todos los equipos porque siempre partimos del mismo punto, aunque luego el partido nos obligue a variar.

En el Huesca tuvo a Javi Galán, que era uno de los mejores regateadores de LaLiga, ahora a Miguel Gutiérrez y Arnau, al que lo mete por dentro. Jugadores que hacen muchas cosas. ¿Las grandes ventajas nacen desde los laterales?

Es volver a los orígenes. Arnau en categorías inferiores era mediocentro, Miguel jugó de mediapunta y Galán era extremo hasta que le reconvierten en Huesca al lateral. Nuestra intención es progresar desde atrás, buscamos a jugadores que tengan claridad en los primeros pases, que sean futbolistas importantes. Es utilizar todos los recursos que tienes desde los primeros pases, porque el fútbol ha ido evolucionando a poco tiempo y poco espacio, por lo cual tienes que ir ganándote esos metros desde un posicionamiento muy claro y aprovechando las virtudes y mentalidad ofensiva de cada jugador.

Cada vez vemos a Arnau en funciones más relacionadas con el orden. ¿Qué busca con eso?

Si tu metes a los 11 mejores delanteros, ¿van a jugar bien? No, pero van a poder asociarse en un control y pase constante que te dará una continuidad. En estos laterales buscamos esto, esa progresión y el poder meter a Arnau dentro nos da esa claridad. A principio de temporada jugábamos con tres centrales y los laterales de extremos, metíamos una doble mediapunta por dentro y dos mediocentros. Arnau en zona de finalización es un jugador inteligente, con llegada. ¿Qué utiliza ahora Arnau? Con Tsygankov por delante suyo, que es un jugador que tiende a ir dentro, lo uso más atrás para tener una progresión limpia en el lado a lado y que Aleix Garcia quede más liberado y pueda romper a los espacios. Pero si es Victor el que está muy abierto también puede hacerlo Arnau.

Potenciar el talento individual en el beneficio del colectivo entendiendo a cada jugador de forma separada pero dentro del sistema. ¿El gran reto?

Mi idea es potenciar las virtudes del futbolistas y no minimizar el riesgo. Quiero que el jugador sea cada vez más protagonista dentro de sus capacidades y no coartarle en nada sabiendo que en determinados momentos podemos sufrir por eso. Arnau lleva dos goles y cuatro asistencias, Miguel un gol y tres asistencias. Ellos se sienten protagonistas sabiendo que hay una fase defensiva que tienen todos los jugadores para recuperar la pelota lo más rápido posible.

El Girona es un equipo muy joven pero cuenta con jugadores de la talla de Stuani. ¿Cómo adapta el mensaje para cada futbolista?

A cada jugador le tienes que mandar un mensaje distinto. El poder de la palabra es clave en la gestión de grupos y creo que es una de mis mejores virtudes, porque desde que entré en el Rayo Vallecano en una situación límite, con el equipo pudiendo descender a 2ªB, ya tenía claro que el jugador era lo más importante. No puedes engañar nunca al futbolista, hay que ser muy directo pero sobre todo tener una capacidad de empatía espectacular. La tengo con Stuani, que es el jugador más importante de la historia del club, y la tengo con Joel, que tiene 17 años. La tengo porque sé que también tiene problemas, que si viene a un entrenamiento y le grito se lo puede tomar de una forma totalmente distinta a la de Stuani.

Adaptar el mensaje debe ser complicado.

He tenido la suerte de estar en el Rayo como director de metodología y estar en contacto con muchas edades distintas, desde benjamines hasta el filial, y no es lo mismo hablarle a un niño de ocho años que a un chaval de 20, que necesita un nivel de exigencia y un mensaje totalmente distinto al del niño. Existe un mensaje grupal, que no cambia y no les engaña, pero luego hay un mensaje individual que es el más importante para el jugador. Tienes que saber contextualizar.

¿Ve al Girona de Michel o todavía no cree que sea un equipo de autor? ¿Le obsesiona?

No, porque no es el Girona de Michel, sino el Girona que queremos aquí y me han fichado para formar parte de esto. Sí creo en lo que hacemos, y todos en el club queremos al mismo Girona. Cuando estábamos en descenso en Segunda todos mandaban el mismo mensaje: Pere, Ferran, Quique, todos remaban en la misma dirección y me decían que confiaban en mi, que querían a un entrenador ofensivo, que busque la mejora individual del jugador joven, porque el club va a apostar por muchos jóvenes que van a ser parte del crecimiento del Girona. Somos una plantilla muy joven, en muchos onces tenemos a cinco o seis Sub-23. Ese es el Girona que todos queremos y del que me siento orgulloso formar parte.

Ha habido paciencia en un mundo que no la tolera. ¿Se siente un afortunado?

Totalmente. Un entrenador se siente fuerte, se siente respaldado cuando te lo demuestran en los momentos difíciles. Ahora te pueden decir muchas cosas, pero hace un año estábamos en una situación complicada y allí se seguía notando ese respaldo. Y es esa situación complicada la que te hace estar donde estás ahora. El pasado curso desde el City Group se nos mandaba informes generados por el Big Data semanalmente en los que según las métricas, que son muy potentes, teníamos que estar en la parte alta de la clasificación y, sin embargo, estábamos en descenso. Ellos me decían que no cambiara nada porque esto se iba a solucionar.

¿Y cambió algo?

Al final el Big Data te ayuda, pero no hace que la pelota entre o no. En todas las métricas veías que éramos de los equipos que más generaban y de los que menos nos generaban. Cambiamos pequeños detalles, pasamos a jugar en línea de tres en defensa y pasamos a dominar nuestra área con la entrada de Santi Bueno al once y empezamos a ganar. Éramos menos fuertes en la transición defensiva porque nos faltaba un jugador por dentro, pero a cambio nos hicimos fuertes en el punto de penalti sin perder poder ofensivo. Es verdad que nos transitaban más, pero nos defendíamos bien. Con línea de tres solucionábamos que siempre que nos corriesen tras pérdida nos hiciesen daño, pero 20 metros más atrás de lo que yo quería. Ese pequeño detalle nos hizo impulsarnos. Como entrenador me siento un privilegiado y estoy en deuda con el club porque siempre me han respaldado en los momentos más difíciles, que es cuando uno lo necesita de verdad.

¿Con qué partido se queda de todos los que ha entrenado en Girona?

El del ascenso en Tenerife. No es lo mismo jugar una final que hacerlo en el campo del Tenerife, con el estadio lleno dos horas antes del partido y querer ser protagonistas. Me acuerdo que cuando empezó el partido me giré y miré a mi staff para decirles que habíamos entrado muy bien. Veías a Stuani, a Aleix, a Baena y estaban metidos. A los 10 minutos se lesiona Iván, que le rompen el peroné, y tiene que entrar Samu y el equipo no pierde la esencia pese a que son dos jugadores muy diferentes. Cuando al inicio del segundo tiempo nos empatan tenemos diez minutos en los que sufrimos el golpe, porque al Tenerife el empate le valía, pero después volvimos a ser nosotros y tienes esa sensación y mentalidad de que los jugadores van solos. No dije mucho, miraba el juego y pensaba que eso es lo que quería y que lo estaban haciendo.

¿Qué pregunta dejaría para el siguiente invitado?

Cuál es el porcentaje que le da al trabajo semanal comparado con el de la toma de decisiones en un partido. Yo parto de la orden mental del juego por la incertidumbre que te genera la competición. Puedes trabajar muchas cosas y que cambien en el partido, que haya lesiones, imprevistos. Ahí tienes que reaccionar. ¿Qué porcentaje le das con respecto a lo que es el entrenamiento diario para un entrenador? ¿Dónde está la medida justa? ¿Qué es más importante, el entrenador en los 90 minutos o el entrenador semanal?