MOTOGP

El trauma de Valentino Rossi que le impide dejar de hablar (mal) de Marc Márquez

El italiano ha vuelto a convertirse esta semana en el epicentro del moticiclismo mundial reviviendo el gran trauma de su carrera.

Marc Márquez y Valentino Rossi, en una imagen de archivo en una rueda de prensa. /AFP
Marc Márquez y Valentino Rossi, en una imagen de archivo en una rueda de prensa. AFP
Borja González

Borja González

Para los que cubrimos el Mundial de Motociclismo, el año 2015 y el momento en el que estalló el conflicto entre Valentino Rossi y Marc Márquez es, sin duda, uno de los momentos más tensos que se han vivido en las dos últimas décadas. Dos estrellas y un conflicto que colea hasta este 2024. Uno, el gran ídolo que revolucionó el campeonato en su punto más comercial, el que más seguidores arrastraba y cuyos logos, colores y números aún se ven pasear por los circuitos; otro, el que llegó para removerlo todo y pelear por ser uno de los más grandes de la historia, un reto en el que todavía está inmerso.

Esa temporada fue dejando varios capítulos que fueron emponzoñando el ambiente. Muy lejos quedó aquella famosa carrera de 2013 en Laguna Seca, Estados Unidos, en la que el debutante en MotoGP Marc Márquez emuló sobre Valentino Rossi el adelantamiento que el italiano había hecho a Casey Stoner en 2008 en el famoso Sacacorchos, una maniobra que el súper campeón recibió en el parque cerrado entre risas y agarrando por el cuello a su rival a modo de broma. El joven había batido al veterano con sus mismas armas, y ese relevo emocional éste se lo tomaba con su característico buen humor. Pero 2015 barrió todo ese buen rollo casi desde el principio.

Primero en Argentina, cuando Rossi en modo remontada gracias al mejor funcionamiento de sus neumáticos adelantaba a Márquez, este se ponía a su rueda, sus ruedas se tocaban, y el español se iba al suelo. ¿Había sido demasiado ambicioso Márquez, o más Rossi había tocado levemente el freno trasero? Pregunta sin respuesta, pero coartada para lo que llegó posteriormente. En Assen llegaban los dos hasta el final juntos, el 46 no conseguía entrar en la última chicane, tenía que irse a la escapatoria, y eso le permitía adelantar al 93 para llevarse la carrera. ¿Maniobra inevitable del de Yamaha o pillería para encontrar sitio para ganar? De nuevo sin respuesta, aunque otro incidente que quedaba en el tintero.

Y llegó la carrera de Australia, preciosa, una batalla intensa entre cuatro pilotos, con remontada y victoria de Márquez, que cruzó la meta por delante de Jorge Lorenzo, con Andrea Iannone con la Ducati tercero, y Rossi llegando cuarto. En el antepenúltimo gran premio de un año en el que Márquez no tenía opciones de título, y en el que el duelo por el Mundial se dirimía entre Rossi y Lorenzo. Un resultado que no hacía intuir lo que iba a pasar. Porque el entorno del italiano empezó a calentarle con que el español, con mucho mejor ritmo, había jugado con sus rivales en carrera, algo que interpretaron como una intromisión en la gran batalla con el objetivo de perjudicarle. Obviamente, Márquez adujo que de haber querido hacer eso habría dejado ganar a Lorenzo para darle más puntos.

Con este ambiente (que no hacía presumir lo que iba a pasar) se llegó al Circuito de Sepang (Malasia), penúltima prueba de ese 2015. Y el jueves Rossi sacó toda su artillería dialéctica, tras unos días de calentón. De hecho, se presentó con las hojas de tiempo impresas a una rueda de prensa en la que ya fue muy caústico cuando habló de las intenciones que veía en su rival. Minutos después, y ya en la charla con la prensa escrita en italiano, sacó esos papeles y siguió con un ataque que encendió al joven Márquez. Algo que se plasmó en una vergonzosa carrera. Los dos se encontraron y dieron la impresión de querer saldar sus cuentas allí mismo, con mucho más que perder por parte de Rossi, que se jugaba el título, y que protagonizó el famoso gesto que dio la vuelta al mundo.

¿Patada intencionada para tirar a su rival o, como siempre ha sostenido él, caída fortuita por la cercanía de las dos motos, casi paradas en la pista? Un debate que encendió a medio mundo, otra vez sin una respuesta clara, pero que para el italiano sí que tuvo una consecuencia: Dirección de Carrera sí que vio intencionalidad, y le sancionó con salir el último en la prueba final en Valencia, dos semanas después. Un post carrera en el que llegaron a verse enfrentamientos entre gente de Rossi y gente de Márquez, y dos semanas intensísimas que derivaron en una de las citas deportivas más esperadas. Sirva como dato relevante que Telecinco, que era la cadena que retransmitía en aquel momento el campeonato, llegó a los 5.903.000 espectadores, con una cuota de pantalla del 53.5%. Un evento en el que el organizador decidió suspender la rueda de prensa previa, y convocar a una reunión a todos los pilotos y a los jefes de equipo 'para abordar la situación'.

La carrera echó más gasolina en el fuego. Rossi remontó hasta el cuarto puesto, pero no lo suficiente como para llegar a la cabeza, al duelo por la victoria entre Lorenzo, Márquez y Dani Pedrosa. Un duelo que el italiano interpretó como amañado entre los españoles para no poner en peligro el Mundial de su compatriota, el famoso 'biscotto'. Un gran premio que terminó con una rueda de prensa del italiano en un hospitality de Yamaha totalmente abarrotado, con el respaldo de los pilotos de su academia, todos con camisetas de 'Io sto con Vale' (Yo estoy con Vale). Un nuevo ataque que dejó claro que aquello no iba a parar. Y no ha parado, con una mini tregua en Barcelona en 2016 cuando los dos se dieron la mano tras una carrera que venía marcada por el trágico fallecimiento de Luis Salom en los entrenamientos de Moto2. Un espejismo.

Márquez y Rossi, en una carrera.  EFE
Márquez y Rossi, en una carrera. EFE

Porque cada vez que tiene la oportunidad, Rossi sigue cargando contra Márquez (como en el podcast de su amigo Andrea Migno de esta semana que tanto ruido ha causado), al que considera culpable de no haber llegado a los diez mundiales, una espina que lleva clavada hasta el fondo de su corazón. Repetimos, su entorno más cercano siempre le ha apoyado/calentado con algo que va a seguir coleando por muchos años. Ya sin él en pista y con su rival tratando de llegar a la novena corona, este año, pero sobre todo el que viene, como compañero de uno de los pupilos del 46, Pecco Bagnaia, lo que alimenta aún más la parte más morbosa del enfrentamiento. Un Bagnaia que ejerció este domingo de campeón cuando pidió a los aficionados desplazados a Misano que no pitasen al ganador Márquez.

Y ahora el Mundial vuelve a desembarcar en el trazado italiano, la casa de Rossi, aunque hay que señalar que esas pitadas han bajado mucho de intensidad, porque se han vivido momentos muy tensos con estas reacciones de los 'rossistas' (no sólo en Italia, también en Argentina en 2018, tras una maniobra del español en la que terminó tirando a su rival, se vivió un ambiente muy agresivo que reactivó esta historia). El jueves Márquez hablará, y tendrá que volver a contestar sobre esta polémica, aunque seguro que llegará con el discurso muy preparado para evitar que la bola vuelva a crecer, porque es una guerra en la que no tiene nada que ganar, en un momento de su carrera deportiva en la que está a otra cosa: en volver a ser campeón y, quién sabe, tal vez ser capaz de rebasar a Rossi en el ranking de campeones del mundo.