Julito Simón: "En este deporte es tremendamente fácil equivocarte y muy difícil volver atrás"
El piloto toledano que fue campeón del mundo de 125cc en 2009 recuerda su complicada trayectoria profesional para Relevo.
Julito Simón, que no se llama Julio sino Julián, fue campeón del mundo de 125cc en 2009. Pertenece a esa generación de pilotos que explotó en la primera década de este siglo y que terminó revolucionando un deporte del que España continúa siendo la referencia. Nacido en Villacañas, un pueblo de Toledo, Simón tuvo que labrarse una carrera deportiva desde muy abajo, con algunas ayudas, pero con muy pocos padrinos. Las ayudas se las ganó gracias a sus resultados en esas copas de promoción que tanto talento dejaron en las parrillas. Y el apoyo (en este caso económico) le llegó a través de una empresa de su pueblo, cuando Villacañas era el paraíso de las puertas.
Allí llegaron a producirse, en pleno boom inmobiliario, más del 70 por ciento de las puertas de madera que se instalaban en España, en una industria que empleaba a unas 4.000 personas en una población de algo más de 10.000 habitantes. Y Puertas Artevi fue la que echó esa mano a un conciudadano muy joven que destacaba en el deporte de las dos ruedas. Primero a través del motocross, especialidad en la que destacó tanto como para que los expertos le considerasen como uno de los mejores de España; y después en la velocidad. Aquellas copas, sus resultados, y alguien con ojo como Alberto Puig, terminaron haciendo que entrase en el Mundial, aunque de forma precaria, con unos inicios nada sencillos para un crío que no llegaba a los 16 años.
"Puertas Artevi fue el que me permitió entrar en el Mundial, tuvimos que aportar una cantidad económica para poder entrar en un equipo muy humilde, un proyecto que había entonces con Malaguti, que fue mi primera moto, y ahí empezó todo", explica Simón a Relevo. Este redactor recuerda cómo en 2003 el piloto toledano se paseaba solo por los aeropuertos con 15 o 16 años, y buscaba compañía en otros españoles de la familia mundialista en esos viajes hasta los circuitos donde iba a competir en una estructura de una pequeña fábrica italiana, Malaguti, que asomaba con dificultades en los 125cc, cilindrada dominada por Honda y Aprilia.
El inicio de una carrera complicada, con altibajos, con buenas y malas decisiones, con una gravísima lesión, y con ese título del octavo de litro sellado en el Circuito de Phillip Island (Australia) en 2009, dentro del equipo de Jorge Martínez Aspar, y tras haber dado un paso hacia atrás desde los 250cc. Después pasó por Moto2, y tras tener que retirarse se centró en ayudar a pilotos en pista (lo que se conoce como coach), para terminar ejerciendo ese rol dentro de una fábrica de MotoGP, Yamaha. Julián Simón, un tipo que pasa por ser una de las mejores personas del paddock, lo que complica esa labor del periodista de sacar punta a las cosas, porque su filosofía es la de quejarse poco y poner por delante una palabra, 'gracias', que repite continuamente.
Si echas la vista atrás, ¿cómo valoras tu carrera como piloto? Primero vienes de un sitio sin circuitos, escuelas, ni nada, en medio de Castilla La Mancha. Y luego llegaste muy solo, siendo muy pequeño, en equipos pequeños, no estabas arropado por una gran figura.
Ha sido duro, ha sido duro. Pero gracias al buen talento que he tenido, a haberlo pasado también mal, porque venir del motocross desde pequeñito te curte mucho, te curte, porque te tienes que buscar la vida, es sacrificado, tienes que entrenar mucho, pude llegar. Haber empezado ahí y haber vivido todas esas experiencias de dormir en tiendas de campaña, de ir arrastrado con lo que había cada domingo… Me ayudó con 12 añitos encontrar un patrocinador en esos buenos momentos que había en España económicamente hablando, en mi pueblo, Puertas Artevi, tuve esa suerte, porque si no hubiera sido imposible.
Aprovechaste también bien ese trabajo de promoción que explotó en aquella época en España.
Sí. Antes de eso Alberto Puig se fijó en mí gracias a mis victorias en las copas de promoción que había en ese momento, como la Copa Aprilia, y Alberto fue el que me dio la oportunidad de entrar en el Campeonato de España sin tener que aportar ninguna cantidad económica, que ya era difícil. Lo hice bien, destaqué, y siempre con Alberto buscamos un proyectito para entrar en el Mundial. Con Malaguti fui haciendo lo que fui pudiendo, porque era una moto que carecía mucho de motor, sobre todo. Después un equipito mejor con Honda, con un kit que en ese momento no iba mal. Empecé a destacar y ¡pam! KTM oficial, logré mi primera victoria, y después fui a dos y medio, que fue una etapa corta, pero en la que pude destacar también bastante con una moto que no era de las mejores, primero con Honda, después con KTM.
Y vino un salto poco habitual, un paso atrás.
Hubo un momento en mi carrera en que me dije: 'o bajo a 125 y gano y lo hago bien, o me quedo en dos y medio a verlas venir, o a casa'. Porque no tenía más remedio. Afortunadamente apareció Jorge Martínez Aspar, junto con Gino Borsoi, y junto al gran técnico que he tenido en mi carrera deportiva, que es Enrique Peris, que me dieron esa fuerza que se necesita y ese ámbito y ese núcleo familiar que se necesita en el paddock y en el mundo del motociclismo para completar tus objetivos. Tener un buen equipo, una buena familia y un buen material. Ahí entendí lo importante y la diferencia que había de moto en ese momento. Aprilia era infinitamente mejor y ahí vino mi momento.
"La decisión de dejar el equipo de Aspar fue la peor que tomé en mi carrera"
Campeón del mundo de 125cc en 2009Eso fue un éxito, porque ganaste aquel título en 2009, justo el año antes de que se estrenase la nueva categoría de Moto2.
Pasé ahí y fue un primer año de dificultades, porque era una categoría en la que había que descubrir qué moto era la mejor. Elegimos mal al principio, luego cambiamos y sacamos las cosas adelante y fui subcampeón. En el segundo año con Aspar todo iba bastante bien, hasta que por mala suerte una lesión me hizo ya desaparecer. Y a partir de ahí, mi declive. Dejé el equipo Aspar, que fue una decisión muy difícil para mí, y de la que me lamento.
¿Por qué?
Fue la peor que tomé en mi carrera porque, como te he explicado antes, ese núcleo familiar en el paddock es muy importante, y perdí eso. Y desde ese momento fue difícil, fue difícil moralmente volver a tener ese espíritu de ganador. La lesión tampoco acababa de desaparecer. Pero, afortunadamente, con mi trayectoria profesional y con los resultados que he tenido, y con la profesionalidad que siempre he querido tener, he tenido la oportunidad de seguir vinculado al motociclismo, y en un equipo oficial de MotoGP, que hubiera sido mi sueño como piloto.
Qué difícil es aquí acertar con las decisiones y qué fácil equivocarse. Y luego no hay tiempo para dar marcha atrás.
Es muy difícil, es tremendamente fácil equivocarte, y muy difícil volver atrás. Por eso yo, ahora que he tenido la oportunidad de trabajar con jóvenes cuando dejé de correr, que estuve en Monlau, y que sigo teniendo mucho contacto con los pilotos de Moto3, siempre les aconsejo sobre la importancia del entorno, de los padres, de saber educar bien al piloto, a su hijo en este caso, y a los que son mánagers acertar y no equivocarse, no querer ganar dinero de repente y que eso te haga perder a las personas que realmente te están dando una información muy buena en la pista, y que te están ayudando. Para mí, cuando conoces a un jefe de mecánicos, a un telemétrico, o a un mecánico que te da una confianza, con el que los resultados vienen, y que la moto y el equipo son competitivos, hay que intentar mantenerlo hasta que se llega a MotoGP y se da otro salto, junto con esas personas o con otras, pero sobre todo en la primera parte de carrera deportiva del Mundial, en Moto3 y Moto2, cuando encuentras un sitio y unas personas justas, hay que intentar seguir, porque es la clave.
"Para mí ese es uno de los errores, que cuando se gana la primera carrera empieces a crearte demasiadas expectativas"
Campeón del mundo de 125cc en 2009¿Has visto a muchos chavales que no hayan llegado por estos motivos?
Sí, por supuesto. Por eso, y por otros motivos, como querer ganar demasiado dinero antes de tiempo, o pensar demasiado en eso. Para mí ese es uno de los errores, que cuando se gana la primera carrera o se hace el primer podio, empieces a crearte demasiadas expectativas.
¿Tú has vivido eso, el ver el dinero cerca y dejarte seducir?
Sí, sí, por supuesto que lo he vivido y que lo he tenido delante. Uno de los motivos por los que me desvié y por los que dejé realmente de pensar cuando dejé el equipo de Aspar fue por una tontería económica, 'aquí voy a ganar más'… No. Piensa en la gente que te ha ayudado a ganar un Mundial, y que ha ganado más carreras con otros pilotos, gente que te está aportando mucho, sobre todo cuando cierras la visera y te metes en la moto, cómo de feliz, de contento y de tranquilo entras a la pista, cómo de infeliz y de intranquilo entras cuando dejas a esas personas. Entonces, cuando encuentras a las personas que realmente en el box te están aportando una felicidad y una motivación, eso es lo que más vale, vale más que que te paguen 20, 30 o 40 mil euros más, o que encuentres un patrocinador mejor. Para mí esa es la clave, ese es el mayor consejo que doy. Cuando llegan al Mundial y encuentran eso, lo mejor que creo que puedo decirles es que lo conserven.
¿Le guardas rencor a Sofuoglu, o se lo guardaste? Dio la sensación de no responder como debería de haberlo hecho por lo que te provocó (NdR: Kenan Sofuoglu, el piloto turco que provocó la caída en 2011 en Montmeló en la que se lesionó de gravedad en su pierna derecha).
Rencor, no. ¿Sabes con lo que me quedo? Que al final él ha demostrado en su carrera que no fue solo conmigo, sino que ha tenido encontronazos con más pilotos. No era un piloto limpio, y eso me queda. Estaba pilotando con un tío que tenía que haber tenido un poquito más de sensatez. Era una curva en la que él entró, en una situación de inclinación que no tenía ningún sentido. Rencor, no. Gracias a Dios, fue solo en la pierna porque podría haber sido mucho más, fue una caída muy violenta. Y ya está. No hay que darle más vueltas.