La segunda lectura de la histórica victoria de Marc Márquez en Aragón
El piloto español rompió una racha de 1.043 días sin ganar, aunque este logro deja varias cuestiones por entender.
La victoria de Marc Márquez en el pasado Gran Premio de Aragón, o más bien la exhibición, porque lo dominó todo, tiene varias lecturas. Una, obviamente, viene del simbolismo, de esa cifra de 1.043 días que se ha repetido hasta la saciedad. Por todo lo que ha pasado durante ese largo periodo de tiempo aunque, en realidad, podríamos seguir tirando hacia atrás en esos días, porque el que fue su penúltimo triunfo, el logrado en octubre en el Gran Premio de la Emilia-Romaña disputado en el Circuito de San Marino, llegó cuando aún su calvario no había terminado.
Calvario porque en junio del año siguiente pasó por última vez por el quirófano, para solucionar definitivamente esa rotación de 34 grados que mantenía en el húmero de su brazo derecho que tanto le amargaba; y calvario porque ya estaba sufriendo la mala situación de su marca de toda la vida, Honda, incapaz de salir de su particular pozo, lo que provocó que en 2023 el piloto español decidiese, de mutuo acuerdo y de forma dolorosa (dejaba a su grupo, a sus amigos), no cumplir el año de contrato que le quedaba con ellos para embarcarse en la aventura de fichar por Gresini Racing, de correr con una Ducati un año menos desarrollada que la oficial, y de dejar de ganar mucho dinero. Mucho.
Todo eso formaba parte de su plan, y su plan pasaba por contar con una moto competitiva para demostrar y demostrarse a sí mismo que podía seguir pilotando al máximo nivel. Disfrutar, ser rápido, y cazar la moto deseada, la mejor Ducati, la que está en el otro lado del box que capitanea Pecco Bagnaia. Porque, sí, Márquez tenía esa primera idea redentora, aunque tenía una más potente alojada en su cerebro, la de volver a ser campeón del mundo, un objetivo no marcado para la actual temporada, pero sí para la que está por venir. Y los pasos que está siguiendo van en esa dirección, sin descartar nada de lo que le pueda llegar en los ocho grandes premios que aún quedan por disputar.
"Hay 60", comentaba este domingo sobre en qué lugar colocaba la victoria del domingo. "Hay muchas donde escoger, pero la de Austin 2013, Alemania 2021 y esta, están arriba del todo, por importancia, valor, y, sobre todo, por la sensación que te deja el cuerpo. Peso dos kilos menos ahora mismo. Eso también ayuda", resumía con una sonrisa. "El año pasado o hace año y pico me decía que a ver si se me había pasado el arroz o había bajado el suflé, pero ha explotado ya. Cuando probé la moto en la pretemporada y vi que poco a poco iba cogiendo confianza, estaba tranquilo. No tenía prisa y estaba tranquilo, sabiendo que tendríamos nuestras oportunidades. Las ha habido, pero no las supimos aprovechar de la mejor manera. Esta ha tocado y hay que trabajar en la constancia que te hace luchar por títulos".
Porque eso es lo que tiene en su cabeza. Y esa es la duda que ahora tiene que empezar a resolver, una vez que este peso simbólico ha desaparecido. "Ha sido un GP de condiciones especiales que me favorecían. Lo he sabido aprovechar. Vamos a disfrutarlo, y me he quitado una pregunta de vosotros, la de cuándo llegará la victoria", nos confesaba. Porque Márquez sabe que la situación de estos días en el Motorland de Aragón le favorecía, esa pista deslizante y difícil de interpretar en la que se encuentra como pez en el agua. Ha sido así desde que debutó en MotoGP, así que esto también quiere decir que ese don no lo había perdido. En eso, Marc Márquez sigue siendo Marc Márquez.
En Aragón, la falta de adherencia de la pista le permitió jugar con la parte trasera de su moto, y no sufrir ese exceso de agarre (virtud de la Ducati y hándicap de la Honda con la que se había tirado una década pilotando) que le empuja la parte delantera y con el que todavía no sabe jugar bien. Hasta el punto de que ha sido el principal motivo de sus muchas caídas, 15, el que más de la categoría. Esto hace que lo que viene por delante desde este mismo fin de semana sea una buena prueba de dónde está realmente, la gran pregunta a contestar, también la cuestión que él mismo quiere comprender.
"Evidentemente, me gustaría repetir lo de este fin de semana en cada gran premio, pero de aquí a final de año una de las cosas en las que me gustaría trabajar es en buscar la constancia y ese rendimiento alto para poder luchar con los de arriba", reflexionaba. Todo esto sin olvidar algo en lo que no quiere entrar, pero que sabe que influye en el logro de resultados: que la GP24 de Ducati que usan Jorge Martín, Pecco Bagnaia y Enea Bastianini, es un punto superior a su GP23. Desde este viernes Misano, si la meteorología no lo impide, dará una buena medida de esto, porque esta es una pista perfecta, sin las peculiaridades del reasfaltado Motorland. Y en la que vuelan sus rivales.