Casper Ruud rompe la maldición y se corona en Madrid como su ídolo Nadal
El noruego tumba a Jack Draper en la Caja Mágica (7-5, 3-6, 6-4) y gana su primer gran torneo tras cinco finales perdidas.

El sol que calentaba estos días la Caja Mágica se llevó consigo los ritmos electrónicos para dar paso a una tarde de domingo gris en la capital de España a ritmo de The Clash, Police y Blur, sentido homenaje para un británico que llegaba a la final de la Manolo Santana, sin Jannik Sinner ni Carlos Alcaraz, como el mejor tenista del planeta. Así definió esta semana Lorenzo Musetti a Jack Draper, su pesadilla en la semifinal del pasado viernes. "Si no lo es ya, está muy cerca de serlo", sentenció el italiano.
Rápido, incansable y con un auténtico cañón por derecha, el londinense se ha erigido en los últimos meses como uno de esos perfectos villanos cinematográficos que minan la moral de todo afable personaje dispuesto a completar el camino del héroe. Una máquina sin fisuras, vaya. Igual que su rostro, tosco e impávido pese a haber asegurado ya el billete al top-5 del ranking mundial.
Enfrente, bajo el primer lleno de la pista central en lo que va de torneo, el noruego Casper Ruud, que si bien rozó el número uno de ese mismo ranking en septiembre de 2022, nunca había levantado los brazos en un gran torneo. Atrás quedan para el escandinavo tres finales perdidas en Grand Slams (Roland Garros 2022 y 2023; y US Open 2022) y otras dos en Masters 1000 (Miami 2022 y Montecarlo 2024).
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— Teledeporte (@teledeporte) May 4, 2025
¡Primer trofeo de Masters 1000 para el noruego tras una gran final en la que ha ganado a Draper por 7-5, 3-6 y 6-4!#TenisRTVE #MMOpen pic.twitter.com/05eK0X4l73
En el primer choque oficial entre ambos, Ruud arrancó fiable, como siempre, seguro al servicio y pasando bolas con altura. Pronto leyó la máquina londinense el patrón y el primer 'break' de la final cayó del lado de Draper a los diez minutos. Aceleró entonces el inglés, que comenzó a recibir las bolas de su rival como oportunidades para cargar el cañón y enviar la pelota a la escuadra, como en sus tiempos de canterano en el Chelsea.
El set parecía destinado a volar hacia Reino unido, pero todo cortocircuitó en el momento clave. Con 4-5 al resto, Ruud convirtió un 'break' que parecía imposible y trasladó las dudas al británico, que empezó a torcer el gesto y a estirar más de la cuenta. Las dolencias minaron la velocidad de respuesta de Draper y el noruego, claro, lo aprovechó bajo el fervor de una Manolo Santana encantada de verle los hilos a la marioneta de Londres.
Tras una acalorada discusión con su esquina y un inicio de segunda manga equilibrado, Draper logró escapar de las arenas movedizas y reconectó con su tenis para asfaltar de nuevo la arcilla de la pista central y desgastar a derechazos a Ruud, que comenzaba a ver la pista cada vez más pequeña. Olvidadas quedaban las molestias del británico, que, ahora sí, miraba a su cuerpo técnico y, sobrio, apretaba el puño con fuerza para cerrar el 6-3 e igualar la final ante los cándidos aplausos del escandinavo.
El tercer y definitivo set, inédito para ambos en este Mutua Madrid Open, elevó los nervios de ambos finalistas y ahí, con 1-1 en el marcador, Draper y Ruud chocaron para estirar el reloj y regalar un juego para el recuerdo. Ventaja de uno, iguales, ventaja del otro, iguales, y así durante más de diez minutos hasta que Draper pudo, al fin, anotarse el 2-1 al servicio.
Podría el golpe haber trastocado el plan de Ruud, pero nada de eso. El noruego respondió con su saque y acto seguido elevó la apuesta con un 'break' que, con 3-2 y servicio, desequilibraba el partido cuando más flaqueaban las fuerzas. Superando con creces las dos horas, el noruego consolidó poco a poco su ventaja y, con el corazón rebotando en el pecho, terminó por romper las esperanzas de Draper para volar, al fin, hacia el primer título de Masters 1000 de su carrera (7-5, 6-3, 6-4).