EL ANÁLISIS DE LA JORNADA

Ten y pon un Nacho en tu equipo y el vuelo sin motor de Gazzaniga

El canterano blanco da un paso de gigante hacia su renovación y el portero argentino que nunca jugó en Argentina

Nacho conduce el balón en San Mamés en el último partido del Real Madrid./AFP
Nacho conduce el balón en San Mamés en el último partido del Real Madrid. AFP
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Penúltima jornada de la primera vuelta. Ganan los cinco primeros, unos con más brillantez que otros. La Real Sociedad vuelve a demostrar su poderío en un estadio difícil y ante un Rayo con menos sentido de la continuidad que tiempo atrás. Los de Imanol dan lecciones hasta en el balón parado. Su segundo tanto fue una pieza única de laboratorio: movimientos sin balón, bloqueos, fintas, amagos, prolongación... y gol de Barrenetxea en el palo más alejado al lanzamiento. Todo ello sin Zubimendi (sancionado), sin Merino (lesionado) y sin Kubo (descanso).

De la mitad de la tabla de clasificación hacia abajo se multiplican los codazos para no ocupar las dos plazas inmediatamente anteriores a la del colista Elche. Los ilicitanos, claramente, quieren, pero no pueden y se hunden con la sensación de que tienen más juego que el que su posición indica. Al Sevilla los tres puntos de penalti en el último minuto le sirven para saltar cuatro puestos. La mejor demostración de que de ahí abajo se sale con tres victorias consecutivas.

NACHO

🔁 Da igual cuando lo leas

En San Mamés le tocó de lateral derecho. Como en la Copa contra el Villarreal cuatro días antes. Fue su segundo partido de Liga completo. El primero había sido en la primera jornada contra el Almería. Entonces de central. Nacho Fernández volvió a demostrar ante el Athletic que está preparado para cualquier contingencia. Es un defensor en el más amplió sentido de la palabra. En las distancias largas a campo abierto y en las cortas. Cuando encima al delantero de turno y cuando guarda con pulcritud los movimientos zonales. El domingo aburrió a Berenguer y los dos Williams también huían rápido de su zona. La señal de prohibido el paso era infranqueable.

A Nacho un día su entrenador le definió como un defensa pesimista "porque siempre está atento a todo por si sucede algo" y cuando en la sala de prensa de San Mamés le preguntaron por su actuación, para ensalzarla, contestó con toda la buena intención del mundo que "Nacho siempre cumple". Quizás no sabía, o en ese momento no se dio cuenta, de que a su pupilo ha terminado por molestarle que se utilice esa expresión para definir su rendimiento. Lo suyo, tiene razón, es algo más que cumplir. En la temporada que menos ha jugado siempre está de guardia y, posiblemente, estos dos últimos partidos le han servido para acercarse definitivamente a una renovación que se gana en también cada entrenamiento.

DEBATE TÁCTICO

🔍Se ha dicho...

Nunca está de más un debate puramente futbolístico y en el Camp Nou parece que se ha instalado uno que no hace mucho tiempo parecía imposible que se pudiera desarrollar. Se opina, se escribe, se habla sobre el sistema de juego más idóneo para este Barça que, en determinados momentos de los partidos no termina de sentirse cómodo dentro de su traje de toda la vida. El que gusta a su entrenador porque lleva media vida imbuido en él y el que prefieren sus aficionados porque la nostalgia del pasado pesa mucho tanto por el estilo, los nombres propios (Cruyff, Guardiola, Luis Enrique...) como por los títulos.

Realmente, el debate no es solo sobre la definición numérica, el 1-4-3-3 o el 1-4-4-2, que es lo de menos, la discusión se amplía a la ocupación de los espacios. A los cuatro centrocampistas o los dos extremos puros y el delantero clásico. A base de palancas el Barça ha formado una plantilla tan completa y equilibrada que tiene especialistas para jugar de las dos formas. Comienza a pesar una teoría. Mientras Busquets esté en el estado de forma que está es un lujo mandarle a la grada para que juegue el trío De Jong-Pedri-Gavi. Además, 'el de los 700 partidos' con el holandés al lado puede prolongar su longevidad desde el punto de vista físico. Por otro lado, a Xavi le cuesta ver pasar a los extremos y dejarles fuera. La solución salomónica de principio es ir alternando. Para los partidos grandes, el 1-4-4-2 y para los teóricamente más cómodos el 1-4-3-3. Y después, sobre la marcha, lo que pida cada partido.

SIMEONE

🔍Ojito con

El sábado cuando en el gélido Metropolitano se anunciaba la alineación del Atlético por los vídeo marcadores, los aficionados más 'peloteros' comenzaron a hacerse cruces: "Jugamos con tres delanteros (Correa-Morata-Griezmann) más Lemar y Llorente al lado de Koke". Un equipo armado para atacar como si fuera el último día. No era, por supuesto, la primera vez que el técnico tiraba de los tres atacantes. En realidad ningún equipo que monte Simeone puede resultar extraño para los más estudiosos porque ha probado con todos los jugadores que tiene en su plantilla y con todos los sistemas posibles: defensas de tres; defensa de cuatro; defensa de seis; cuatro mediocentros...

Lo que realmente llamaba la atención, era el talante de los centrocampistas, más formados los tres para atacar que para defender e, incluso, el de sus centrales: Witsel y Hermoso, que también tienen buen pie para la salida del balón. Le salió bien al técnico. Tres goles en nueve minutos y a pensar en la Copa contra el Real Madrid. Y ahí surge la duda. ¿Quiénes jugarán el jueves en el Bernabéu? Le gusta al técnico argentino repetir once cuando las cosas le salen bien, pero cuesta creer que incidirá con los mismos en esta ocasión, independientemente de que Llorente no pueda jugar. Primero, porque recupera a Savic que debe ocupar la posición de central derecho. Segundo, porque Koke como medio centro posicional sin nadie al lado no ofrece plenas garantías defensivas y tercero, porque el Real Madrid y el Bernabéu imponen respeto como para plantarle cara con tres delanteros por más que Correa y Griezmann puedan ser el cuarto y el quinto centrocampista cuando el equipo tenga que defender.

GAZZANIGA

⚽ Tiene 'flow'

Ocho paradas, penalti blocado incluido, y 101 minutos después Paulo Gazzaniga abandonaba el césped del estadio de la Cerámica abatido. Sin consuelo. Posiblemente había hecho el partido de su vida, con intervenciones extraordinarias y su equipo, el Girona, se iba de vacío. La historia de este portero argentino que nunca jugó en Argentina es como poco curiosa por no decir que merece un guión que descubra su vaivén de países y equipos. Nacido en Murphy, a los 15 años pasó a formar parte de las categorías inferiores del Valencia antes de dar el salto sin paracaídas en el fútbol inglés que fue donde hizo carrera.

Ya ha cumplido los 31 y cumple su tercera experiencia en la Liga después de su paso por el Rayo y por el Elche. Acostumbrado al banquillo, incluso a ser tercer portero, como en el Tottenham, y a las cesiones, su destino en el Girona cambió en la jornada undécima, cuando su entrenador, Míchel, optó por darle una oportunidad más que nada para cambiar un poco la dinámica del equipo. Hasta entonces lo jugaba todo Juan Carlos y desde entonces lo juega todo él (ocho partidos). Se estrenó contra Osasuna, se lució contra el Real Madrid (1-1) y desde ahí es inamovible. Con coleta o sin coleta, sus 191 centímetros le hacen grande en la portería. Sobrado de reflejos, se muestra felino en los lanzamientos lejanos y le gusta meter la mano cambiada para hacerlos aún más preciosistas. Valiente en el juego aéreo, se clava en los uno contra uno. Nunca jugó en su país, pero tiene rasgos de aquella escuela inagotable de porteros.