SAN SILVESTRE

El vendedor de patatas que se convirtió en el 'Dios' de la San Silvestre: "Era como Ilia Topuria, lo que decía, lo cumplía"

Ramiro Matamoros, gran dominador de las carreras populares a partir de los setenta, atiende a Relevo en vísperas de la 60ª edición de la San Silvestre Vallecana.

Ramiro Matamoros, a la derecha, con su icónico bigote y el patrocinio de Matutano en la camiseta./
Ramiro Matamoros, a la derecha, con su icónico bigote y el patrocinio de Matutano en la camiseta.
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Le ha cambiado la cara, repleta ahora de arrugas; el cuerpo, más chato y castigado que antaño, pero a Ramiro Matamoros (Navarrevisca, 67 años) no hay quien le mueva ese bigote rubio tan inconfundible. El abulense, vieja gloria del atletismo patrio, mito viviente para quienes siguen el deporte desde los años setenta, deambula varias décadas después de sus logros entre la realidad y la fantasía, como un héroe de fábula.

"En mi época, a todos estos me los hubiera ventilado", asegura mientras señala con la mirada a Fermín Cacho, Martín Fiz, Chema Martínez y otros tantas viejas glorias reunidas en el Ayuntamiento de Madrid para celebrar la llegada de otra San Silvestre Vallecana más, la 60ª de la historia de la capital.

"Yo en el 76, con 18 o 19 años, no corría nada de nada", explica Matamoros, cuyas dotes comenzaron a despuntar en la mili, el servicio militar obligatorio en España hasta diciembre de 2001: "Un amigo me apuntó a una carrera en el Ejército del Aire y quedé segundo. Al poco llegó un telegrama que decía: Ramiro Matamoros queda seleccionado para los Campeonatos de España de atletismo".

A la izquierda, Ramiro Matamoros en su reparto de patatas fritas. A la derecha, mirando a cámara tras una carrera.
A la izquierda, Ramiro Matamoros en su reparto de patatas fritas. A la derecha, mirando a cámara tras una carrera.

En una de esas casualidades que solo parece tener cabida en las películas, el abulense se libró de las obligaciones que afectaban a todos los jóvenes españoles. "Me pusieron a entrenar día y noche. No hacía otra cosa. Me metía buenas palizas con los militares. Y al principio me ganaban todos, claro", recuerda con brillo en los ojos. "Luego fui al Campeonato de España, en San Javier, Murcia, corrí tres pruebas y no gané ninguna, pero cogí medalla en todas".

Poco después, Matamoros dejó de correr. Le aburría. No le encontraba el sentido, así que empezó a trabajar en un restaurante chino y se olvidó de las carreras. "Pero recuerdo que un día leí en el Marca que organizaban una carrera en el INEF [Instituto Nacional de Educación Física] y decidí pasarme por allí", apunta. "Me gustó lo que vi, así que hablé con Cristian Sanjurjo, el chico que me había ganado en la mili, y acordamos que desde ese momento sería mi entrenador".

"Fui a la San Silvestre sin saber muy bien lo que era y terminé ganando"

Ramiro Matamoros Exatleta

Fue entonces cuando, de boca de Sanjurjo, Matamoros escuchó la pregunta que terminaría cambiándole la vida. "Me dijo, mira, hay una carrera en Madrid que está bien y creo que te gustaría, ¿por qué no te apuntas?". Se refería, claro, a la San Silvestre Vallecana, que por entonces contaba con un recorrido de cinco kilómetros y medio, algo más de la mitad de los diez actuales. "Yo fui sin saber qué era aquello. Me inscribí, me puse a todo trapo desde el principio y mira, terminé ganando".

Matamoros no miente. Las crónicas de la época hablan de un desconocido, un corredor popular que terminó imponiéndosea los más prestigiosos atletas de la prueba. Así comenzó la leyenda del rey de las populares. "Poco después empecé a vender patatas fritas con la furgoneta de Matutano, y claro, aquello llamaba mucho la atención. Un día estaba en El Escorial, otro día en Navacerrada, otro día en El Vellón y otro día en el centro de Madrid, pero es que además de trabajar, me daban un sueldo aparte, así que me interesaba", explica. "Ahora, echando la vista atrás, creo que me deberían haber ayudado de otra manera. Yo no necesitaba dinero. Necesitaba tiempo".

El vendedor de patatas que se convirtió en el 'Dios' de la San Silvestre: “Era como Ilia Topuria, lo que decía, lo cumplía”

Sin tenerlo, o al menos no el que se le presupone a un atleta de élite, Matamoros continuó arrasando en las populares de toda España. En 1985, siete años después de su colosal irrupción en Vallecas, Matutano lo obligó a inscribirse en la Maratón de Valencia tras una alianza empresarial con una empresa por entonces emergente, Mercadona. El resultado ya se lo pueden imaginar. "Yo no había corrido nunca una maratón, hacía como mucho 20 kilómetros seguidos, pero me habían dicho que tenía que correrla por cojones", señala Matamoros. "Fui y gané".

Lo mismo sucedió un año después en Madrid, donde, además, batió el récord de la prueba. "Me llevé un coche, un Seat Ibiza", sostiene levantando el dedo índice. "¡Es que tú imagínate! Un vendedor de patatas que gana a los mejores atletas de España en la Maratón de Madrid. Claro, eso tuvo mucha repercusión. El día anterior, además, había dicho en el Marca que iba a ganar la carrera haciendo el récord".

"Estaba más fuerte que Schwarzenegger. Y si no te lo crees, búscalo en Internet"

Ramiro Matamoros Exatleta

"Mi mujer me decía, Ramiro, no digas eso que luego si no ganas quedas fatal", recuerda Matamoros. "Pero es que yo estaba muy seguro. Y cuando estás muy seguro... ¿Tú has oído hablar a Ilia Topuria? Él nunca dice que va a perder, siempre dice que va a ganar. Y después lo hace. Pues yo era así. Yo me lo creía. Decía que iba a ganar. Y lo que decía, lo cumplía".

A sus 67 años, Matamoros, de quien su propia hija publicó un libro en 2019, entrena ahora en el club Clínica Menorca, en San Sebastián de los Reyes. Allí, dice, la pasión por el atletismo se mantiene intacta. "Yo nunca he sido profesional porque las lesiones no me dejaron, pero creo, de corazón, que podría haberme dedicado a esto. Es más, hay mucha gente que dice que podría haber sido el mejor maratoniano de España", sentencia. "Tú eres muy joven, pero ¿sabes quién era Schwarzenegger? Pues yo estaba más fuerte que Schwarzenegger. Y si no te lo crees, búscalo en Internet".

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