La Roja llega a una conclusión: urgen líderes más allá del seleccionador
Jugadores, técnicos y la propia FEF coinciden en que faltan referentes en el campo. Sólo Busquets, Koke y Azpilicueta son capitanes en sus equipos...

Al principio, rumbo a Catar, el hecho de que Luis Enrique se hubiera erigido él mismo como el gran líder de esta Selección se veía en la expedición española como algo positivo. De hecho, sus primeras apariciones en Twitch se entendieron como una estrategia perfecta para aislar a los jugadores de las polémicas que siempre rodean al equipo ante las exigencias de las grandes competiciones. El seleccionador hacía de imán y al mismo tiempo de paraguas. Sin embargo, ahora de vuelta en Madrid, esa misma pócima ha acabado siendo el gran problema de España en este Mundial. La destitución del asturiano ha terminado de confirmarlo.
La sensación para muchos de los jugadores, para gran parte de los técnicos que trabajaban en la Federación codo con codo con Luis Enrique, para internacionales que han estado ahí dentro y que ahora por diversos motivos no están y para la propia institución liderada por Luis Rubiales es precisamente que la falta de referentes en el campo ha matado el proyecto. Y, sobre todo, que ese rol lo haya aglutinado en exclusiva el seleccionador al que han fulminado por iniciativa propia.
El pánico vivido ante Japón con todo encarrilado y la frustración frente a Marruecos evidenciaron que esta Selección está carente de referentes en el verde que controlen los nervios y enfoquen al grupo hacia la tarea para cumplir los objetivos. Busquets, por edad y experiencia, es para todos el único futbolista capaz de aglutinar algunas de las funciones que se exigen en un líder. Entre ellas, según la biblia escrita por Weinberg y Gould, Fundamentos de Psicología del Deporte y del Ejercicio Físico, "el desarrollo de actividades sofisticadas, una fuerte ética del trabajo, una buena relación con la gente y conocimiento táctico enriquecido". Por eso lleva el brazalete.
Sin embargo, su labor parece insuficiente para tirar del carro y que los demás le sigan la corriente: según varios expertos consultados, "refuerza mucho a sus compañeros (reacción de recompensa positiva verbal o no verbal por una buena jugada o un buen esfuerzo), pero no es tan reactivo ante el error, no alienta cuando toca ante el fallo y da pocas instrucciones técnicas contingentes al error". En definitiva, le gusta poco castigar (una simple reacción negativa para que la probabilidad de que se repita ese error se repita en el tiempo) e incluso ignora algunos fallos. Pero la mayor preocupación en la Federación no es esa. Busquets, aunque no es perfecto y está en su última etapa, es un jugador ejemplar con más virtudes que defectos. Lo peor de cara a lo que viene es que todo hace indicar que Busquets tiene las horas contadas en la Roja. Y menos sin Luis Enrique. Su futuro está en EEUU a corto plazo y eso dificulta que pueda seguir siendo un pilar en este bloque. Sus propios compañeros admiten que "será difícil convencerle de que siga".
Alternativas a Busi
De esta manera, el resto de internacionales aún no han dado ese paso necesario para poder ser la locomotora del equipo en las buenas, en las malas y en las regulares. No es casualidad que sólo unos pocos integrantes de la plantilla desplaza a Catar ejerzan esa función en sus respectivos clubes. Únicamente el propio Busquets, Koke y Azpilicueta (un fijo en la Selección y dos suplentes), son primeros capitanes de Barcelona, Atlético y Chelsea respectivamente. Y luego, como capitanes alternativos, están Carvajal en el Real Madrid (cuarto tras Benzema, Nacho y Modric) y Pau Torres en el Villarreal (quinto después de Albiol, Trigueros, Gerard y Parejo). Los demás, acaban de llegar a sus clubes, son meritorios, buenos complementos o simplemente no tienen ese cartel de líderes.
Unai Simón, que ha sido uno de los jugadores más destacados en este Mundial si obviamos los sustos con el pie, aún está en ese proceso de creerse él mismo indiscutible. La Eurocopa le hizo madurar, pero siempre se ha movido en una mar de dudas. Y ya se sabe que un líder debe transmitir al resto la estabilidad que a él le ha faltado. En defensa, sin Piqué ni sobre todo Ramos, falta esa jerarquía que les había inculcado Puyol después de tantas horas a su lado. Y Alba, pese a su veteranía, nunca ha sido visto como un capitán en los vestuarios en los que está. En medio campo, más allá de Busquets, hay más futuro que pasado y esa ausencia de galones hace imprudente poner esta Selección ahora mismo en manos de Pedri o Gavi. Arriba la situación aún es peor: no hay nadie con la suficiente estabilidad dentro de las alineaciones para garantizar que siempre estará como pilar al que que aferrarse en el campo. Este Selección recuerda en muchas cosas al actual Barça.
Planes de futuro
En las entrañas de Las Rozas creen que Pedri, Gavi y Ansu están llamados a ser los líderes de esta Selección a medio plazo. Sin embargo, había mucha más solidez en esta teoría antes de empezar el Mundial que ahora. Pedri no ha dado el nivel que suele en las grandes citas. Ya le pasó en la Eurocopa y en algunos tramos de la Nations League. Gavi, que empieza a ser el niño bonito por su manera de dejarse la piel, todavía debe serenarse y acompañan su liderazgo en la entrega con su dominio en otras facetas igual o más importantes. La primera de ellas con balón y seguidamente en el vestuario. Y a Ansu se le sigue esperando. Posee todas las papeletas para lucir el diez próximamente, para batir todos los récords y convertirse en un referente, pero las lesiones, la inactividad y la falta de confianza ciega de Xavi y Luis Enrique le han frenado en esa progresión. Ahora mismo es más un deseo que una realidad.
Liderazgo, según los más de 3.500 estudios científicos que hay en la materia, es "el proceso conductual de influenciar a individuos y grupos hasta metas establecidas". Pero en deporte, además, se debe incluir otras exigencias para ese jugador en cuestión que la Federación necesita y no encuentra: su toma de decisiones debe ser en un gran porcentaje la adecuada, ha de motivar a resto, tiene que hacer una devolución permanente de las opiniones, está obligado a establecer relaciones interpersonales y dirigir con seguridad al grupo. Analizando los dos últimos partidos de España, nadie ha cumplido ese papel. Ni tan siquiera se ha acercado. Lo que está claro tras la eliminación ante Marruecos es que el monopolio del liderazgo no caerá a partir de ahora única y exclusivamente en el seleccionador, sea quien sea el que reemplace ahora a Luis Enrique.