Julito Simón, el campeón del mundo que ayuda a Quartararo a combatir su frustración
El expiloto manchego trabaja dentro del equipo oficial de Yamaha en MotoGP como coach de Fabio Quartararo y de Alex Rins.
Encontrar un espacio en el mundo del motociclismo después de una retirada nunca es fácil, y menos cuando lo necesitas. Y es más crítico cuando el piloto aún es joven y mantiene ese gusanillo de la competición activado en el cuerpo. No diremos que a Julito Simón le retiró una lesión, la que le supuso las fracturas de tibia y peroné en su pierna derecha en 2011, porque siguió compitiendo; pero sí que, como él mismo reconoce a Relevo, fue lo que dio inicio a su declive. El manchego se retiró en 2016, pero en nada empezó a labrarse una carrera profesional nueva, al lado de otros pilotos, algunos de los que fueron sus rivales.
"Ha sido mejor de lo esperado", nos explicaba en una distendida charla en el transcurso del pasado Gran Premio de Austria y después de la primera parte de la entrevista. "A partir del 2017 empecé a hacer de coach de Tito Rabat, el primer piloto que tuve, a quien estoy infinitamente agradecido, porque me propuso este rol. Luego pasé a trabajar a través de Estrella Galicia con Monlau, y después con otro piloto al que estoy enormemente agradecido por mi actual situación, que es Maverick Viñales, porque fue el que me introdujo en Yamaha. Y desde entonces aquí estoy, la mar de feliz, supercontento, cumpliendo un sueño que no pude completar como piloto, pero sí que lo he podido cumplir en parte".
Porque cuando Viñales tuvo su crisis con Yamaha, que incluyó una sanción y una ruptura (acordada) de contrato prematura, daba la impresión de que Simón iba a tener que marcharse con él, aunque en la fábrica japonesa vieron algo en el campeón español que les hizo pedirle que se quedase. "Fue un momento difícil, porque vivir esa tensión, ese momento con Maverick, cuando entras con él, vives con él, esas carreras que hizo, esas victorias, esos podios, y luego que de repente pase eso… Sí, me vi con un pie fuera, pero la verdad es que me sorprendió y agradecí muchísimo la confianza de Yamaha". Del máximo responsable, Lin Jarvis, pero sobre todo del team manager, Massimo 'Maio' Meregalli.
"Estoy aprendiendo muchísimo de todo, no sólo de pilotaje y de los pilotos, sino también de cosas técnicas que nunca imaginaba como piloto poder llegar a experimentar", explica Julito, que está viviendo desde dentro el empeño de una firma mítica en MotoGP y en el Mundial en general por recuperar su lugar en la parrilla, en esta época de dominio de Ducati y en el que la (tímida) oposición viene de las casas europeas, Aprilia y KTM, y no de las otrora dominantes niponas. "¿Lo que más aporto? Para mí es intentar tener al piloto lo más tranquilo posible. Tenerlo con la motivación y la mentalidad de dar el máximo con lo que hay, dar el máximo cada fin de semana, intentar no crear expectativas demasiado grandes, sobre todo en la actual situación, para que el piloto pueda limar al máximo el detalle de lo que se tiene".
Algo que logra a través de su carácter y de su experiencia. Carácter, porque es una de las personas más queridas del paddock, por su nobleza, lo que genera esa confianza. Y experiencia porque ha vivido la parte frustrante de este deporte en primera persona. "Creo que podría haber llegado más lejos de lo que he llegado. Fui campeón del mundo, que era un sueño que tenía desde pequeño, y lo cumplí, pero podía haber sido un poco más. Deportivamente hablando sí que tengo esa frustración". Vivencias que usa para ayudar a sus pilotos, primero a Fabio Quartararo y a Franco Morbidelli, y ahora al francés y a Alex Rins. En el caso del primero de estos, todo un campeón del mundo de MotoGP, pero que sólo tiene 25 años y que tiene que vivir bajo la sensación de que su potencial está ahora mismo capado.
"Ahora mi máximo objetivo con Fabio y Rins es tratarles de convencer de que la moto no está para ganar, pero si está para hacer el noveno, el décimo, el octavo o el quinto, vamos a lucharlo, vamos a rascar de donde no hay para hacerlo, para tenerles motivados. Porque es difícil, son dos campeones, dos pilotos que han ganado carreras, que han hecho poles, etcétera, y que quieren estar ya allí. Y que cuando se bajan la visera ellos no se paran a pensar que le queda tiempo a la moto para poder llegar. Es difícil. Fácil es decir esto el miércoles o el jueves, pero es difícil el viernes o el sábado cuando ellos se bajan la visera y quieren estar ahí. Ahí es donde yo entro con la experiencia que he tenido para aportarles la máxima tranquilidad, y objetividad, sobre todo".
Una exigencia mayor en el caso de Quartararo, que es el que lleva más tiempo viviendo esta situación, el que más promesas ha escuchado por parte de Yamaha. "No es nada fácil. Es un tío que desde el minuto cero de un fin de semana, o de un test, sale y se pone en modo piloto, y hasta que vuelve al box lo da todo. Cuando uno da todo, la frustración es grande, porque la expectativa es grande, porque no dejas nada. Con él hay que sufrir mucho eso, y manejar muy bien eso. Porque el tío es un killer, está acostumbrado a hacer poles, a lograr victorias, y ha venido a este mundo del motociclismo para ganar. Y ha ganado ya un Mundial, y ha hecho grandes cosas desde el minuto 1 en MotoGP. Con él hay que luchar y sufrir eso, y manejar muy bien esa situación, intentar no crearle en estos momentos unas expectativas muy altas, no hablarle de posiciones, sino que pilote y hasta donde llega, llega".
Mantener motivado a uno de los pilotos mejor considerados del mundo. "Cada día le digo por la noche: 'Por favor, vete a dormir sabiendo que has dado tu máximo; y si tu máximo es ser once, o doce, ya te diremos si es suficiente o no, pero ahora no estás en el punto de crearte una expectativa alta, porque no te va a ayudar. Cuando la moto esté, ya nos la crearemos'. Porque es la única manera de tenerle motivado y feliz, porque es delicadísimo para un tío que ha sido campeón del mundo verse en una situación así. Entonces te cuestionas si eres tú, si tu pilotaje ha caído, si estás perdiendo el tiempo, te cuestionas tantas cosas… Y no es eso, para nada. Lo hemos visto con Marc, el cambio que ha dado de verse atrás a verse otra vez delante, y estoy convencido de que Fabio sería igual. El problema ahora mismo es que no tenemos las condiciones para tenerle ahí delante, entonces hay que tenerle tranquilo y confiado de que no es él".
Una parte del trabajo de Simón está en la pista, y en ver qué hacen sus pilotos, y qué falta cuando se les compara con los demás, y con las otras motos. "Hay que tener paciencia, porque esto también cambia, y lo hace rápido, pero no sabemos cuándo. Lo que sí está claro es que Ducati está ahí también gracias a los pilotazos que tiene y a lo que han formado en los últimos años, de buenos pilotos, de buenas estructuras, han fichado pilotos jovencitos de Moto2 y los han ido formando muy bien, en Pramac, en el equipo de Valentino, en Gresini ahora, y esto hace que el nivel suba mucho ahora, y que la moto suba. Y luego, ¿qué decir de Gigi? Gigi (NdR: Dall'Igna, máximo responsable de Ducati) es un ganador, es un tío que no para ni un segundo, y se ha rodeado de personas que son como él. Y al final con eso haces que el producto sea muy bueno durante varios años. Pero también le ha costado mucho. Desde que entró, no recuerdo si fue en 2013 o 2014, no fue fácil tampoco para él, necesitó tiempo".
Así que cree que no les queda otra que tirar de paciencia. "El mayor consejo que doy a mis pilotos y al equipo es que tenemos que tener paciencia. Debemos aceptar la situación. Por suerte tenemos a Yamaha, que es muy fuerte, y que vamos a intentar rodearnos, como ha hecho Gigi, de gente muy experimentada, y de pilotos. Y tendremos otras dos motos con otros dos pilotos, eso nos ayudará mucho, y creo que esa es la base fundamental. Ducati tendrá el año que viene menos pilotos, y esto va a ayudar a todos". Un análisis que también es un deseo, sobre una marca que ha dejado claro que quiere poner toda la carne en el asador para salir de su particular pozo. Y para eso Julito quiere aportar lo máximo que puede, con su experiencia y la manera honesta que tiene de ver las cosas.