TENIS

La Italia de Sinner desbanca a España como potencia del tenis: "Fognini rompió el muro de hierro"

Las leyendas Adriano Panatta y Flavia Pennetta analizan para Relevo el buen momento que atraviesa el país.

Italia celebra la Copa Davis de 2023./AFP
Italia celebra la Copa Davis de 2023. AFP
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Sucedió en abril de 2019. Fue hace justo cinco años cuando Fabio Fognini se impuso en Montecarlo tras haber eliminado a Rafael Nadal, el defensor del título, en semifinales. No se trataba de un Masters 1000 cualquiera, sino del primero para Italia desde que se creará el circuito ATP en 1990. La magnitud de la gesta se comprende mejor al desempolvar el atlas de la raqueta italiana: el último en tomar el Principado había sido Nicola Pietrangeli, medio siglo atrás.

Pocos meses después de la victoria del talento díscolo en Montecarlo (6-3, 6-4 frente a Lajovic), un jovencísimo Matteo Berrettini disputaba en Londres la Copa de Maestros. Hacía más de cuarenta años que un italiano no entraba entre los ocho primeros de la ATP. De hecho, los últimos habían sido Adriano Panatta (1975) y Corrado Barazzutti (1978), dos de los héroes de la primera Davis que logró la Azzurra, en 1976 en Santiago de Chile, frente a las hordas de Pinochet. "No es porque sea mi marido, pero el triunfo de Fabio en el Master, con su consecuente entrada en el Top 10 -se convirtió entonces en el tercer italiano en la era Open-, hizo que se rompiera el muro de hierro. Hacía mucho que no se alcanzaba ese prodigioso nivel. Antes de él, Andreas Seppi estaba entre los veinte primeros… ¿Sabes? Cuando los jóvenes italianos que hoy gobiernan el tenis vieron eso, seguro que se dejaron engullir por ese torbellino de energía positiva". Las palabras son de Flavia Pennetta, cuyo ápice lo alcanzó en el tramo final de carrera alzando el US Open 2015, tras imponerse a su compatriota Roberta Vinci. Italia estaba de dulce con sus pétalos de rosa.

"Hoy estamos disfrutando del boom, sobre todo masculino. Es la culminación de un recorrido que comenzó a gestarse con tenistas nacidos en los ochenta (Fabio Fognini), los noventa (Berrettini), y que ahora goza la generación del 2000", añade Flavia. De hecho, en la legión Sinner -con Lorenzo Musetti, Flavio Cobolli o Luca Nardi (nuevo verdugo de Djokovic)- el más veterano es Lorenzo Sonego (1995). "Detrás hay un trabajo formidable, también mental. Cada uno tiene el propio team, y destacar que el éxito lleva al éxito. Siempre. Hemos mejorado en todo, también en autoestima… Sin olvidar el apoyo de la Federación italiana". El resultado es que hoy el belpaese tiene nueve tenistas entre los cien primeros ATP, algo que no sucedía desde 1973 (diez, entonces): Sinner, Musetti, Matteo Arnaldi, Sonego, Cobolli, Luciano Darderi, Luca Nardi, Fognini y Berrettini, quien volvió tras su éxito en Marrakech. La traducción es que la pasta come ya en la mesa con Estados Unidos y Francia.

La comparativa no resiste

Lo curioso es que en el almuerzo tenístico ya no hay hueco para una nueva Armada. Lo subraya bien el extenista Paolo Bertolucci en La Gazzetta dello Sport:"El círculo virtuoso y abundante que entonces tenía España ahora lo disfrutan en Italia" Así lo ve su amigo y compañero de mil batallas Adriano Panatta, en exclusiva para Relevo. "Esta nueva ola del tenis italiano no se puede comparar con la nuestra de hace cincuenta años. Sí con la española de las últimas décadas. Sí, cuando ganaban Ensaladeras con Nadal, Roberto Bautista, Carreño, Granollers o Feliciano López". Fue precisamente esa escuadra ibérica, capitaneada por Sergi Bruguera, la última que levantó la Davis. En 2019, un año bisagra donde las puertas comenzaron a girar y los vientos cambiaron de dirección tomando subterfugios diversos: si en España, tras Nadal, llegó Alcaraz para evitar el desierto; el belpaese transalpino comenzó a tejer un uniforme tenístico de terciopelo que hoy calza muy bien en cooperativa. Y es que si el tenis ibérico masculino retrocedió 35 años (solo Alcaraz, Davidovich, Carballés, Munar y Roberto Bautista están en liza), el italiano ha dado un salto al futuro cancelando para siempre las puertas de un desierto por el que caminaron Diego Nargiso, Renzo Furlan, Cristiano Caratti, Paolo Canè o el propio Seppi, secundarios que unieron dos ciudades-templo distantes cincuenta años: Panatta-Janick Sinner. Fue como pasar de Fellini a Sorrentino sin nada que beber entre medias.

Jasmine Paolini y sus hermanas

Puede ser el trabajo, la ética del oficio, la coherencia en la toma de decisiones, la inversión económica o los astros, la suerte cíclica, como también destaca el mítico Panatta (besó París en 1976). Lejos de la realidad, no hay nada que incida más en la bienaventuranza tenística de una nación que la victoria épica, y sobre todo la insistencia, la resistencia y la determinación para volver a conseguirla, a imitarla. Una y otra vez hasta convertirla en automatismo, en recurrencia. En ese rincón exclusivo, Flavia Pennetta no se olvida de la tiranía, la dinastía española de las últimas décadas con Corretja, Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyá, Robredo o David Ferrer como preludio, ya en la historia moderna-contemporánea del gran Nadal, quien hoy busca su sitio con pocos socios compatriotas a su alrededor, más allá de Carlitos.

La temática cambia en el tenis femenino, donde Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Garbiñe Muguruza o incluso Carla Suárez siguen esperando herederas. El cuadro actual es oscuro, aunque brota algún brote verde. De ese túnel intenta escapar también el tenis femenino italiano. ¿Falta un punto de inflexión, a la Fognini, para que termine de explotar? "Salvando las distancias, la explosión lo hemos tenido con Jasmine Paolini (su maestro es Renzo Furlan) y su victoria en Dubai contra Cirstea. Sí, es cierto que no tiene el glamour, la importancia de Montecarlo, Miami o Indian Wells, pero es una gesta, y la ha colocado 13 o 14º en el ranking. La clave es ser constante, es decir, prolongar este triunfo hasta convertirlo en un trabajo en cadena. Sólo así funcionará como caja de resonancia para las demás", argumenta. Las demás son: Martina Trevisan, Elisabetta Cocciaretto, Lucia Bronzetti… Incluso la veterana Camila Giorgi quien, como Berrettini, anhela recuperar el mejor nivel de su carrera, quizás con demasiadas dunas.

El futuro

"El tenis es el segundo deporte en Italia, tras el fútbol. Nos encontramos en un remolino positivo, pero aún hay que mejorar en algo: sigue siendo machista. En mi época hubo una generación de oro, con Sara Errani y Roberta Vinci (lograron Wimbledon en pareja) o Francesca Schiavone, que ganó Roland Garros en 2010. También mi Grand Slam… Son éxitos que en nada se diferencian al de Sinner en Australia, que sin embargo ha tenido mucha más relevancia, repercusión mediática. No es por polemizar, pero es así", analiza Pennetta antes de confesar los últimos ingredientes secretos para que comiencen -o bien se prodiguen en el tiempo- los ciclos triunfales, revestidos con flor y nata. "Sacrificio es la clave. Me fui de casa muy joven, luego estuve años viviendo en Barcelona. Sacrificio y constancia, exacto. Amor desinteresado por este deporte. Fuerza para afrontar el miedo, las lesiones, las recaídas, la incertidumbre. Eso, y el crecimiento de muchos preparadores, técnicos italianos explican, quizás, el éxito que estamos viviendo".

Alcaraz y Sinner, en Indian Wells.

Hoy en Italia hay dos óptimos entrenadores -Simone Vagnozzi (coach de Sinner) y Giorgio Galimberti- que brillan con luz propia. Notables tenistas entonces, en palabras de Flavia, ahora han sabido extrapolar su técnica, su táctica, la visión de juego que disponían otrora para ponerla al servicio de los nuevos talentos que moldean en las academias. Han abandonado el ego, flexibilizado el método para ponerlo a disposición de los jóvenes. "No sé si esto habrá cambiado. En mis tiempos, cada coach tenía su visión, su método, y no había uniformidad, una línea editorial base como existía en España. Quizás ahora sí, ahora hay mucho más diálogo entre el tenista y el entrenador, y ahí puede haber otro punto a destacar, otro aliciente para crecer y mejorar en todo para próximos años", asevera.

En la previa de la semifinal de Indian Wells entre Alcaraz y Sinner, el último capitán de la Davis italiana -Filippo Volandri- concedió una entrevista a La Gazzetta donde no pudo explicarlo mejor. "El movimiento italiano es potente porque sus compartimentos ya no están estancados. Los jugadores hablan entre ellos. Ídem los técnicos, y de esta interrelación se enriquecen todos".

No es casual que su escuadra-monumento Davis de 2023 (Arnaldi, Sinner, Musetti, Sonego) fuera la más digna heredera de la tropa que Nicola Pietrangeli lideró en Chile, conBarazzutti, Panatta, Bertolucci y Tonino Zugarelli a la cabeza. Imponiéndose, enfrentándose a una opinión pública que les incitó a no jugar para no legitimar el régimen de un dictador, ellos desoyeron las críticas, las neutralizaron, las superaron con el silencio de sus ínclitas raquetas y un par de zamarras rojas. Fue el primer match point logrado por un país testarudo, tenaz e irreverente. El primer gran mordisco colectivo de un movimiento que hoy vuelve a estar en estado de gracia. Vuelve una tormenta perfecta… Curioso que esta vez comenzara con el vuelo de una abeja imperfecta y volcánica, que rompía raquetas y protagonizaba victorias épicas ante Nadal o Andy Murray.