JJOO | BALONCESTO | FRANCIA 87 - ESTADOS UNIDOS 98

Un oro para cerrar el legado de tres talentos generacionales: el último baile de Curry, LeBron y Durant

Tuvieron que aparecer los tres, a su mejor nivel, para conseguir el oro. Y tras la victoria llega la duda: ¿y ahora qué?

El abrazo entre LeBron James y Steph Curry tras ganar el oro olímpico en París. /FIBA
El abrazo entre LeBron James y Steph Curry tras ganar el oro olímpico en París. FIBA
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

Eran el foco, el mayor atractivo, eran la cara visible. LeBron James, Kevin Durant y Steph Curry, en orden de edad, llegaban a París a confirmar juntos lo que habían logrado por separado, la gloria eterna. A cerrar un legado histórico con un oro que representaba al mismo tiempo una oportunidad única de verlos juntos y un último baile de la generación que marcó los últimos 15 años. Con la camiseta de Estados Unidos, unidos bajo una misma causa: mantener la jerarquía del equipo estadounidense. Y en una plantilla plagada de estrellas, todos ellos referentes en sus franquicias, han tenido que aparecer ellos tres. Eran el foco, el mayor atractivo, la cara visible, y han cumplido. Por algo son tres de los mejores jugadores de la historia.

Para dos de ellos, LeBron y Curry -ambos en el quinteto ideal de estos Juegos-, era cuestión de tiempo poderles ver juntos. El destino quiso que nacieran en el mismo hospital, el Summa Akron City Hospital en Ohio, pero han tenido que esperar casi cuatro décadas para compartir equipo. Han sido, con diferencia abismal al resto, los dos mejores del equipo y anulado cualquier posible insurrección rival a base de triples y contragolpes. LeBron con el arte de saber controlar los partidos, de ganar cada golpe a golpe como el más experimentado de la pista; Curry, al contrario, con la efervescencia que acostumbra, con minutos de auténtica locura, de estar en la zona. Con momentos que hacen replantearse la existencia de este deporte y si se parece al plan que James Naismith tenía en mente cuando inventó el baloncesto. 

Entre el duelo ante Serbia y la final metió 17 triples y 56 puntos para liderar al equipo americano, que necesitó su mejor versión para ganarle a los dos combinados europeos. Estaba en un triste 25% hasta las semifinales (5/20) y ha metido 17 de los siguientes 26 que ha lanzado sin importar el dónde, cómo o quién estuviera delante. Y eso incluye a Victor Wembanyama y sus 224 centímetros. Wemby fue el mejor para los locales, pero no es todavía su momento. Algo así le debió recordar Kevin Durant en el abrazo del final del partido, que con LeBron, Curry y el propio KD todavía jugando baloncesto internacional, no es momento de nadie más. Ganarles es imposible. Lo demostraron Durant y Curry juntos en Golden State por tres años, y para este verano han sumado a Bron. 

Verlos jugar ha sido, por instantes, una experiencia más allá del deporte dentro del monótono ataque del equipo de Steve Kerr. El bloqueo y continuación invertido de LeBron y Curry, con triple de Steph o un pase para Durant abierto en la soledad del tiro liberado. Porque una cosa es llevar a tres nombres y que ganen por talento, y otra muy diferente la capacidad de complementarse que han tenido, de sacar lo mejor el uno del otro y saber qué necesitaba el equipo en cada momento. Han conseguido que, en ocasiones, el resto del equipo parecieran figurantes en una película donde había tres estrellas y el resto. Donde brillaban más que nadie, porque por algo son las tres mejores. 

Se acaban los Juegos Olímpicos y el más que posible último baile de los tres con el título americano. El primero para Curry que debutaba en unos Juegos Olímpicos, el tercer oro para LeBron, con MVP incluido, que cierra por fin la brecha emocional de Atenas 2004, y el cuarto para un Kevin Durant que se queda en solitario en la cima, rompiendo el empate que tenía con Carmelo Anthony. Solo Sue Bird y Diana Taurasi, con cinco, tienen más oros en un torneo olímpico, con Taurasi buscando el sexto en París. Se va como máximo anotador de la historia del combinado estadounidense en los juegos y leyenda absoluta del baloncesto FIBA, con además un Mundial bajo el brazo, el conseguido en Turquía donde salió elegido como MVP.

Nadie tiene en todo el planeta un palmarés internacional similar a Kevin, que sigue agrandando su leyenda de mejor anotador histórico, con el añadido de ser el máximo reboteador, triplista y top-3 en asistencias y partidos del combinado americano. Y con la duda de quién tendrá que tomar el testigo tras ellos tres. Del equipo actual, para 2028, solo Tatum, Anthony Edwards y un apartado Haliburton tendrán 30 o menos años de edad, y lo que viene por detrás no invita a la ilusión de igualar lo conseguido los últimos 20 años. Desde la debacle de Atenas el equipo siempre ha tenido a LeBron James o Kevin Durant en los Juegos, y para Los Angeles no existe ese nombre. El fiasco del pasado Mundial, con un equipo muy joven, es la prueba. 

Vendrán otros, más jóvenes, más rápidos, pero nunca mejores. Porque suplir el vacío que dejan Steph Curry, LeBron James y Kevin Durant será imposible, no solo en el Team USA, sino en el baloncesto. Y este último baile sirve para agarrarse como clavo a un recuerdo que pronto será eso, pasado, pero que nos ha permitido verlos juntos. A los tres, por primera vez. Y ha valido la pena cada segundo.