El orden de Flick contra el caos del club: el Barça llega derrapando a Mestalla

Jordi Cardero

Publicado17 de agosto de 2024, 7:31 h

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El Barcelona de Hansi Flick nacerá en Mestalla, pero como club llega a Valencia derrapando. A pesar de que desde la institución se lleva poniendo la etiqueta de 'inminente' a prácticamente todas las carpetas que el club ha tenido -y tiene- abiertas durante los últimos meses, el equipo que presentará en el debut en Liga debería de ser solo un esbozo del que competirá durante el año. No solo a nivel de plantilla.

Durante el viernes, a poco más de 24 horas para el debut liguero, el Barcelona envió a LaLiga toda la información del contrato con Aramark, que permite ingresar 40 millones de euros. Quedarán otros 60 para cuadrar las cuentas del vacío que dejó Libero de cara a este curso, los cuales ya hace muchos meses el club sabe que nunca llegarían a entrar por su vía. Es una huida hacia delante, pues una empresa de catering es la que ha salvado las cuentas del negocio digital club y, de esta manera, ha validado que Barça Vision sigue valiendo los 400 millones en que el club tasó el 49% de Barça Studios.

No es el único foco que tiene puesto el Barça. Los últimos meses estuvieron marcados por la guerra fría que inició con Nike. Joan Laporta tensó la cuerda hasta dejar a punto de romperla. De hecho, la ruptura temporal de negociaciones y la inexistencia de conversaciones son las que llevaron a la marca americana a fabricar erróneamente las nuevas camisetas, con el logo de Spotify antiguo en lugar del nuevo.

Esto ha llevado a la situación que los jugadores lleven la camiseta correcta, mientras que los seguidores se dejen más de 100 euros en una camiseta que sus ídolos nunca llevarán. Además, todavía no se ha presentado la segunda equipación. Laporta sigue negociando con Nike para firmar "el mejor contrato de la historia".

Para ocupar el hueco de Libero, en el club ponían como límite el 30 de junio para saldar cuentas. Pero la realidad es que el Barcelona ya concibe como algo normal ir salvando las cuentas mercado a mercado. Aunque de camino se han dado negociaciones incomprensibles como la de Vitor Roque con el dinero que Xavi pidió destinar a un mediocentro. Ahora la responsabilidad del pivote, herencia inabarcable de Busquets, recae sobre hombros de Marc Casadó y Marc Bernal.

Del mismo modo que el acuerdo con Nike, también se vendió como inminente la decisión de Nico Williams. El club alimentó la ilusión de la afición mostrando músculo y afirmando que había dinero para afrontar la situación. Aun con el extremo cancelando una semana de vacaciones, diciendo en un vídeo que tenía ganas de empezar la nueva temporada y presentándose como el nuevo número 10 del Athletic, desde el club transmitían que aún veían posibilidades de ficharle. Finalmente, el Barça logró hacerse con los servicios de Dani Olmo, una de las grandes sensaciones de la Eurocopa. Y aunque quieren ir a por más antes del cierre, Deco no sabe cuáles serán los márgenes.

El clima que se respira en la directiva no es el ideal. Han ido saltando personas importantes, como Eduard Romeu, quien fuera vicepresidente económico, y la salida de Xavi creó dos frentes. Por un lado, Rafa Yuste, fiel defensor del técnico catalán. Por el otro, Joan Soler o Enric Masip, partidarios de su destitución. Yuste no viajó a la gira. Xavi se sintió traicionado por otro de sus valedores, Alejandro Echevarría. Este filtró al vestuario la supuesta lista de bajas del entrenador y fue un jugador el que avisó al de Terrassa de lo sucedido.

En este decorado irrumpió Hansi Flick. El club lo tuvo protegido durante un par de meses hasta el día de su presentación. No hay ni un amago de malas palabras en el club para el técnico alemán, que gusta a toda la directiva y se ha ganado desde el primer día a los entrenadores de La Masia. Llegó conociendo a todos y cada uno de los jugadores de las categorías cercanas al primer equipo tras un estudio exhaustivo y no le está temblando el pulso a la hora de apostar por Marcs y compañía. Siguió junto a Deco y Bojan el amistoso a puerta cerrada en el que el Barça Atlètic derrotó a L'Hospitalet esta semana.

"Estoy contento con la plantilla que tengo, que es lo importante. Cuando firmé, sabía que no sería fácil", aseguró en su primera rueda de prensa prepartido, antes de viajar a Valencia. En el vestuario reconocen la exigencia de los entrenamientos de Flick, liderados en el ámbito físico por Pepe Conde y Julio Tous. También la intensidad. Además, se notan los cambios en la forma: el equipo hizo una sesión suave antes de salir hacia Valencia. Con Xavi iban directamente al aeropuerto.

Los futbolistas sienten una mejora a nivel física y táctica. Aun sin saber qué piezas acabarán conformando la plantilla, Flick ha dado una buena sacudida a los entrenamientos. A nivel de mensaje ha elevado el nivel de exigencia y ha asegurado que no habrá excusas. Aunque a nivel interno, a los jugadores les quita presión de encima, consciente de lo que llevan cargando los últimos años. Para Flick, el fútbol es 'solo' fútbol.

Ya en su rueda de prensa de presentación actuó como portavoz del club deslizando la salida de Sergi Roberto. No dijo más que una verdad: que el polivalente futbolista ya no estaba en el club. Habiendo terminado contrato el 30 de junio, el Barcelona no se despidió del capitán hasta esta misma semana. Hasta el momento de las palabras de Flick, nadie se había pronunciado, Roberto había quedado en un extraño limbo dependiente del fairplay. Su entorno acabó ciertamente molesto por las formas del adiós.

Cuentan desde el vestuario que es una persona cercana con el jugador, que incluso se atreve a hacer alguna broma. Y a pesar de que tuvo a varios futbolistas lejos, se mensajeó con los presentes en Eurocopa y Juegos para desearles suerte, felicitarles y hasta dejar algún que otro consejo sobre planteamientos de partidos. Si bien a nivel institucional el club trata de solventar problemas antes del cierre de mercado, Flick ha sentado unas bases sólidas en el terreno de juego y el vestuario. De los de arriba depende dotarlo de unas herramientas que él nunca exigirá públicamente.

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