REAL VALLADOLID - REAL MADRID

El proceso que ha llevado a Mbappé a ganarse que el vestuario se ponga a su servicio

El francés ha disipado cualquier recelo sobre su carácter y se erige, con permiso de Vinicius, en el nuevo líder del Madrid.

Mbappé se encoge de hombros durante el partido ante el Salzburgo. /REUTERS
Mbappé se encoge de hombros durante el partido ante el Salzburgo. REUTERS
Manuel Amor
Sergio Gómez

Manuel Amor y Sergio Gómez

Mbappé accede al vestuario del Real Madrid en Valdebebas y saluda, uno por uno, a los chicos del Castilla y el C que han subido a entrenarse esa mañana: "Hola, soy Kylian, encantado". Los canteranos alucinan con su amabilidad: "¿Y este tío?". La dinámica no es aislada y se extiende después en cada detalle, porque el francés no sólo se ha esforzado por ser humilde desde que viste de blanco, sino por parecerlo. Ya se pronunció en esa línea en su última rueda de prensa ("no puedo llegar aquí y decir 'ey, pásame el balón'") y sus compañeros aprecian de forma sincera su talante. Si sus numeritos en el PSG sembraron ciertas dudas sobre su ego y encaje en un vestuario plagado de estrellas, sus primeros seis meses han disipado cualquier recelo y le colocan en una posición de partida ideal para convertirse en el nuevo líder del equipo. Sin Vinicius, hoy tiene otra oportunidad ante el Real Valladolid (21:00, José Zorrilla).

El de Bondy, con la afición en el bolsillo y cinco goles en los últimos cuatro partidos, se ha ganado el favor de Ancelotti y de sus compañeros de estatus. El cuerpo técnico le percibió un tanto falto de carácter entre agosto y octubre, pero ensalza su paso al frente desde noviembre y que haya sido capaz de revertir las críticas. Ahora es un faro, moviéndose desde la posición de '9' a cualquiera de los dos costados, y un referente para los demás. Vini le tendió la mano tras la goleada al Salzburgo ("le ayudaremos a ser el Pichichi de todos los torneos") y mantiene una relación magnífica con Rodrygo o Bellingham. Además de sus compatriotas Tchouameni, Camavinga y Mendy, con pilares como Valverde y Brahim también ha congeniado de maravilla. Y la Madrid diurna y nocturna (la semana pasada cenó en Los 33, cerca de la plaza de Colón, y el mes pasado en Aarde, junto a la Puerta de Alcalá) ya se la conoce al dedillo.

Mbappé: “He cambiado mi mentalidad para demostrar el jugador que soy”.

Con el proceso de adaptación finalizado, el vestuario elogia haberse encontrado a un Mbappé con perfil bajo, dispuesto a escuchar y sin ganas de alardear de que para muchos es el mejor jugador del mundo (así lo ha deslizado alguna vez el club) y que el Madrid realizó un enorme esfuerzo económico (gran prima de fichaje) para que encabezase el proyecto. Su estrategia no gustó en un principio entre la cúpula, pero le ha servido para ganarse todavía más el respeto de sus "colegas" y lograr que el vestuario se ponga a su disposición.

Un proceso

El camino de Mbappé no ha sido, ni mucho menos, de color de rosa. Más allá de los reproches de prensa y aficionados, en el club no gustó nada de nada que caminase con pies de plomo. Hasta Florentino intervino para transmitirle que deseaba que fuese el capo cuanto antes. En las oficinas del Bernabéu consideraban que Kylian no había llegado al Bernabéu para ser uno más o un complemento de lujo, sino el mejor y el más importante de todos los jugadores que visten de blanco, y detectaron que esa tendencia de Ancelotti a que el liderazgo se reparta y reordene de forma natural debía tener los días contados. Por eso, sin obligarle pero aconsejando, el presidente le vino a decir al técnico italiano en algún que otro careo en la Ciudad Deportiva que ese Mbappé no era el que había comprado, que debía abandonar la sombra -donde se hallaba por prudencia y porque no le estaban saliendo las cosas- y que tenía que espabilar.

El propio club fue contribuyendo con sus gestos a este cambio de escenario. En el partido ante Osasuna del 9 de noviembre, como recordó Relevo, Mbappé fue el último jugador del once titular nombrado por el speaker en el Santiago Bernabéu, el lugar reservado para la estrella y hasta entonces propiedad de Vinicius. Los guiños contribuyeron a que Kylian tomase conciencia y cazase al vuelo la recomendación del 'presi'. Ahora ha cambiado: igual de modesto y sin alzar la voz, pero con galones para tirar del carro y no temer.

Hay más gestos que ayudan a comprender que lo de Mbappé no es una pose. A Madrid, sabiéndose el mejor en Francia y por decisión propia, llegó sin preparador físico personal, nutricionista o casi cualquiera de esas figuras que hoy acompañan a todos los futbolistas hasta de Segunda. Y, para cumplir con los diferentes planes, se ha apoyado en personal del club, del que sigue los consejos a rajatabla.

Sólo el tiempo podrá decir si conserva la llanura o se envalentona, pero su conducta le ha conducido a un lugar privilegiado y a entrar en un tramo decisivo de la temporada como el crack absoluto. Antes encajó las críticas ("es normal"), bailó con cuidado entre Vinicius y Rodrygo ("pensé mucho en cómo moverme") y superó su crisis ("con el tiempo tendré más importancia"). Ahora recoge los frutos de su paciencia. Este Mbappé sí es el que quería el presidente.