TENIS

Todo al naranja: el último órdago de Rafael Nadal oculta una "trampa"

Baja en Indian Wells, al mejor tenista de la historia sobre tierra batida sólo le queda la gira europea y Roland Garros para darse la oportunidad de despedirse por la puerta grande.

Rafael Nadal se lamenta durante un partido en Roland Garros 2020. /Kenzo TRIBOUILLARD / AFP
Rafael Nadal se lamenta durante un partido en Roland Garros 2020. Kenzo TRIBOUILLARD / AFP
Nacho Encabo

Nacho Encabo

Ha callado tantas bocas a lo largo de su carrera, ha salido tantas veces victorioso de situaciones extremas y ha superado tantas lesiones, que cuesta mucho no confiar en Rafael Nadal. Se ha ganado el derecho a que nadie dude de él y eso es precisamente el único asidero al que se pueden agarrar sus aficionados ahora mismo.

Porque la realidad es muy dura con el campeón de 22 Grand Slam: apenas ha jugado tres partidos en los últimos 14 meses, lleva casi dos años sin ganar un título, en junio cumplirá 38 años, está en el puesto 652 del ranking ATP y lo peor de todo es que su físico no le está permitiendo despedirse como él quiere. En la pista. Compitiendo.

Su renuncia a Indian Wells, el primer Masters 1000 de la temporada, después de más de una semana en tierras americanas para preparar a conciencia su regreso, es un duro varapalo para el español. Tras prácticamente un año sin competir, reapareció a principios de enero en Brisbane y al tercer partido sufrió una pequeña rotura muscular en la cadera. No era nada grave, pero lo que iba a ser cosa de días o pocas semanas está cogiendo ya tintes peligrosos.

A mediados de febrero renunció al torneo de Doha, donde tenía previsto regresar, y ahora dice que todavía no está listo para competir al máximo nivel. "He estado trabajando duro y entrenando y sabéis que hice una prueba este fin de semana, pero no me encuentro listo para jugar al más alto nivel en un evento tan importante. Es una decisión difícil, pero no puedo mentirme a mí mismo y mentirles a los miles de aficionados", ha señalado Nadal en su cuenta de Twitter, después de que el domingo disputara la exhibición de Netflix ante Carlos Alcaraz en Las Vegas en la que se le vio muy justo físicamente. "Espero que me sirva de entrenamiento y después intentaré estar en Indian Wells", dijo Nadal durante el show, dejando entrever que no las tenía todas consigo.

Nadal anunció a final de diciembre en una entrevista con El País que antes de Roland Garros anunciará si 2024 va a ser su último año como tenista profesional. "Lo diré antes de Roland Garros, me doy unos meses de prudencia. No puedo definir estas cosas ahora después de doce meses sin competir", dijo entonces. Su idea era volver a la competición, coger ritmo y ver si su cuerpo le respondía. Pero de momento, casi todas las respuestas que está obteniendo son negativas. Lo único que ha quedado claro es que su tenis sigue ahí. Pero eso no es suficiente. Ahora mismo parece una quimera imaginar a Nadal compitiendo en 2025.

Los próximos pasos de Nadal

El exnúmero uno volverá próximamente a Manacor para preparar la gira de tierra, esa que tantos éxitos le ha dado a lo largo de su carrera. Sin embargo, la fecha de su regreso es una incógnita. La temporada europea de arcilla arranca el 7 de abril en Montecarlo y continúa después con Barcelona (15-21 de abril), Madrid (24 de abril al 5 de mayo), Roma (8 al 19 de mayo) y Roland Garros (26 de mayo al 9 de junio).

De momento, el 14 veces campeón de Roland Garros anunció que tiene previsto jugar Barcelona -torneo con el que tiene contrato- y no se ha pronunciado sobre Montecarlo, Madrid o Roma. Ahora mismo no hay nada seguro sobre su futuro. Hasta su presencia en Madrid está entre interrogantes. Su gran objetivo sigue siendo llegar en un buen estado de forma a Roland Garros y para ello necesita ritmo y partidos en las piernas.

Jugar en tierra debería ser un bálsamo para Nadal. No hay superficie que le dé más confianza. De sus 92 títulos, 63 han sido en arcilla y 51 de ellos entre Montecarlo, Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros. Sin embargo, esta vez la tierra esconde una pequeña "trampa" para Nadal. Y es que, por mucho que sea su superficie predilecta y por mucho que su figura intimide a sus rivales cuando sale al albero, el tenis en tierra es el más exigente que existe.

Al fin y al cabo, los puntos duran más y los partidos son más largos. Es cierto que con el paso del tiempo el exnúmero uno ha ido acortando los intercambios, pero eso es mucho más útil en pistas duras o en hierba. En tierra hay que trabajar los puntos y madurarlos. Hay que correr y hay que sudar. Con lo atléticos que son todos los tenistas ahora mismo, cuesta imaginar a Nadal peleando de tú a tú durante tres o cuatro horas con un Alcaraz o un Sinner al otro lado de la red.

Pero volvamos al inicio. Es Nadal. Convendría no dudar de él. Le queda una mano, un órdago. Y es un all in a la tierra. Todo al naranja.