COPA DAVIS

La Davis de Gerard Piqué: el sueño faraónico acabó en fiasco

Kosmos prometió revolucionar la competición con una inversión de 3.000 millones, pero cuatro años después abandona el proyecto.

Gerard Piqué, a la derecha, celebra junto a otros representantes de Kosmos la decisión de la ITF en agosto de 2018. /EFE/ Emilio Naranjo
Gerard Piqué, a la derecha, celebra junto a otros representantes de Kosmos la decisión de la ITF en agosto de 2018. EFE/ Emilio Naranjo
Nacho Encabo

Nacho Encabo

Los pasillos del hotel Ritz Carlton de Orlando eran una fiesta aquel 16 de agosto de 2018. Una decena de personas en traje, entre ellas Gerard Piqué, saltaban y se abrazaban. Acababan de conseguir algo que unos meses antes parecía una quimera: convencer a la inmovilista Federación Internacional de Tenis para que les vendiera los derechos de la Copa Davis.

Piqué soñaba en grande, se imaginaba un proyecto faraónico. A través de Kosmos, su empresa, quería revolucionar una competición histórica que estaba de capa caída, revitalizarla, volver a convencer a las grandes raquetas para que la jugaran y enganchar al público joven cambiando el formato. Quería convertir la Davis en un Mundial de tenis y creía tener la fórmula perfecta. "Podemos llevar la Copa Davis a nuevas cotas. Vamos a invertir 3.000 millones de euros en los próximos 25 años", había prometido unos meses antes, cuando se hizo público el interés de Kosmos.

"Piqué lo que hace es soñar. Piensa de forma constante en cómo mejorar, está siempre pensando y proponiendo"

Javier Alonso Ex director de Kosmos Tennis

Pero lo que se iba a prolongar un cuarto de siglo duró exactamente cuatro años, cuatro meses y 25 días. Y la inversión que iba a ser de 3.000 millones se quedó en un par de cientos. Se han hecho cambios en el formato y se han aumentado los premios, pero la audiencia no ha respondido y las estrellas han seguido dando la espalda al torneo. En las Finales de 2022 disputadas en Málaga solo dos de los 39 tenistas participantes pertenecían al top ten del ranking ATP y entre ellos no había ni un campeón de Grand Slam.

El difícil encaje en el calendario -las Finales son el último torneo del año y muchos llegan con la lengua fuera- es un hándicap tremendo que nadie ha sido capaz de solventar. Ni la ITF supo en solitario ni tampoco se solucionó con la llegada de Kosmos. Y por si había pocos problemas, al tiempo que se desinflaba el globo de la Davis de Piqué crecía a un ritmo vertiginoso la Laver Cup. Apadrinada por Roger Federer y con una puesta en escena como si de un show americano se tratara, la Laver se está convirtiendo en un producto de un valor incalculable en la industria deportiva.

Gerard Piqué, durante la presentación de la nueva Copa Davis en 2019.  AFP
Gerard Piqué, durante la presentación de la nueva Copa Davis en 2019. AFP

Las «ideas locas» de Gerard Piqué

La Davis, en cambio, es un agujero negro. El acuerdo entre Kosmos y la ITF obligaba a la compañía barcelonesa a pagar unos 40 millones de euros anuales únicamente por los derechos, a lo que hay que sumar los premios y la organización. Eran cifras que las arcas de Kosmos no podían resistir. "El acuerdo era demasiado exigente", decían fuentes de la compañía de Piqué a Relevo para justificar su salida del proyecto. Intentaron rebajar ese canon anual que tenían que abonar a la ITF, pero la renegociación no llegó a buen puerto y la Federación Internacional se quedará de nuevo como la única organizadora.

De lo que no se puede acusar a Piqué es de no haberlo intentado. El ya ex futbolista del Barcelona prometió agitar el árbol y lo hizo. "Tiene unas ideas un poco locas", decía hace un par de años Javier Alonso, que fue la mano derecha de Piqué durante toda la negociación con la ITF como director general de Kosmos Tennis. "Piqué lo que hace es soñar. Piensa de forma constante en cómo mejorar, está siempre pensando y proponiendo".

Y Piqué soñaba con estadios llenos para ver a los mejores tenistas del planeta. Eliminó las series de local y visitante tan arraigadas a la competición e ideó un formato para juntar a 12 equipos en una misma sede compitiendo por la Ensaladera. Quitó los partidos a cinco sets y las eliminatorias a cinco partidos. La primera edición, la de 2019, fue un éxito: se disputó en Madrid y ganó la España de Rafael Nadal. El inicio soñado. Después vino la pandemia, un 2021 de bajón y un 2022 en el que se confirmaron los malos presagios. El proyecto faraónico acabó en fiasco.