Niurka Montalvo se aferra al atletismo para olvidar las tinieblas de la trama Gürtel: "Aquello manchó mi imagen"
La exatleta española, oro en salto de longitud en el Mundial de Sevilla de 1999, atiende a Relevo desde su casa, en Valencia, para hablar de su trayectoria, de su vida política en el PP y del racismo en España.
Entre recados, llamadas y otros menesteres, Niurka Montalvo se sienta a la mesa más tarde de lo normal. La hispanocubana, campeona del mundo de salto de longitud en 1999, no termina de comer hasta cerca de las cinco menos cuarto de la tarde, cuando atiende la llamada de Relevo antes de completar los tres minutos que separan a pie su casa de la emblemática pista de atletismo del Turia. Allí, sobre un tartán encajonado entre árboles en el antiguo cauce del río, Montalvo, de 56 años, forma a jóvenes atletas desde hace años. Atrás queda su oro en el Mundial de Sevilla, la posterior decepción de Sídney 2000 o el salto a la política valenciana de la mano de Francisco Camps y el Partido Popular (PP). También, por qué no decirlo, unos episodios de racismo que, aún previos a la llegada de las redes sociales, parecen poco comparables en cuanto a peso mediático —no en gravedad— a los vividos en los últimos meses por otra española especialista en volar sobre el foso, Ana Peleteiro.
Se cumplen 25 años de tu título mundial en Sevilla.
Uf, sí… ¡Es mucho tiempo! Y parece que fue ayer.
¿Qué recuerdas de aquel día?
Sin duda la gente. El público. Mucha, mucha gente. Y sobre todo recuerdo muchos carteles y banderas con mi nombre. Sentí un apoyo total, un subidón de adrenalina importante. Mirara donde mirara, estaba todo el mundo volcado conmigo. Estaba eufórica. De hecho, Rafa [Blanquer, su mentor] tuvo que pedirme que me calmara, porque me veía desbocada. Habló conmigo y me relajó. Me dijo, no te dejes llevar por el público. Y tenía razón. Estaba atacando la tabla demasiado acelerada, ansiosa casi.
¿En qué momento supiste que era un buen salto?
En cuanto caí, incluso antes de levantarme. En cuanto aterricé ya sabía que era un muy buen salto. Incluso pensé que había sido mejor de lo que fue [7,06 metros], pero bueno, tenía ciertos problemas con el codo, lo dejaba muy atrás y dejaba huella en el foso. Pero sí, desde el momento de caer en la arena ya sabía que había hecho un buen salto.
Pero una no está tranquila hasta que se confirma el oro.
No, no, exacto. Siempre está el "vamos a ver", hasta el final. De hecho, la que tenía detrás [la italiana Fiona May] ya tenía una marca acreditada de 7,11 metros del año anterior. Ella era muy competitiva, pero cometió el error de querer saltar a asegurar en lugar de ir a por todas. Quiso asegurar y se quedó corta. Yo sabía, en cualquier caso, que hasta el último salto no se iba a decidir el campeonato.
¿Alcanzaste alguna vez el nivel de Sevilla?
Yo creo que el año siguiente estaba incluso mejor preparada que en Sevilla... Bueno, hasta el punto de que me vetaron para los Juegos Olímpicos de Sídney.
¿Por qué?
Porque la medalla de Sevilla tuvo bastante repercusión en Cuba, más de lo que a ellos les hubiera gustado [nacida en La Habana, Montalvo se nacionalizó española a finales de 1996]. Estaban seguros de que yo era una candidata muy real a conseguir medalla olímpica en Sídney, y claro, no era lo mismo un deporte colectivo, que también los había, porque ahí ganaba España, que el hecho de que lo ganara alguien en individual. Pienso que ese fue el motivo por el que me vetaron a mí y a otro [cubano] de vela, que competía, creo, por Estados Unidos.
[La Federación Cubana se amparó en la Norma 46 de la Carta Olímpica, por la cual los atletas de un país no pueden participar con otro en unos Juegos Olímpicos hasta pasados tres años de su nacionalización]
"En Sídney me robaron la posibilidad de ganar una medalla olímpica"
Exatleta¿Cómo te enteraste?
Por un periodista. Recuerdo que me llamó y me dio la noticia. Me dijo, ¿qué te parece que ahora la Federación Cubana te haya vetado? Yo me quedo en shock. No me lo creía. No sabía ni qué responderle, así que lo primero que hice fue llamar a la federación para confirmar aquello.
¿Y cómo te entrenaste en esa incertidumbre?
Fue duro, sí. Al principio entrenaba con normalidad porque tenía la esperanza de que las federaciones se pusieran de acuerdo. Estaba esperando, esperando a que pasara algo, a que alguien reaccionara. Luego vi que era muy difícil que la federación cubana diera su brazo a torcer, porque ya no es cosa de la federación, sino del gobierno de Cuba; son ellos quienes tomaban la decisión. Quería mantener la esperanza, pero llegó un punto en el que veía totalmente absurdo seguir entrenando.
¿Cómo te sienta pensar en ello tanto tiempo después?
Hombre, lo veo con más tranquilidad, pero me sigue doliendo. Estoy muy contenta con mi trayectoria, pero aquello eran unos Juegos Olímpicos y llegaban en mi mejor momento. Me sentía capaz de todo, capaz de pelear de tú a tú con cualquiera por una medalla. Al final, mira, sí que me queda la sensación de que me robaron el momento. No una medalla, sino el momento de intentarlo. Es cierto que viendo los resultados anteriores y posteriores, una medalla era más que factible, pero el no poder pelearla es lo más frustrante de todo.
Al año siguiente ganas el bronce mundial en Edmonton y te retiras en 2006 para dar el salto a la política.
Estuve poco tiempo desocupada, sí [ríe]. Unos meses, solo. Me retiré en septiembre y en abril acepté el cargo de secretaria autonómica del Deporte de la Generalitat Valenciana.
"Decían que todos trincaban y no, trincar no es tan fácil como la gente dice"
Exatleta¿Por qué ese cambio de vida?
Primero porque me lo propuso una persona que yo conocía de antes y en quien confiaba, que era Paco Camps. Quería trabajar para el deporte y, mira, creo que tú no puedes protestar o criticar la gestión que hacen otros si luego te llega una propuesta así, de hacer algo de verdad por el deporte, y la rechazas.
¿Qué aprendiste?
Aprendí mucho. Muchísimo. De la gestión deportiva en general, no solo de lo que pasa en el mundo del atletismo. Al final, cada deporte tiene unas realidades y unas necesidades diferentes, y no es lo mismo la alta competición que la base. Aprendí sobre la gestión de recursos, sobre patrocinios, sobre esa parte económica del deporte... Es un mundo interesante.
Con todo lo que pasó después con el partido, ¿sientes que aquellos años mancharon tu imagen?
Pienso que sí, un poco sí. Al final, asociaron que todo el que estaba ahí dentro estaba trincando y no, trincar no es tan fácil como la gente dice. De hecho, por nuestras manos no pasaba dinero alguno. Yo no tenía la decisión de poder hacer algo así o de adjudicarle una obra a alguien. Detrás de nosotros había todo un aparato administrativo que era el que se encargaba de hacer toda esa selección de empresas por concurso. Nosotros no teníamos la potestad de estar adjudicando no sé cuántos millones como decían. Todo era un proceso administrativo minucioso. ¿Que había corrupción? ¡Pues como en todos lados! Como hay mala praxis en la medicina o dopaje en el deporte. Ahora, decir que toda la administración era corrupta...
Y a ti te salpicó todo.
Y eso que ni siquiera estaba ahí cuando pasó todo. Ni era la secretaria autonómica ni tenía nada que ver con ninguna administración cuando se celebró el evento por el que me señalaron [el Open de Tenis de Valencia]. Y lo más triste de todo es que, quien tenía que hacer su trabajo antes de imputar a nadie, que en este caso era la Fiscalía, no lo hizo. Y era tan fácil como contrastar las fechas de mi nombramiento y las del Open de Tenis, ambas públicas. Fue muy triste tener que pasar por toda aquella parafernalia de fotos, titulares y demás cuando era comprobable que yo no podía haber hecho nada.
"Racismo hay, y hay que combatirlo, pero la forma de hacerlo no puede opacar lo que tú haces deportivamente"
Exatleta¿Qué significa para ti la trama Gürtel?
Significa el no saber dónde está la realidad, fíjate, porque mira, si yo tuve que pasar por ahí, ¿cuánta gente estaría en mi situación o en una situación parecida? Las mentiras, cuando están rodeadas o adornadas con un poquito de verdad, es muy difícil combatirlas. "Es que si esto es verdad, el resto tiene que serlo"... ¡Pues no!
Antes de terminar, Niurka, quiero confesarte algo: cuando busqué tu nombre para preparar esta charla, me llevé una sorpresa, y es que había muchos usuarios de Twitter que utilizaban tu nombre para atizar a Ana Peleteiro en su lucha contra el racismo.
Yo no suelo entrar a Twitter, pero está claro que es un arma de doble filo. Hay racismo, sí, y se está viendo en los campos deportivos, pero hay racismo aquí [en España] como en otros sitios. No hay más, ni menos. Y hay que combatirlo, sí, pero hay que ver las formas de hacerlo. Creo que esa forma no puede opacar nunca lo que tú haces deportivamente. Entonces, pienso que si Ana Peleteiro centra su atención hacia ese tema, que ojo, sí lo hay, y sí lo padece... Pero cuanto más haga que se le asocie a eso y más la gente vea que eso a ella le duele personalmente, más se van a aprovechar de ello, especialmente los envidiosos, racistas y xenófobos. Van a seguir metiéndole el dedo en la llaga para que salte.
Pero ese discurso puede ser peligroso, porque deja a gente como Ana en un brete: si sigo igual, me van a seguir dando palos, y para que me dejen en paz, lo que tengo que hacer es cambiar mi forma de ser.
Yo creo que ella no debería cambiar su forma de ser, porque es conocida por eso, por su calidad deportiva, por sus resultados, por la valentía con la que ha representado a España en todas las competiciones. Y no debería cambiarlo. Lo único que en mis tiempos no existía todo esto de las redes sociales, que sirven de mucho, seguro, pero también dan espacio a que todas esas personas anónimas y cobardes echen su veneno sobre alguien conocido cuando luego no se atreven a decirlo a la cara.
Te leo el primero de los tuits que leí al buscar tu nombre: “Hace 20 años teníamos a Niurka Montalvo ganando medallas y no daba por culo diciendo que era negra. Ahora tenemos a una mulata gallega que en lugar de disfrutar de sus medallas parece estar más preocupada en montar un 'Black Lives Matter' en España”.
Qué tristeza. Qué tristeza más grande, ya solo por la expresión tan despectiva hacia Ana. No me parece nada bien que me utilicen a mí para ese tipo de comparaciones. No me gusta y no me interesan las opiniones de tipos así, lo tengo clarísimo. Es más, no vale la pena ni que replique a alguien que piensa así. Lo ignoro y ese es el mayor castigo. Ahora y siempre. Lo que hay que hacer es combatir, com-ba-tir [remarca cada sílaba]. Y sacar a todo ese tipo de personas de las instalaciones deportivas.