PRIMER ANIVERSARIO CAMPEONAS DEL MUNDO

Alexia Putellas escribió el tuit y desató la tormenta: todo lo que nos enseñó el #SeAcabó un año después

"Hacía falta y lo trajo el fútbol femenino", reflexiona Jesús G. Villalta, sociólogo.

La reivindicación conjunta de las futbolistas suecas y españolas en el primer partido tras el Mundial. /Getty
La reivindicación conjunta de las futbolistas suecas y españolas en el primer partido tras el Mundial. Getty
Sandra Riquelme

Sandra Riquelme

Un año después, hay muchos que todavía se escaman al recordar la noche del 20 de agosto, no le perdonan a Luis Rubiales (entre otras muchas cosas) que empañase el mayor hito femenino del fútbol español: la conquista del Mundial. Demasiado ruido, demasiada vergüenza -ajena-, demasiados berrinches. "Fue uno de los momentos más complicados que recuerdo en este ámbito del periodismo por puras cuestiones emocionales, por empatía y conexión con unas futbolistas que saben lo que están viviendo", recuerda Mamen Hidalgo, periodista especialista en perspectiva de género en Newtral.

A pesar de que -muchas veces- los periodistas nos creemos que el lector conoce al dedillo la situación que se está describiendo en el texto de turno, en esta ocasión, la creencia podría cumplirse al 100%. Por si acaso: el día que la Selección femenina española de fútbol ganó su primer Mundial, el comportamiento de Luis Rubiales -el expresidente de la RFEF- acaparó todo los focos. Todos. Se agarró los genitales a escasos metros de Letizia Ortiz y la Infanta Sofía y le plantó un beso en los labios a Jenni Hermoso. No consentido.

Sin embargo, y con la perspectiva que otorgan el tiempo y los años, hasta de las situaciones más surrealistas se saca algo bueno. En esta ocasión, la tormenta perfecta se desató en forma de movimiento social: el #SeAcabó. Luis Rubiales, con su bochornoso comportamiento, había puesto su cabeza en bandeja. Para más inri, ni pidió perdón ni se retractó. Todo lo contrario: cuatro días después protagonizó la ya conocida como asamblea de la vergüenza en la que repitió, fuera de sí, su famosa cantinela: "No voy a dimitir, no voy a dimitir". Fue la gota que colmó el vaso.

Segundos después, Alexia Putellas escribió el tuit más importante de su carrera sin saberlo: "Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo compañera @Jennihermoso". En nuestro afán por mediar el valor -a día de hoy sigue siendo incalculable- y la trascendencia de un movimiento con pocos precedentes en nuestro país, charlamos con tres conocedores del asunto desde sus distintos ámbitos de acción: Mamen Hidalgo, Alba Adá y Jesús G. Villalta. Una periodista especialista en perspectiva de género, una Doctora en Periodismo (Deporte y Género) y un profesor de Sociología. "Hacía falta y lo trajo el fútbol", destaca Jesús.

Las repercusiones positivas de ganar el Mundial

"Ganar el Mundial significaba, también, abrir los ojos a mucha gente que había vivido en la ignorancia y el inicio de una era donde los referentes para niñas y niños ya no son sólo masculinos", describe Mamen. "Dentro de todo el espectro de personas deconstruidas y libre de prejuicios, lo que consiguió este hito fue acercarlo con un impacto más inmediato", añade.

Un año después, las campeonas del mundo multiplicaron su influencia deportiva, sus seguidores en redes sociales, su trascendencia en la sociedad y sumaron más hitos a su currículum: la conquista de la Nations League o la clasificación para sus primeros Juegos Olímpicos. "Hemos pasado de ver a España en RTVE Play, o no verla, a tener sus partidos de forma habitual en La 1, y que una cifra de un millón de espectadores nos parezca histórica a que sea el mínimo", resalta la periodista de Newtral.

Alexia Putellas escribió el tuit y desató la tormenta: todo lo que nos enseñó el #SeAcabó un año después

"Para un país como España, que es culturalmente futbolero, poder ganar un Mundial es un gran hito deportivo. Pero si a eso le sumamos que lo ganó la Selección femenina, con lo machista que es este deporte, el hito es mayor. La repercusión mediática fue tres veces mayor que en el anterior Mundial femenino celebrado en Francia en 2019, por lo que, sin duda, fue un punto de inflexión a nivel social para el deporte femenino" continúa en la misma línea Alba. "Hasta entonces quizás había millones de personas que conocían a Alexia Putellas, pero poco más. Sin duda, quien siguiera el Mundial y viera el éxito de España tendrá en su mente muchos más nombres propios y rivales. Y eso en definitiva es esencial para la construcción de referentes y de una historia común", añade Mamen. A pesar de que el confeti y la purpurina duraron lo que dura un grito de gol, el poso del hito permanece.

«A nivel de simbología, favoreció la igualdad»

Para Jesús, el #SeAcabó significa "una puerta por la que van a pasar el resto". "A nivel de simbología, favoreció la igualdad. Antes, a la hora de saludar a una mujer o de presentarse -incluso en un contexto laboral-, la proximidad hacia ella estaba más aceptada que hacia un hombre. Y era algo en lo que, probablemente, no se había caído hasta ese momento. Es uno de los rastros que deja el movimiento", señala el profesor de Sociología en la Universidad de Castilla y la Mancha.

"Caló tanto porque el movimiento podría ser propio de cualquier ámbito de la sociedad, había muchísimas mujeres identificándose con la situación. Fue una reacción valiente, aplaudida y quizás esperada por muchas personas que desearían tener esa fuerza para acabar con el machismo intrínseco que viven a diario en sus diferentes puestos de trabajo", describe Mamen. "El alcance que logró este movimiento llegó en un momento en el que ya la sociedad dijo basta, son muchos años, mucho ninguneo, muchas injusticias y me alegro que esto haya unido a muchas personas a nivel mundial", añade Alba.

"Propició un relato colectivo en el que cuestionar la igualdad de género. Hacía falta y lo trajo el fútbol", reflexiona Jesús.

La Selección muestra la pancarta con el #SeAcabóRELEVO

¿Qué queda del #SeAcabó?

"¿Qué hubiera pasado si el beso no hubiese existido?", se pregunta Jesús. Y tarda cinco segundos en responderse a sí mismo. "No hubiese tenido la misma repercusión. Pero se dio para darnos cuenta del trato diferencial y permitió una reflexión colectiva".

Mientras una parte de la sociedad abrazaba el #SeAcabó, otra parte repudiaba el movimiento. Como todos los grandes terremotos sociales, hay quien los ama y hay quien los odia. La Selección se convirtió en un termómetro colectivo que colocarse debajo del brazo y, según qué temperatura dictase, te situaba en un lado o en el otro. Y daba la impresión de que sus triunfos, los posteriores al Mundial, radicalizaban aún más el asunto. Una sensación que se puso de relieve tras el fiasco en los Juegos Olímpicos, en los que España se quedó sin medalla y con la sensación de que muchos "las estaban esperando".

Sin embargo, Jesús es más optimista. "El #SeAcabó no hubiese sido igual sin las redes sociales. Los algoritmos le dan más cancha al odio. Lo que está pasando en la sociedad no son las redes sociales. Se fabrican conflictos sociales para intentar crispar a la sociedad. No nos engañemos, son los de siempre. A ver cómo conseguimos señalarlos con el dedo". 

Mamen comparte su impresión: "Creo que el odio hace mucho ruido, especialmente en redes sociales, pero lo que impera es la admiración y el deseo de que progresen. Al menos eso es lo que yo percibo cuando hablo con la gente fuera del periodismo y del fútbol", añade. "Creo que el movimiento no tuvo más recorrido porque las futbolistas procuraron frenarlo, supongo que por salud mental. Ellas decidieron parar los comentarios al respecto, no contar más de lo que todo el mundo vio en sus pantallas, y gestionar mejoras profesionales en el silencio de la Federación. Es totalmente lícito, porque luchar contra un gigante es muy difícil a largo plazo", sentencia.

"Han salido a la luz muchos casos de abuso, de injusticias que han ayudado a visibilizar la verdadera realidad. Y #SeAcabó se ha convertido en una lucha social a nivel mundial que ha cambiado la historia", culmina Alba.