Martín Fiz y Abel Antón hablan a corazón abierto de su batalla en el Mundial de Atenas 27 años después: "En el km 35 pensaba 'a ver si se le sube un gemelo'"
Las leyendas del maratón español se citan en Relevo para una tertulia cara a cara. Este jueves, la primera entrega.
Jamás el maratón español estuvo más alto que durante el apogeo de dos hombres. Los reyes del mundo no eran kenianos ni etíopes, sino un soriano llamado Abel Antón (1962) y un vitoriano de nombre Martín Fiz (1963). Las dos leyendas del asfalto patrio, todavía en gran forma física, visitan Relevo para una tertulia, en varios capítulos, con diferentes temas encima de la mesa.
El asunto más mediático de todos es, sin duda, el maratón del Campeonato del Mundo de Atenas en 1997. Martín Fiz llegaba a la gran cita griega tras su oro europeo en Helsinki 1994 y su título mundial en Gotemburgo 1995. Mucho se ha hablado de una carrera en la que el calor y la humedad fueron los protagonistas y en la que Fiz llevó todo el peso de la prueba. Antón esperó su momento y, en los últimos metros, con un portentoso cambio de ritmo se llevó la corona.
"Visto ya desde la lejanía, ganó porque tenía que ganar. Fueron estrategias y ya me he bajado del burro", reconoce elegante Martín Fiz. "Tú hiciste tu estrategia de aguantar hasta el final, que es lo que tenías que hacer. Mi estrategia era llevarte con la cuerda al cuello. No me salió bien la jugada, mi táctica…". Antón irrumpe en la conversación: "Casi te salió, en el km 34 o 35 ya me llevabas con flato".
Fiz confiesa su diálogo interior en los instantes decisivos del Mundial: "Yo en el km 35 ya estaba batido. Ahí lo único que tenía eran malos pensamientos contra ti: 'a ver si le entra un calambre, a ver si tiene ahí una subida de gemelo, a ver si le entra una pájara...' Era la única opción que yo tenía para poder ganarte en Atenas". El vitoriano consiguió la medalla de plata con 2:13.21, a cinco segundos del soriano.
Antón le responde con honestidad: "Sabía quién era el rival a batir, quién era el favorito, quién era el mejor. Yo, si quería ganar, sabía que tenía que seguir al mejor. Y el mejor en ese momento eras tú, el campeón del mundo". La táctica estaba clara. "Fue de las maratones más fáciles para mí porque sólo tenía una referencia a la que seguir, ir detrás de ti", apunta un atleta que se llevó el cetro individual y el cetro por equipos tras aquella exhibición de la dupla de fondistas españoles.
La relación de Fiz y Antón viene desde muy lejos. De orígenes humildes, ambos se han visto en muchas batallas en el campo a través, en el tartán y en el asfalto. Pero no siempre como rivales. Martín Fiz pone encima de la mesa un episodio poco conocido. "Gracias a Abel Antón, a ti, yo cumplí un sueño. El sueño de cualquier chaval jovencito: ir a unos Juegos olímpicos", introduce el vitoriano.
Los recuerdos se van a la antesala de los Juegos de Barcelona 1992 en una competición en Valencia. "El sábado participé en la prueba de 10.000 metros junto a Albentosa, Prieto, Alejandro Gómez, De la Torre… Me tuve que retirar porque no aguanté esa presión", se sincera Fiz antes de abordar el asunto: "Al día siguiente hicimos una táctica de equipo [ambos pertenecían al club Reebok] entre los dos".
Fiz narra la prueba. "José Manuel García lanzó la prueba, tú te quedaste atrás con Anacleto Jiménez, yo me fui hacia delante y, al final, ni Anacleto Jiménez ni Antonio Serrano nos pudieron echar mano. Tú sí que me echaste mano y te dije 'espérate, espérate, que estoy un poco tocado, que estoy un poco jodido'. Y al final me pude clasificar para los Juegos", indica. Antón reafirma la historia: "Es cierto, hablamos que íbamos a hacer esa táctica. Y, nada, entre los dos nos clasificamos para Barcelona, que era nuestra olimpiada".
Una escena que demuestra la nobleza del deporte rey de los Juegos y la altura de miras de dos atletas irrepetibles, rivales en muchas ocasiones, pero que no dudaron a la hora de ayudarse mutuamente para alcanzar su primer gran sueño. "Barcelona 92 para mí han sido los Juegos más bonitos en los que he participado, que he estado en cuatro", enfatiza Antón, un corredor total, con un pedigrí extraordinario: oro europeo en 10.000 y bronce continental en 5.000 (ambas en Helsinki 1994) y doble campeón del mundo en maratón (Atenas 97 y Sevilla 99).
"Para mí han sido bonitos porque eran en mi país, porque cumplí mi sueño deportivo. Fue mi punto de inflexión. Mientras tú te clasificaste para la gran final, a mí me ganaron, como siempre digo yo, hasta los de las Islas Fiji. Ese punto de inflexión me llevó a hacer maratón", completa Martín Fiz. Ahí inició su transformación a la distancia de Filípides. "A ti te salió tan bien que te quedaste muchos años en las pruebas de 5.000 y 10.000 y no te pasaste a la prueba de maratón cuando yo lo hice, también tuve esa gran suerte", sonríe Fiz, un hombre que lleva los 42 km y 195 m tatuados en el alma.