GIRONA FC

Así es Quique Cárcel, el arquitecto que reconstruye al Girona al que Guardiola 'salvó' en el Pirineo

El equipo relevación de la última temporada debuta hoy en el Villamarín tras remodelar su plantilla y en busca aún de refuerzos.

Quique Cárcel, director deportivo del Girona, en los Pirineos con Pep Guardiola. /Girona FC
Quique Cárcel, director deportivo del Girona, en los Pirineos con Pep Guardiola. Girona FC
Lu Martin
Marc Mosull

Lu Martin y Marc Mosull

Los del Girona son tozudos y aunque el verano haya sido complicado para ellos, este jueves estrenan en el campo del Betis una histórica temporada dispuestos a "honrar la camiseta", según dijo ayer Míchel, su entrenador. No se le ha dado del todo bien la pretemporada, por lo menos si miramos marcadores: tres empates, tres derrotas y una sola victoria. Un verano que ha dejado preocupado al técnico vallecano, que ha reconocido esta última semana que, con tanto ir y venir de futbolistas, anda con la mosca tras la oreja porque le está costando armar equipo después del histórico curso 2023-24, cuando el Girona se metió por primera vez, en sus casi 100 años de historia, en competición europea. Nada menos que en la Champions League.

"No tengo idea de qué equipo vamos a presentar. Pero los jugadores llegan preparados para el debut, aunque tenemos bajas importantes. Esta temporada es especial y quiero trabajar de la mejor manera. Mi motivación es 'top' ahora mismo, pero hemos de hacer un equipo competitivo en el campo y esto pasa porque estemos conectados. No es fácil. Necesitamos aún tres o cuatro refuerzos", dijo el de Vallecas.

No deben interpretarse las palabras del vallecano como un reproche a Quique Cárcel, con el que vienen trabajando juntos desde hace meses en los planes de refuerzos: "Tenemos la misma idea, buscamos lo mismo", aseguró. "Haremos la mejor plantilla posible. Lo sé desde que acabó la pasada temporada". Y ahí es donde aparece el director deportivo, al que se le conoce como el arquitecto. Porque en verdad, si alguien ha construido este equipo, es él. Llegó al club hace diez años. Solo puso una condición cuando el entonces presidente Francesc Rebled le reclutó: "No quiero hablar nunca con el dueño, que no me llame, jamás. Si me llama, me largo". Entonces el dueño era Josep Delgado, buscado por el FBI por delitos fiscales y que vivía escondido en Polonia. El club estaba en Segunda B. No le llamó jamás.

Para entonces, Cárcel ya tenía una idea, ya sabía lo que buscaba, lo que pretendía: Un equipo que jugara bien. "Sabía que era la manera de llegar a Primera, que siempre fue su objetivo", dice el actual presidente", Delfi Geli, que en su día fue jugador de un equipo que intentaba crear el Arquitecto. "Lo ha conseguido porque es trabajador y resistente". De hecho, siempre fue fiel a la idea. Y esa idea, después de mucho sufrir, reír y llorar, ha llevado al Girona al sitio en el cual está hoy.

Mientras sigue buscando refuerzos, Angie, su esposa, psicóloga, y Abril y Quim, sus hijos, pasan las vacaciones en la playa, en Altafulla (Tarragona). La niña, rubia, guapa y cariñosa, quiere ser educadora infantil, y el chaval, listo como Quique, es un crío de doce años que devora todo lo que tenga que ver con el fútbol y juega de mediocentro en los infantiles de la cantera del Barça -"un Busi mas dinámico", dicen-. Su padre suele ir a verle y de paso, en la Ciutat Esportiva, echa un vistazo a lo que se cuece en el fútbol base que pasa por allí, porque otra cosa no, pero su capacidad de trabajo es enorme y su intuición para descubrir talento, parecida. "No para. No da tregua", cuentan en su equipo de trabajo. Le destacan por "metódico, constante, e intuitivo". "Y cercano y cariñoso, aunque no esperes que se acuerde de tu cumpleaños", se ríe Helena San José, la jefe de operaciones del primer equipo y el alma de los despachos. "Sin ella no estaríamos en Europa", le reconoce el director deportivo del Girona, que la idolatra. Bueno, como todos en Montilivi, conscientes de que sin su esfuerzo la pirámide se cae.

Los orígenes de Cárcel

El equipo de trabajo de Cárcel habla del barrio, de su pasado, de sus raíces, de dónde viene. Habla de fidelidad y habla del Poble Sec de Barcelona, de la calle Margarit, la del mítico restaurante La Tomaquera. Allí, cuando salía del cole, dels Escolapis de Sant Antoni, Quique empezó a darle patadas a un balón en la Plaça del Sortidor, a la que canta Cesk Freixas. Y lo hacía con dos de los que hoy son sus colaboradores: Totó y Pau Clavero. Y de ahí al pueblo, por vacaciones, a Altafulla, donde se enamoró de Angi. Y hasta hoy. "No sé, yo tendría 14 años y él 16" recordaba su esposa, durante el descanso del Girona-Toulouse, en Olot. No se han separado nunca. Ni tiene pinta de que lo vayan a hacer. "¿Por qué, si es lo mejor que me ha pasado en mi vida?" razona Quique con una sonrisa. Viven en Barcelona, para entendernos en la Villa Olímpica.

Cada mañana, Quique lleva al cole a sus hijos en el Nissan que le deja el club y de ahí sube a Girona; más o menos una hora de camino, depende del tráfico. Desconecta el teléfono. "Pienso, medito, reflexiono, le doy vueltas a las cosas, a las de casa y a las del equipo. Me ordeno y llego al club con todo en su sitio", explica el tipo que se inventó el fut-tok, algo parecido al ping-pong, pero con los pies; ese al que le vuelven loco los caracoles, el pescado al horno y una buena carne a la brasa. "Y estar junto al mar", dicen. Al volver a casa en coche sí aprovecha para responder llamadas.

Quique era un mediapunta "muy fino, tenía mucha clase", recuerda Iván de la Peña, con quién compartió alineaciones en una quinta irrepetible en el Mini: Quique Álvarez -acaba de fichar como entrenador para el filial del Girona-, Juan Carlos Moreno -al que años después se encontró viendo partidos en la Ciudad Deportiva del Barça y lo acabó fichando para su equipo-, Velamazán, Celades o Jordi Cruyff, entre otros. También estuvo en el Cádiz, en el Leganés, y en el Sabadell, hasta que echó raíces en L'Hospitalet, donde finalmente jugó nueve temporadas hasta convertirse en algo extraño: compaginó funciones de jugador y director técnico cuando por aquel entonces, que se tenga constancia, solo existía uno que hiciera algo parecido en toda Europa: Overmars, en el Go Eagles holandés.

Fue allí donde le reclutó el Girona, en julio de 2014, para sustituir a Oriol Alsina, que fue el que lo recomendó. Desde entonces, Cárcel ha llevado al club a los playoffs en seis ocasiones. Contra el Zaragoza (2014-15) perdieron en las semifinales, tras dejar escapar el ascenso directo en el fatídico duelo contra el Lugo; con Osasuna (2015-16); ante el Elche (2019-20); y contra el Rayo Vallecano (2020-21). Además, el Girona tocó el cielo de Primera por primera vez en la historia con el ascenso del 4 de junio de 2017; mantendría al equipo el curso siguiente (2017-18), pero bajaría al cabo de dos años a Segunda.

Según cuenta el propio Cárcel, en su caminar por Girona tuvo un momento especialmente malo. Era julio del 2021. "Lo pasé mal, me dio un bajón muy gordo. Era la segunda promoción que perdíamos prácticamente en un año y no veía salida. Yo tenía claro que quería a Míchel, pero Míchel... era una apuesta complicada". Él había subido a Primera con el Huesca y en la jornada 18 había sido cesado. Quique lo tenia claro, pero… Según recuerda David Torras, director de comunicación del club rojiblanco, Pep Guardiola subió al campus que organiza su fundación cada año, en el pirineo catalán: "Participan sus hijos, los de su hermano, los de Quique mis hijos. Aprovechamos y nos fuimos al Llac de Sant Maurici, en el Parc nacional d'Aigüestortes, con las familias; la de Pep, la de Pere y la mía. Nos quedamos en unos bungalows. Pep y Quique ellos estuvieron hablando una noche, no sé de qué... el caso es que al volver Quique fichó a Míchel, eso es lo único que sé ".

"Quique es de barrio" insiste David Torras, experiodista, director de comunicación del club, de Sant Antoni, barrio anexo al de Quique, que admite: "Cuando llegué al club me ayudó muchísimo. Todo lo pone fácil".

El técnico del City no recuerda especialmente de que habló con Quique Cárcel aquel par de días en los Pirineos. Solo sabe que "es un buen paio, sabe mucho de fútbol, tiene las cosas claras" y que le gusta estar con él. "Me vino muy bien hablar con Pep aquellos días. Estaba mal, veníamos de perder dos playoffs seguidos y tenía muchas dudas. Me ayudó a aclararme", dice Cárcel sin entrar en detalles

Allí estaba también Pere Guardiola, el dueño del club, con el que Quique mantiene una excelente relación y con el que habla prácticamente a diario. "Es una persona de muchos principios, honesta, que hace las cosas por pertenencia al equipo, porque toca. No le compras y va de cara. Futbolísticamente tiene olfato, ojo, sabe lo que puede funcionar y conoce las necesidades del entrenador. Y no es caprichoso. Busca perfiles y calidad, experiencia. Le gusta escoger cosas que aporten al vestuario y gente joven que compense la plantilla. Sabe, sabe mucho; por eso ha construido y reconstruido", dice Guardiola, que lo resume de este modo como es Cárcel: "Es trabajador y fiel. Y por encima de todo, es honesto. No engaña. Es del Poble Sec". De barrio, hijo de electricista y de peluquera.

El caso es que al volver a Barcelona, Quique llamó a Míchel, que estaba de vacaciones en Ibiza. Tenía claro que era la primera opción para intentar el ascenso. Se entendieron enseguida. Y habló con los suyos. A Santi Pou se le ocurrió que lo mejor era impresionarle, quedar junto al mar. Y montó la reunión en la Barceloneta, en el restaurante del hotel Vela. "Es un buen sitio", recuerda camino de una competición de saltos de caballos en la que participa su hija. Santi es un crack. Se conocen con Quique desde hace mil años, -coincidieron en el Hospitalet- y por eso Cárcel se fía a muerte del de Vic. Santi jugó en mil equipos y ha trabajado mucho olfateando como ojeador, por ejemplo para el staff de Ramón Planes en el Espanyol. De aquella reunión, por cierto, salió el acuerdo que ha llevado al Girona a Europa.

Con los dos creció en el barrio. 'Los del Poble Sec', les llaman en Montilivi. Toto, ahora coordinador de scoutings; fue futbolista, llegó a jugar en el Espanyol y es su hombre de confianza, su mano derecha. "Afortunadamente ha cambiado, claro, pero no en la esencia", dice Pau, con quien compartió vestuario en el Condal de chaval, y de niño iba a clase con su hermana, Marta. Clavero trabajó en Nike y en Media Base. Y ahora se dedica, entre otras cosas, a que a los jugadores no les falte de nada. Del Poble Sec, de la misma calle que Cárcel, son Ildefonso Toto Fernández y Pau Clavero. Se conocen de niños y desde hace años trabajan juntos. "No porque seamos amigos trabajan conmigo. Lo hacen porque saben mucho, porque han mamado fútbol, porque sé que piensan y porque me fío de ellos. No me traicionarán ni a mí ni al Girona", se justifica el arquitecto.

Su visión en los fichajes

Lo que no suele cambiarse Quique es la camisa y la americana si el equipo gana, para eso es muy supersticioso. Y su metodología de trabajo tampoco la cambia. No da puntada sin hilo. Será porque dinero, lo que se dice dinero, el Girona no ha tenido mucho a la hora de fichar. Por ejemplo, este verano estuvieron a punto de firmar al delantero uruguayo Luciano Rodríguez, pero se echaron para atrás. "Un día llegó al club y nos dijo que no veía claro pagar 15 millones por un tío tan joven. Llamó a Pere, hablaron y abortó la operación. Al final lo incorporó el Bahía, del grupo City", explican en el club.

Quique no asume riesgos pero le gusta dar segundas oportunidades. Su metodología de trabajo se puede resumir en el fichaje del central checo Ladislav Krejčí. Saltó la alarma en data base: joven y con buen número de partidos. Le vieron por vez primera vez en la eliminatoria entre el Sparta de Praga y el Betis. Les gustó, le siguieron en partidos de la selección y les convenció todavía más. El seguimiento siguió con su equipo y, cuando ya no hubo dudas, fueron a por él. "Este tío va", seguro que dijo el arquitecto. Es lo que dice cuando alguien de su acierta. Y cuando alguien mete la pata, no falta la coletilla: "este va con el lirio en la mano".

A Cárcel le gusta traer jóvenes, como Krejčí, pero también jugadores de vuelta, como Stuani; futbolistas que no han tenido suerte, pero que tienen calidad. Como ejemplo, el fichaje de Van de Beek, el del United, que salió barato (300.000 euros) y puede aportar mucho. O este mismo curso, futbolistas a los que no han "suspendido" como Bryan Gil, de cuyo talento no se puede dudar, pero al que las cosas se le han torcido en su aventura en Inglaterra. "El ejemplo máximo sería Savinho", explican en el club. Un futbolista al que le echó el ojo en un Mundial sub 21con Brasil, al que el grupo City fichó hace dos años, al que todo le salió mal en su llegada a Europa, primero en el Troyes y después en Holanda y por el que él personalmente apostó cuando nadie daba un euro.

Sabe QuiqueK que ha de vender bien y fichar mejor. Así lo ha hecho este verano con el traspaso de Dovbyk a la Roma, venta récord en la historia de la entidad y por el cual el Girona terminará embolsándose unos 32 millones de euros. O como la operación de Aleix García al Bayer Leverkusen, que pagará alrededor de 20 kilos por el centrocampista de Ulldecona.

Y es por eso, por la desbandada obligada -el Girona se convirtió en un "caramelo" tras su espectacular temporada-, que el arquitecto y su staff se han tenido que mover y mucho durante el presente mercado. Hasta ahora han llegado siete jugadores (Abel Ruiz, Krejči, Francés, Van de Beek, Misehouy, Bryan Gil y Oriol Romeu) con una inversión de alrededor de 22 millones de euros, y nadie duda de que Cárcel volverá a armar una plantilla de campanillas. Hace un año, ya fue capaz de reconstruir un equipo del que se fue la estructura básica -Romeu, Riquelme, Santi Bueno y Taty Castellanos- y lo clasificó para la Champions League.

Cárcel sabe que cuenta con la inestimable colaboración de Guardiola -"es una suerte tenerle, conoce bien el mercado y nos ayuda mucho", y señala a su equipo: "Sin ellos no sería lo mismo". A día de hoy, sigue buscando a un portero, un lateral, un mediocentro y un extremo. Y ha confirmado a Miovski, el sustituto del pichichi Dovbyk. A todo esto, el conjunto gerundense llega a Sevilla sin Valery, Tsygankov ni Manu Vallejo. Pero dice Míchel que el "objetivo es honrar la camiseta" del equipo de la ciudad de los cuatro ríos. Y es que en el Villamarín empieza la temporada más ilusionante de la historia del Girona, pero mientras tanto, en los despachos de La Vinya, Quique Cárcel, el Arquitecto, no se da tregua.