El alma perdida de la Copa Davis
Málaga.- Algún día, pronto, la Copa Davis será citada en los libros de historia del deporte como ejemplo de una de las decisiones más incomprensibles y dañinas que se hayan visto.
Porque Málaga está organizando esta semana unas buenas Finales, sí, porque la serie de cuartos de final que Italia ganó por 2-1 a Argentina fue muy atractiva, también, pero lo cierto es que esta Copa Davis no es la Copa Davis.
¿Se imaginan lo que hubiese sido un Italia versus Argentina en el Foro Itálico o en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, dos escenarios legendarios del deporte? Con miles y miles de aficionados locales saltando en las tribunas, con la enorme presión de jugar como local y la enorme presión de ser el visitante, con el entusiasmo y la euforia que desatan el tener la Davis "en casa" alcanzando territorios que van mucho más allá del tenis.
"Conozco los dos estadios, he jugado en ambos, sé el ambiente que se vive allí", dijo Lorenzo Musetti este jueves tras caer ante el argentino Francisco Cerúndolo. "Pero este formato tuvo la ventaja de que nos permitió ver a las chicas italianas ganando la Billie Jean King Cup".
Cerúndolo se quedó a mitad de camino. "Es cierto que este es un formato diferente, pero justo hoy había un ambiente muy lindo, lleno de argentinos e italianos. Se vivió un clima de Copa Davis. El formato viejo tiene cosas buenas, se juega de local o de visitante, y eso le da la oportunidad a mucha más gente de ver un partido de alto nivel. Hay cosas buenas del formato nuevo y cosas buenas del viejo".
Cerúndolo es demasiado joven para haber vivido como tenista lo que era aquella Davis, que sí experimentó como aficionado.
A la Davis le quitaron el alma, el gen distintivo, lo que la hacía única, seductora y legendaria: las series como local y visitante.
La aventura de jugar sobre el césped de Nueva Delhi, la cancha ultra rápida de Estocolmo, el piso de parqué de Asunción, la arcilla regada una y otra vez en Buenos Aires para hacerla bien lenta. Y la aventura de ser local, de recibir a los mejores del mundo en casa y abrirle el tenis de primerísimo nivel a gente que jamás hubiera soñado con ver a semejantes jugadores a un metro de distancia. La aventura de jugar una final, que el rival sea el equipo local, y así y todo ganarle.
Esas series en las que lo improbable se tornaba habitual eran bastante más que la sal de la Davis, eran su espina dorsal, eran el alma.
La Federación Internacional de Tenis (ITF) se vio seducida en 2018 por los cantos de sirena del ex futbolista español Gerard Piqué, cabeza del grupo Kosmos, y entregó ese tesoro, su tesoro. Las series de local y visitante repartidas por todo el planeta se esfumaron —solo quedaron unas pocas regionales de nivel menor— y el torneo comenzó a jugarse en unas pocas sedes y siempre en el Hemisferio Norte.
Es cierto que la ITF dio el paso convencida de que debía hacerlo tras años de agotadora y creciente mezquindad de muchos jugadores que le daban la espalda al torneo y le iban así quitando importancia e interés.
Hubo un tiempo en el que los jugadores se quejaban porque la Davis no repartía puntos para el ranking mundial, pero cuando al fin lo hizo, la queja era porque ese reparto de puntos era injusto con aquellos tenistas que no tenían la oportunidad de jugarla.
Se quejaron también los jugadores de la cantidad de semanas que ocupaba la Davis en el calendario, del desgaste psicológico y físico, de lo inhumano que es jugar en una temporada tan larga.
La temporada se acortó, la Davis compactó sus semanas para aportar más tiempo libre a los jugadores, pero las quejas siguieron y los jugadores sumaron más y más exhibiciones. Allí hay mucho dinero; en la Davis, muy poco.
La Davis entregó también un día: en las series de local y visitante que sobreviven ya no hay partidos los viernes, ya no hay batallas al mejor de cinco sets. Si lo importante tiene que ser difícil, entonces es la propia Davis la que se quita importancia a sí misma. De ser única pasó a parecerse demasiado a cualquier otro torneo del circuito.
Ahora, para 2025, la ITF anunció más series como local y visitante, siete en total en el mes de septiembre, pero mantendrá las Finales concentradas en una ciudad para las series a partir de cuartos de final. Un intento por recuperar el alma de la Davis, un tardío reconocimiento del error, enorme error, que fue entregar al egoísmo mercantilizado del circuito aquello que era precioso, porque precioso es aquello que ningún otro tiene.