El fiasco de la Selección en los JJOO empezó en Chomutov en un partido en el que no se jugaba nada

¿Cómo le explicas a alguien que nunca había visto a la selección española femenina de fútbol el desastre en los Juegos Olímpicos? Porque España aterrizaba en Francia con la vitola de favorita al oro. Aitana Bonmatí, Alexia Putellas y compañía venían de clasificarse como primeras de su grupo para la Eurocopa del año que viene, de ganar la Nations League de forma brillante y de conquistar el Mundial.

Y el sueño olímpico acabó en pesadilla. Probablemente, era el peor momento para fracasar. Teniendo en cuenta su cartel, toda España contaba con su medalla, ya fuese de bronce, de plata o de oro, y que sumasen un metal más al total de la delegación española. Su mal papel, quizá, habría pasado más desapercibido en un Mundial o una Eurocopa, con un público más de nicho y más familiarizado con su talento y su buen hacer en los últimos meses.

Para una lectura más reposada en el día I después de los Juegos Olímpicos y encontrar los motivos, hay que tirar de hemeroteca, de las sensaciones previas que se acabaron convirtiendo en realidad (en su forma más radical), de nombres propios -pero también del equipo en sí- y de un calendario infernal -sin que suene a excusa-.

El desastre olímpico empezó en la República Checa. Sin nada en juego, España se desplazaba hasta Chomutov, una ciudad de apenas 50.000 habitantes, a una hora y media de Praga. El encuentro ante las checas, que ya habían puesto a las españolas contra las cuerdas en Burgos, marcaba el inicio del camino hacia Francia. Fue horrible, España perdió por 2-1, expulsaron a Irene Paredes, Misa erró en el segundo gol local, etc.

En un primer momento, se le echó la culpa al cansancio físico y mental de las futbolistas, provocado por un calendario infernal. Un argumento que sirvió para justificar la regular actuación frente a Bélgica en Riazor, a pesar de la victoria por 0-2. El tema del calendario no es baladí. La liga española fue la más tardía en acabar: el 16 de junio. Entre medias, una fase de clasificación para la Eurocopa -que acabó con los partidos citados anteriormente- y dos finales (en el caso de las jugadoras del Barça, que es el grueso de la Selección), la de la Champions y la de la Copa de la Reina.

Además, España llevaba dos años sin verano. El pasado, alcanzó y ganó la final del Mundial y en el anterior, se celebró la Eurocopa, en la que la Selección fue eliminada en los cuartos de final. Este curso, tocaban los Juegos Olímpicos. Una carga de partidos que comenzaba a causar mella en las piernas, y en la mente, del grueso duro del combinado nacional. Para que se hagan una idea, el encuentro frente a España, tal y como citó el periodista especializado en fútbol, Asif Burhan, fue el número 71. Divididos en 48 para el Barcelona y 23 para la Selección.

"Estaba reventada", decía Mariona sobre Aitana Bonmatí, que se agujereó las medias (así ha jugado todos los Juegos Olímpicos) después del partido en Riazor ante Bélgica. Ante las incipientes preguntas de los periodistas acerca del desgaste físico de las futbolistas, Montse Tomé desveló el plan que ella y su cuerpo técnico habían trazado: una especie de pretemporada ante de los Juegos Olímpicos.  Un plan que resultó fallido y que acabó por agotar a las futbolistas.

Sin embargo, a los aficionados habituales al fútbol femenino -en este caso, a la Selección-, no les acababa de convencer. Estaban cansadas, pero había algo más. La victoria ante Japón calmó los ánimos. Sin embargo, y a pesar del triunfo, los dos siguientes partidos -frente a Nigeria y ante Brasil- se convirtieron en una premonición del fatal destino español. Las de Montse Tomé tiraron de orgullo para ganar a Colombia, pero sucumbieron ante Brasil en una 'catástrofe' de consecuencias inmediatas en el torneo y que vino a certificar el runrún previo al torneo. Las campeonas del mundo se volvieron más reconocibles ante Alemania, en la lucha por el bronce, pero acabaron perdieron de la forma más cruel posible: con un penalti fallado de Alexia en el último minuto del encuentro.

Como cuando sabes que no estás bien, pero te empeñas y te empeñas en estarlo y acabas llorando sola en tu habitación.

Después del cansancio y del calendario -nunca hay que obviar el contexto- toca hablar del banquillo y del nivel mostrado por las jugadoras. Hasta el momento, a Montse Tomé todo le había salido bien y -a nivel de resultados- había poco, o nada, que echarle en cara. Sin embargo, durante los Juegos Olímpicos, la entrenadora asturiana quedó en evidencia en más de una ocasión. Probablemente, su fracaso más evidente fue el partido ante Colombia. Sin alternativas, obtusa en la pizarra y sacando a Alexia Putellas -que acabó siendo la mejor- en el minuto 75.

Tampoco hubo alternativa cuando las demás selecciones -especialmente Colombia y Brasil- le cogieron el truco a España. "Hay que tener claro que lo que hacíamos hace un año ya no sirve", comentaba, acertadamente, Alexia Putellas tras la derrota por el bronce.

Después, las futbolistas. No fue el mejor torneo de ninguna. La actuación de Aitana Bonmatí fue el caso más representativo. La actual Balón de Oro se mostró agotada, pero jugó casi todo los minutos del torneo. El desempeño de futbolistas como Salma Paralluelo -irreconocible por momentos- o de Irene Paredes -que acabó siendo sustituida en el partido ante Colombia y le costó mostrar su mejor versión defensiva-, tampoco pasaron desapercibidos. Más allá de los nombres propios, España, como equipo, tampoco funcionó.

España se despide de su primera cita olímpica -tampoco hay que obviar esta circunstancia, pero no usarla como excusa- con más pena que gloria. Con sensaciones raras y con mucho trabajo por hacer para volver cuanto antes.