Reconstrucción del 'tonto-debate' de Zidane en el Real Madrid para entender lo que vive Mbappé: "Gracias por haberme dejado en paz"
El marsellés lo pasó mal en sus primeros meses de blanco. En un partido en noviembre hizo 'clic' y en diciembre ya era la referencia.
El fútbol es ese deporte en el que todos tenemos evidencias y la pelota las convierte en granos de arena de playa que desaparecen entre los dedos. Hay poca lógica en un juego fabricado de imprevistos y ninguna garantía. Los primeros meses de Kylian Mbappé (25 años) en el Real Madrid son la mejor prueba de que las matemáticas van por un lado y el balón va por el otro. El francés, el futbolista que aglutina las mejores virtudes en la actualidad, llegó en plenitud al campeón de la Liga y de la Champions, un equipo de talento y físicamente imponente. Era imposible que una guinda estropeara el pastel. Hasta que la teoría dejó paso a la práctica y a esos intangibles que tiran del hilo hasta deshilachar cualquier pronóstico. Es diciembre y reina el debate. De momento, Mbappé no ha demostrado el liderazgo que se le presumía, falla pases, ocasiones claras y penaltis. Sus números (11 goles y dos asistencias) son mucho mejores que las sensaciones de un futbolista que sigue buscando la confianza. La pregunta es recurrente. ¿Qué le pasa?
Para justificar esta codificación, hay quien baja del desván el caso de Zinedine Zidane y compara los dos inicios. "A Zizou le pitaron cuando llegó", se suele argüir. Pero, ¿aquello fue igual? Asumiendo como base que las épocas son distintas y que los futbolistas no son comparables, efectivamente ambos casos comparten ciertos paralelismos, sobre todo en las primeras semanas de la temporada, ese periodo donde se advierte que la presión del Real Madrid es distinta a cualquier otra. Lo que a continuación se expone, evidencia que todo jugador necesita un proceso de adaptación. No sólo al juego del nuevo equipo sino, sobre todo, a un nuevo país, donde todo el entorno está por anclar. Le sucedió al mago marsellés y le está ocurriendo a la estrella de Bondy.
En 2001, Florentino pagó 75 millones de euros por Zidane, que aterrizó con cuatro años más que Kylian (29) y en un equipo campeón de Liga para ser la joya de la corona. Su llegada provocó una euforia general, una gran expectativa en los medios de comunicación. Los primeros pasos fueron en falso. "Parece que te obliga a ganar los partidos sin jugarlos. Es un error entender que las grandes individualidades te van a hacer un milagro cada partido y que se va a ganar por gracia divina. Aquí no se inventó otra cosa más que el esfuerzo y el orden", aclaró Jorge Valdano, director general deportivo, a mediados de agosto, después de una pretemporada con más nubes que claros. Comenzó la campaña con esa derrota ante el Valencia (1-0) y el pegajoso marcaje de Albelda a Zizou, y un empate en el Bernabéu contra el Málaga (1-1). El debate, que algunos calificaron de 'tonto-debate', estaba abierto.
Poco después de ese encuentro, el 10 de septiembre de 2001, Fernando Hierro compareció ante los periodistas, en esa sana costumbre que había de celebrar conferencias de prensa en las que el vestuario podía explicar y explicarse. "¿La culpa es de Zidane?", fue una de las preguntas. Tal era la controversia con el astro, con sólo dos choques disputados. "No podemos estar hablando todos los días de él. Hay que dejarle tranquilo porque terminará adaptado. Pero no jugamos peor porque haya llegado él. En teoría teníamos que ser mejores con él, pero todo lleva tiempo. Es una barbaridad hablar de un solo jugador", respondió el capitán.
"Hay que dejar a Zidane tranquilo porque terminará adaptado. No jugamos peor porque haya llegado él"
Antes de recibir esta defensa, el francés salió a mandar un mensaje de tranquilidad y casi a pedir un favor: "Todos necesitamos tranquilidad, yo y todos. Lo único que me diferencia de cualquiera es que yo juego en el Real Madrid. En el campo no hay problemas, puedo soportar la tensión que genera el fútbol, pero fuera quiero vivir como todos, con tranquilidad. Soy consciente de que no he jugado como esperaban de mí, y yo tampoco estoy contento conmigo mismo. Soy el que mejor me conozco y sé de mis cualidades y lo que puedo hacer en el campo con el equipo". Un paso al frente que recuerda al post de Mbappé con las heridas de San Mamés aún supurando ("Soy el responsable, pero mostraré quién soy").
Zidane da un paso al frente con el Madrid 15º en LaLiga
El ruido, en cambio, no amainó porque el juego del equipo era malo y los resultados, peores. En la novena jornada, después de naufragar en Las Palmas (4-2) y empatar con Alavés (0-0) y Celta (1-1), el Madrid estaba hundido en la clasificación, en el puesto 15º, a diez puntos del Deportivo, líder. Un día después del traspié frente a los vigueses, el 22 de octubre, Zidane volvió a comparecer. Las preguntas se arrojaban sin almíbar. No eran pocos los que se cuestionaban si el virus de ese mal que arrastraba el equipo podía tener su origen en el mejor jugador del mundo. "¿Es usted el problema?", le pellizcaron. "No hay problemas conmigo, ni tampoco con mi adaptación. El Madrid es un equipo muy fuerte y es cuestión de tiempo que encontremos nuestro mejor juego y que estemos en el lugar que nos corresponde. Nada de crisis; sólo nos falta tiempo", apuntó.
Aquella tarde se le vio calmado, comenzaba a reconciliarse con su nuevo ecosistema. Él dio la clave: "Quiero agradecer que me hayan dejado en paz porque me hacía falta tranquilidad. Poco a poco, estoy mejor, pero espero más de mí. Por ahora, no me gusta mi juego. Sé que puedo dar más y no estoy satisfecho. No estoy contento con mi rendimiento y pienso que el Madrid no está donde debería. Saldremos de este bache". Si su última respuesta se la atribuyeran a Mbappé a nadie le extrañaría. Esto fue lo que dijo Zizou: "No estaremos bien juntos sobre el campo hasta que yo lleve más aquí. Nos falta un tiempo de adaptación porque hay automatismos en el campo en los que no estamos compenetrados. Esta situación deportiva no es algo que me preocupe, pero sí me molesta un poco que tengamos ocasiones de ganar y de meter goles y que no seamos capaces de hacerlo. También influye que estamos teniendo mala suerte en el remate a gol".
¿Cuánto tiempo se tardó en ver al verdadero Zidane? Un mes después, el Bernabéu ya salivaba con el '5'. El punto de inflexión, cuando pareció quitarse de un manotazo la nube negra de encima, fue en un partido contra el Sevilla, el 17 de noviembre. El Real Madrid ganó 2-1, con dos asistencias suyas a Fernando Morientes. Desde entonces, los blancos encadenaron seis triunfos consecutivos. Todo orbitaba ya alrededor de la estrella (sumaba cuatro tantos y tres pases de gol). El 7 de diciembre, el debate vestía con ropas del pasado. "Ya estoy al cien por cien", confirmó el marsellés.
El despegue de Zizou y los fuegos de Mbappé
No fue sólo cuestión de adaptación; también influyeron los descansos (no jugó los cuatro primeros partidos de Champions porque arrastraba sanción y aprovechaba para exprimirse en solitario en la Ciudad Deportiva) y algún retoque en la pizarra. Del Bosque decidió guardarle las espaldas con Helguera y Makelele, la vida sobre el verde se le volvió más agradable y todo se afinó. Su 2002 arrancó ante el Dépor, con uno de esos goles que no se borran de la memoria, y acabó la temporada marcando la volea que le dio la Novena Copa de Europa al Real Madrid.
El caso de Mbappé comenzó caminando por las mismas huellas, pero ha acabado por tener identidad propia. Da la impresión de que su 'crisis' (de aclimatación, de juego, de goles, de confianza...) es más profunda. No en vano, a diferencia de Zizou, ha llegado al Real Madrid con demasiados frentes abiertos: con la página del PSG sin pasar por su litigio a cuenta los 55 millones que le reclama; el cansancio acumulado; el peso de las críticas en Francia por el mal papel en la Eurocopa; sus no convocatorias por Deschamps, bien por sugerencia propia o por decisión técnica, que han revuelto aún más su cabeza, el caso Estocolmo… Todos estos fuegos intentó abordarlos en su entrevista en 'Clique' del domingo, en un intento de aclarar todos los asuntos y poder centrarse plenamente en su nueva etapa en el Real Madrid.
"Descubres un nuevo contexto, un nuevo club, un nuevo clima, un nuevo entorno. Abres todos los sentidos. Se trata más bien de observar. Voy a tener éxito aquí", manifestó, convencido. Es tan consciente de que ahora es un Mbappé a media asta como que para besar el santo se necesita un proceso de adaptación. No es fácil cambiar un entorno mullido, confortable, por otro atractivo pero aún por conocer. Ancelotti procura facilitarle el terreno: "Está bien, mejorando. Yo sólo le he aportado la confianza que necesita un jugador que llega a un nuevo club. Está teniendo una buena dinámica y lo de mañana puede ser muy importante".
A Zidane le costó cuatro meses adaptar su figura al rigor del Madrid. Kylian sigue buscando el espejo en el que reconocerse. Quién sabe si lo encontrará esta noche en Bérgamo.