Reconstruyendo el oro más buscado del deporte español que peligró por unos bañadores: "Se nos escurrían las manos..."
El waterpolo logró, 28 años después, subir a lo alto del podio aunque la final tuvo una historia desconocida ante Australia.
El deporte español vivió uno de sus momentos mágicos en los Juegos de París en la piscina de La Dèfense cuando la Selección femenina de waterpolo se colgó el ansiado oro. Habían pasado 28 años de aquella inolvidable final de Atlanta cuando los Manel Estiarte, Jesús Rollán, Jordi Sans o Dani Ballart derrotaron a Croacia en la final y cambiaron la plata de Barcelona 92 por el sueño de todo deportista. Y también Miki Oca, el nexo que unió aquella generación con la femenina, quien se quedó con la miel en los labios en Londres 2012 y Tokio 2020 y ahora por fin escalaba al oro. Curiosamente, su último partido como seleccionador tras no aceptar la oferta de renovación hace apenas una semana.
Pero, reconstruyendo aquella final, desde fuera del agua "no fue tan fácil" como se vio desde fuera, aunque diera la sensación de que las 'Guerreras del agua' tenían el partido controlado en todo momento, salvo en los dos primeros parciales donde reinó la igualdad (2-3). Y la culpa fue de unos bañadores, sí, los que llevaban puestos las australianas, una especie de fastskin que portan los nadadores para conseguir más velocidad al ejercer menos resistencia en el agua... y en el waterpolo marcan la diferencia en otro aspecto al ser un deporte de mucho contacto donde el agarre es básico.
"No las podíamos agarrar, se escurría la mano. Siempre nos ha pasado contra ellas en los Juegos porque llevan unos bañadores diferentes y es casi imposible poderlas coger", rememora desde la distancia, precisamente desde el país oceánico, Anni Espar, que no estará en la Copa del Mundo de waterpolo que se celebra en enero con la Selección. "Yo no lo comprobé, pero fue uno de los temas de conversación, lo hablábamos", detalla Laura Ester, retirada recientemente de la Selección.
Desde Australia, se recoge en la prensa que "los bañadores están especialmente diseñados para favorecer su flexibilidad en el agua y evitar ceder a sus rivales la más mínima ventaja en los partidos" e incluso algunas nadadoras decidieron utilizar "dos o tres tallas menos". De esta manera, era más difícil poder sujetar, algo que es básico en muchas situaciones de juego. En el universo submarino del waterpolo, las defensoras de boya, por ejemplo, intentan contener a la boya agarrando la parte de la cintura del bañador o de la espalda. El contacto es básico para evitar que los ataques se impongan, y la mayoría de faltas son castigadas sin exclusión, por lo que no se da una ventaja al rival, pero en aquella final España tuvo dificultades. "Siempre nos pasa con Australia", reitera Anni Espar.
Después de superar a Países Bajos en las semifinales en un final agónico, en la tanda de penaltis después de desperdiciar una ventaja de cinco goles, España vio como Australia dejaba en la cuneta a Estados Unidos, la gran favorita y triple campeona olímpica. "Miki, antes de empezar el partido de Australia contra Estados Unidos, nos dijo que descansásemos un par de horas, pero que esa segunda semifinal la veíamos todas juntas en la habitación de la Villa. Sin prioridades, sin ponernos en ningún bando, pero había que ver la semifinal y ver cuál sería nuestro rival en la final. Al principio, pensábamos que Australia no le iba a poner ningún problema porque Estados Unidos dominaba bastante el partido, pero, poco a poco, Australia fue dando pasitos y al final se acabó llevando la semifinal", explicó en Relevo Bea Ortiz, una de los pilares.
Antes del encuentro, les llegó a las jugadoras un vídeo precisamente de Relevo, con todas sus excompañeras que participaron en otros Juegos y que les animaban para la final. "Yo me he puesto a llorar, no me lo esperaba, la verdad es que no me lo esperaba. Me ha parecido precioso. Me ha emocionado, la verdad es que me ha dado un chute de energía que me ha hecho volver a estar aquí, estar presente y ver que todas han aportado y que todas siguen estando ahí, empujando y animando a este equipo y al waterpolo femenino", explicó Maica García.
Un empujón que les ayudó en una final en la que la portera Martina Terré estuvo inmensa para aguantar a España en los dos primeros parciales, de tensión, pero después se tornaron en seguridad en el agua. Tres goles de Bea Ortiz puso el 3-6, pero Australia no le perdió la cara al encuentro y se colocó 6-7. Espar, Maica y la propia Bea Ortiz allaron una victoria muy celebrada por todos (9-11). "La imagen es el momento en el que nos subimos al podio. Tengo a Maica y a Martina y nos cogemos fuerte de la cintura, con la lágrima casi cayendo, y viendo delante a la familia. Mis compañeras mi segunda familia y viendo a la mía, compartiendo un momento único y tan importante. Me quedo con eso", recordaba Paula Leitón.
El oro pone el broche a una generación encabezada por Miki Oca, que asumió el cargo en 2010, y capitaneada por Pili Peña, que también dejará la Selección, con Laura Ester, Maica García y Anni Espar como supervivientes de la primera medalla olímpica de Londres 2012. Un proyecto que arrancó con el Centro de Tecnificación en el CAR de Sant Cugat, de donde proceden todas las medallistas de oro, y que garantiza unas jugadoras del máximo nivel europeo que se han ido repitiendo en el tiempo, desde Pili Peña, de 38 años, a Elena Ruiz, de 19. Y que se ha subido a todos los podios internacionales desde 2012. Y ahora nunca olvidará ese 10 de agosto de 2024.