La Federación de Rocha pagó 1,8 millones a Jorge Vilda para evitar ir a juicio por su despido
El exseleccionador salió nada más ganar el Mundial y reclamó a la RFEF la indemnización correspondiente a la promesa de Rubiales de renovar cuatro años más por 2 millones de euros.
El 20 de agosto de 2023, cuando España ganó el Mundial femenino ante Inglaterra, el entonces seleccionador Jorge Vilda se giró raudo en su banquillo nada más oír el pitido final y lo primero que hizo fue dirigir su mirada al palco, donde Luis Rubiales permanecía eufórico junto a la Reina. El objetivo del técnico era que con sus ostensibles y emocionados gestos de cariño el presidente sintiera su gratitud por la confianza depositada en una era convulsa y así, con esa complicidad tan varonil, se iniciara una acalorada celebración que trajo unas graves consecuencias. No le faltaban motivos para hacerlo. Según ha podido saber Relevo, por aquel entonces ya sabía mediante algunos intermediarios que su estatus en la Federación iba a mejorar considerablemente por los resultados deportivos y por su fidelidad a la dirección.
El propio Rubiales lo confirmó sólo cinco días después en la 'Asamblea de la vergüenza', en la que no le bastó con no dimitir cuando todo el mundo lo esperaba y se lo exigía —tras su desfase en Sídney con Jenni Hermoso y su posterior huida hacia adelante—, sino que además se atrevió a echar un pulso aireando contratos, promesas y salarios individuales. En lo que respecta a Vilda, fue contundente tras haber recibido una oleada de aplausos que ha pasado ya a la historia negra del deporte español: "Te invito a que te quedes con nosotros los próximos cuatro años cobrando medio millón de euros por temporada. Voy a decir lo que ganas, que no es el medio millón que decían algunos, son 160.000 o 170.000 euros, no lo recuerdo exactamente".
Por este motivo, con una declaración pública tan firme y notoria, en cuanto Jorge Vilda fue despedido el 5 de septiembre por la Federación, como uno de los puntos clave en la hoja de ruta marcada por el Gobierno y la nueva dirección de la RFEF, el debate se avivó sobre cuál debía ser la rescisión contractual de un profesional que llevaba prestando sus servicios desde 2008. La RFEF sólo estaba dispuesta en un principio a asumir un finiquito en el que se incluyera el año de contrato que le quedaba por delante. Sin embargo, el seleccionador ya había sacado los tanques a la calle y reclamaba eso mismo más todo el contrato que Rubiales le había prometido a ojos de todo el mundo. Así, el resultado de la discrepancia fue la apertura de un juicio que al final no llegó a celebrarse por un acuerdo entre las partes que se ha mantenido en la sombra hasta hoy y del que, por fin, se conocen los detalles.
Según diversas fuentes consultadas, Jorge Vilda ha recibido 1,8 millones de euros brutos de la Federación, una vez que ya había recibido anteriormente la prima por el éxito en Australia y Nueva Zelanda. La RFEF, tras la protocolaria mediación de los diferentes abogados, no sólo reconoció la antigüedad de Vilda desde 2008 e incluso que se trataba de un despido improcedente, sino que además accedió a rascarse el bolsillo para abonarle gran parte de un contrato futuro que ni siquiera se había redactado. Fuentes consultadas dentro de la RFEF aseguran que fue para evitar males mayores, y otras, también internas pero más mal pensadas, indican que se debe al mero hecho de que la corriente rubialista de hoy es la misma que la de hace un año. Lo cierto es que al ser residente fiscal en Marruecos y por haber una menor retención que en España, Vilda al final ingresó 1,4 millones netos.
La promesa de Rubiales y la amenaza de ir a juicio, claves
El pasado 27 de mayo era cuando estaba fijada la vista oral para que los tribunales decidieran sobre el despido de Jorge Vilda. Era la fecha marcada después de que el exseleccionador y la RFEF no hubieran llegado a un acuerdo en el acto de conciliación que se celebró el 16 de septiembre de 2023, tan sólo 11 días después de su salida. La Federación alegó que en ese momento, al estar constituida en Comisión Gestora tras la dimisión de Luis Rubiales, no tenía un interlocutor válido para intentar llegar a este acuerdo. Sin embargo, tan sólo tres días antes del juicio, el 24 de mayo de este año, ambas partes comunicaron al juzgado que habían llegado a un pacto, por lo que el juicio finalmente no se celebró. Desde entonces todas las partes han preferido guardar silencio.
La reclamación del ahora seleccionador de Marruecos incluía lo recogido en la Asamblea del año pasado en la que Rubiales se inmoló y en la que anunció ante decenas de cámaras de televisión la nueva propuesta de su contrato: "Te lo mereces Jorge, hemos pasado mucho. Eres el mejor entrenador en fútbol femenino", concluyó. Vilda, en su demanda a la RFEF, se acogió a ese contrato de cuatro años a razón de medio millón de euros anuales para reclamar su indemnización. Alegó que el Estatuto de los Trabajadores da validez a los contratos verbales y los Estatutos de la RFEF otorgan al presidente de la RFEF el llegar a un acuerdo con los seleccionadores. Aun así, es la Junta Directiva en última instancia quien debería ratificar este acuerdo, y eso no sucedió.
Jorge Vilda solicitaba también que se le reconocieran todos los años que había estado trabajando en la RFEF, no sólo desde 2015 cuando se hizo cargo de la Selección femenina absoluta, sino desde 2008 cuando ingresó de la mano de su padre en las categorías inferiores. El técnico, además, reclamó la nulidad del contrato —con su correspondiente indemnización— pues entendía que no había justificación por falta de confianza para su despido cuando tan sólo dos semanas antes había conseguido el título mundial.
Según ha podido saber Relevo tras consultar con un abogado especialista en materia laboral, si finalmente se hubiera tenido en cuenta estos dos últimos argumentos —la antigüedad desde 2008 y la improcedencia del contrato—, su indemnización nunca hubiera superado los 300.000 euros. No obstante, la RFEF dirigida por Pedro Rocha, ya como presidente electo del fútbol español, decidió abonarle 1,8 millones, por lo que además de la compensación que le correspondía, abonó tres de los cuatro años prometidos por su antecesor, Luis Rubiales.