El Rayo enfada a Míchel y frustra a un Girona atascado y sin gol
El conjunto catalán fue incapaz de imponerse a un rival muy ordenado.
Suele decir Míchel que enseguida que arrancan los partidos de sus equipos, apenas disputadas un puñado de acciones, se da cuenta de si le gusta lo que ve y de si sus jugadores están interpretando bien lo que les pidió; de ahí que sea tan intervencionista durante los encuentros y que se muestre tan natural y efusivo en las charlas durante las pausas de hidratación, que son puro fútbol, en pos de corregir a sus futbolistas.
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A juzgar por la gestualidad de Míchel en la visita a Girona de su equipo del alma, el Rayo Vallecano, no le gustaba ni un pelo cómo cazaba la perrita. Aspavientos por aquí y gritos por ahí… a David López lo tenía frito a indicaciones. El técnico madrileño, obsesionado con recuperar la verticalidad y la circulación rápida que encumbró al conjunto gerundense el curso pasado, se quejaba con vehemencia de la falta de fluidez en el juego. No es de extrañar, pues su equipo venía de encajar tres derrotas consecutivas, siendo especialmente dolorosa la reciente caída en Mestalla, más por el cómo que por el qué. Y, superada la canícula, ya no hay cooling break que valga. Ante los vallecanos, atascado como pocas veces se le vio el curso pasado, el conjunto rojiblanco no pudo cortar la mala racha.
Gran parte de culpa del cortocircuito gironí lo tuvo el plan de Íñigo Pérez, que volvió a dejar a James en el banquillo -por más que eso enfurezca a la parroquia en redes de la franja- e ideó un doble lateral con Ratiu y Balliu para frenar las internadas de Miguel Gutiérrez, un verso libre que es una de las principales fuentes de alimentación del ataque catalán, pese a actuar como lateral.
Por cierto, su homónimo en el Rayo, Pep Chavarría, tuvo que ser sustituido a la media hora de encuentro porque se lesionó muscularmente en un quiebro de Asprilla. El cafetero le dejó literalmente sentado, pues el defensor de Figueres, uno de los tres futbolistas de la provincia de Girona que juegan en el equipo de LaLiga con más gironins -Balliu y Gumbau también lo son-, que es el Rayo, se rompió. Y fue sustituido por De Frutos.
La trascendencia de Miguel Gutiérrez
Con la lesión de Chavarría se terminó el invento del entrenador del Rayo, que ubicó a Balliu en la zurda para desmontar el doble lateral. Y con el flanco diestro más desguarnecido, en el primer balón que recibió Miguel Gutiérrez con cierta ventaja, el madrileño puso un centro medido para Asprilla, una invitación al gol para el colombiano, que, algo confiado, incomprensiblemente mandó por encima del larguero su remate con el interior de la zurda en la primera acción peligrosa de todo el encuentro, a muy poco del descanso.
Hasta que enfiló la caseta, Míchel siguió quejándose y lamentándose junto a sus ayudantes de las imprecisiones y la esterilidad de las posesiones de los suyos, excesivamente lentas. Visto el cabreo del entrenador en su área técnica, el discurso en el entretiempo sería para verlo.
En todo caso, el técnico del Girona no realizó ningún cambio. Sí lo hizo Iñigo Pérez, que dio carrete a Unai López y Gumbau en sustitución de Isi y Pedro Díaz; piernas frescas para el Rayo, ordenado y sacrificado, para seguir ahogando a un rival en el que Tsygankov, Asprilla y Bryan Gil, sus tres futbolistas más desequilibrantes, siempre acorralados, apenas aparecían. Lo hizo Asprilla al comienzo de la reanudación, tras un taconazo delicioso de Herrera, pero quiso dar un pase de la muerte y la defensa vallecana le leyó las intenciones.
Se destapó el atacante cafetero, el futbolista más caro de la historia del Girona, que, viendo cómo se hundía más y más la zaga de la franja, tiró una diagonal hacia el centro y disparó con el alma desde muy lejos, estrellándose con la cruceta de un Batalla que ya estaba vencido. Iba para gol de la jornada. Lo intentó también Tsygankov desde la media distancia, pero su chut se fue por encima del larguero.
Pese a la mejora, Míchel seguía con la mosca tras la oreja y llamó a filas a Stuani y Danjuma, más pólvora para un equipo que llegó a registrar un 80% de posesión durante el segundo tiempo, pero aquejado de gol, pues apenas había marcado un tanto en sus tres últimos encuentros.
Redobló la apuesta y confió en la imprevisibilidad de Misehouy. Por su parte, el Rayo, hasta bien entrado el último cuarto de hora, no inquietó a Gazzaniga, que no tuvo que intervenir en los 90 minutos, pero que vio cómo, primero, Ratiu probaba suerte con un chut muy fuerte que se fue arriba, tras un buen contragolpe visitante. Y segundos después, el que se quedó a las puertas del 0-1 fue Álvaro García tras una gran acción de De Frutos. Enloqueció el encuentro y no supo aprovecharlo Stuani, que marró en la línea un maravilloso pase de gol de Tsygankov.
A la postre, ni unos ni otros vieron puerta, lo cual es mucho más preocupante para los locales, desesperados en su búsqueda del gol. Y Míchel, como asumiendo el mal día de un equipo todavía en construcción, tras saludar uno a uno a sus jugadores y acercarse a saludar a la grada, puso rumbo al túnel de vestuarios con más resignación que enfado.
- FICHA TÉCNICA:
0 - Girona: Gazzaniga; Arnau Martínez, David López, Blind, Miguel Gutiérrez; Yangel Herrera, Iván Martín; Tsygankov, Asprilla (Misehouy, min. 75); Bryan Gil (Danjuma, min. 67); Abel Ruiz (Stuani, min. 67).
0 - Rayo Vallecano: Batalla; Balliu, Lejeune, Mumin, Pep Chavarría (De Frutos, min. 33); Ratiu, Óscar Valentín, Pedro Díaz (Unai López, min. 45), Isi (Gumbau, min. 45), Embarba (Álvaro García, min. 60); Camello (Nteka, min. 79).
Árbitro: Martínez Munuera (comité valenciano). Amonestó a los locales Tsygankov (min. 20), Abel Ruiz (min. 58) y Herrera (min. 83). Y a los visitantes Pedro Díaz (min. 45), Balliu (min. 89) y Ratiu (min. 90+3).
Incidencias: Partido de la 7ª jornada de LaLiga EA Sports disputado en el Estadi Municipal de Montilivi ante 12.272 aficionados.