Los nueve meses de Luis Aragonés en el Barça dan para una serie: "Los veteranos nos decían, 'va a pasar algo gordo"
El Atlético-Barça rescata su figura, que pasó un año por el Camp Nou con un motín, una "ansiedad fóbica" y la ira de Núñez.
El 26 de septiembre de 1987, Luis Aragonés, de 49 años, iniciaba su aventura de nueve meses como entrenador del FC Barcelona. A los dos minutos de su debut ante el Athletic Club en San Mamés, ya perdía por 1-0 con un gol de Joseba Aguirre. Un preludio de una temporada complicada, repleta de tensiones en la que el de Hortaleza pasó por todos los estados y vivió momentos únicos en su legendaria carrera en los banquillos. Se le diagnóstico "ansiedad fóbica", participó en el famoso Motín del Hesperia, logró el título de Copa del Rey en Madrid ante la Real Sociedad y fue víctima de todo ese caos hasta que José Luis Núñez, presidente azulgrana, le cortó la cabeza al finalizar el curso. "La sensación era que estaba de paso. Fue año de elecciones, tenía carácter interino, como Radomir Antic en su momento", recuerda uno de los periodistas que siguió de cerca aquella temporada. "Va a pasar algo gordo", repetían los futbolistas cada vez que hablaban con ellos.
Para entender el magma volcánico donde aterrizó Luis, hay señalar primero de dónde venía aquel Barcelona. Las heridas de la final de Copa de Europa perdida ante el Steaua de Bucarest en 1986 aún no habían cicatrizado, y el equipo iniciaba una segunda temporada con Terry Venables, que era "encantador, inglés, un cookney de manual". "Era muy trabajador tácticamente, nada de pelotazo y p'alante, como se podía presumir de un inglés en aquellos años", explicó el que fuera el utilero Ángel Mur. En la temporada 1986-87 el Dundee United los eliminó en los cuartos de final de la UEFA, en la Copa del Rey perdieron ante Osasuna a las primeras de cambio y en LaLiga quedaron por detrás del Real Madrid. Y Venables, con su talante de cantante, inició el siguiente curso con unos guarismos pobres: ganó a Las Palmas, perdió ante Espanyol, Valencia y Sevilla. Y la directiva lo despidió.
Joan Gaspart, que era la mano derecha de Núñez en aquella época, rememora algunos momentos de su llegada. "Empezamos mal y prescindimos de Venables. Hay un escritor famoso, que era muy amigo de Luis Aragonés y se alojaba en uno de mis hoteles, y él intervino. Dijo que era su cliente. Nos pusimos de acuerdo rápido", recuerda. No se ha podido precisar quién era ese escritor que hacía las veces de abogado que fue la clave en la llegada del Sabio de Hortaleza. "Era una gran persona y muy amigo", explica el que fuera vicepresidente por aquel entonces y presidente después.
"A cada jugador le daba lo que quería escuchar, sacaba todo el jugo, pero se encerraba en sí mismo"
Excapitán del FC BarcelonaAragonés se trajo a Ángel Vilda, el padre del exentrenador de la Selección femenina, como preparador físico, y su excompañero Carles Rexach le hizo de mano derecha. "Luis ve que Rexach es un animal futbolístico, lo conoce y sabe que es un tío de fútbol de toda la vida con conocimiento del vestuario, y de todo. Además, es un gran conocedor del Barça, como luego pudieron ser Guardiola o Xavi", explica uno de los miembros de aquel entorno que seguía con su pluma el primer equipo azulgrana.
Con el que fuera delantero como mano derecha, intentó reconducir un equipo en ebullición por el caldo de cultivo de años anteriores. Víctor Muñoz, que era uno de los capitanes, lo recuerda así: "La relación con nosotros era buena. A cada jugador le daba lo que quería escuchar, sacaba todo el jugo de cada uno. A veces se encerraba en sí mismo. No hizo cambios bruscos. Sacó rendimiento y ganamos la Copa del Rey, que era lo que el club quería...". El exjugador habla con un cierto freno por todo lo que acompañó a aquella temporada.
El momento de "Aurelio y los Vagabundos": "A ellos déjelos en paz"
Luis Aragonés, que vivía entre los barrios de Sarrià y Pedralbes, no lejos del Camp Nou, siempre defendía a los jugadores, como recuerda Ramon Besa, de El País, que apenas llevaba dos años para ese diario cuando le tocó cubrir la etapa del Sabio. Hay una anécdota que no olvida: "Recuerdo una rueda de prensa especialmente. Yo había escrito un artículo de opinión titulado 'Aurelio y Los Vagabundos' en referencia a que el Barça no estaba jugando bien. El título lo saqué de un grupo de música de la época. Aurelio era porque a Luis le llamaban así en referencia a un personaje de El Planeta de los Simios, y Vagabundos estaba dirigido a los jugadores por cómo jugaban. En ese momento, él pregunta: '¿quién ha escrito el artículo Aurelio y los Vagabundos?' Le dije que había sido yo y me contestó: "A Aurelio dígale lo que quiera, pero a los Vagabundos déjeles en paz".
Esa protección al jugador fue lo que, meses después, provocaría su sentencia en el famoso Motín del Hesperia. El lío lo inició Bernd Schuster y lo explica Muñoz desde el lado de los futbolistas: "Nosotros teníamos una especie de doble contrato. Cobrábamos una parte de salario y otra de derechos de imagen en la que solamente tributábamos el cinco por ciento. Pero eso cambió, hubo un lío con Hacienda y tuvimos que pagar el 30% o algo así. El club no asumió nada, y claro, acabamos ganando menos".
Y el jueves 28 de marzo, antes de un partido ante el Real Madrid, los jugadores salieron a leer un comunicado en el Hotel Hesperia que estaba al final de la Vía Augusta -ya no existe hoy en día-. Una denuncia capitaneada por Alexanco, sin Schuster -que siempre fue a su bola y denunció por su cuenta- ni Lineker, pero con Luis Aragonés. El técnico aparecía en el desafío a Núñez... Y Gaspart da su versión.
"Él participó sin querer. Me llamó y me dijo que los jugadores harían una rueda de prensa, que querían hacer un motín. Fui el primero en enterarme. Me lo comunicó como amigo", empieza su relato Gaspart. "Le dije que no se involucrara, pero él me dijo 'mira, Juan, si me dices eso, no me meto, pero en ese caso pierdo fuerza. Debo estar al lado de los jugadores siempre, esté de acuerdo o no. Si no estoy, perderé la fuerza moral y quedan partidos importantes, finales...", prosigue el exvicepresidente. "No te voy a hacer un favor si te digo que estés, pero si crees que perderás fuerza, entonces, estate. Le dije eso, y estuvo en un segundo plano", añade. "Fracasé en intentar acercar al equipo y a la directiva. Lo intenté pero no hubo manera", dijo en su día Aragonés.
"Él me dijo: 'Mira, Juan, si me dices eso no me meto, pero en ese caso pierdo fuerza"
Expresidente del FC BarcelonaEse gesto enfureció al presidente, y contentó a la plantilla aunque, como señala Víctor Múñoz, sabía de esa "política" de Luis Aragonés. "En el Barça tuvo la difícil misión de estar a favor de los jugadores en un momento y también de la directiva. Lo eligieron para gestionar un momento crítico. Tenía tablas", añadió el exjugador y exentrenador. "Le costó muy caro, les intenté convencer, él no tenía culpa. Pero el club entendió que un entrenador que participó en un motín no merecía seguir, y prescindimos de él", comentó Gaspart a Relevo.
El cuadro de "ansiedad fóbica" y sus ausencias
Antes de que llegara ese marzo de cuchillos largos, Luis Aragonés pasó por momentos de salud complicados fruto de la situación del equipo, de las tensiones, y, como apuntaban algunas habladurías, de su afición por el juego. "Llevaba unos días triste y apagado y un día no vino. Le dio un bajón anímico brutal, se puso malo en toda la extensión de la palabra", recuerda en su libro Andoni Zubizarreta.
El entrenador tuvo que ausentarse y dejar el grupo en manos de Rexach. Y Aragonés, que tuvo que digerir todo tipo de rumores, dio la cara con el psiquiatra José Pozuelo en la Clínica Quirón el 18 de febrero de 1988. "Quiero aclarar el proceso que ha afectado en distintas ocasiones, ahora y antes, a Luis Aragonés. No sufre ni una ciclotimia, ni una psicosis maniaco-depresiva, ni una depresión, ni siquiera un estado de agotamiento por estrés, sino que se trata simplemente de un proceso de ansiedad, de naturaleza fóbica". Esto se supera "con un simple tratamiento".
"Teníamos más reuniones que entrenamientos. Había muchos problemas. Y digo muchos"
En el libro de Andoni ZubizarretaEn una temporada con tantos sobresaltos y con un equipo que estaba en disolución, todos se aunaron para ganar la final de la Copa del Rey ante la Real Sociedad. Esa final se jugó dos semanas antes que el motín del Hesperia. "Teníamos más reuniones que entrenamientos. Estaba el problema fiscal, pero no era el único, había muchos (Migueli y Julio Alberto llegaron a las manos). Y digo muchos. Reunirse era la única manera de hacer grupo", recogió en su día Aragonés.
La sentencia de Núñez: "¿Cuántos has sacado de los otros?"
El Barça iba de víctima a aquella final. La Real Sociedad era un equipo dominante, con talento, y los azulgrana un polvorín, con un entrenador que había superado un cuadro de "ansiedad fóbica" y una plantilla en contra de la directiva y a las puertas de preparar un motín. "Fuimos a Madrid a buscar la Copa, no a ganarla. Y así nos fue", explica José María Bakero, de la Real, ya comprometido con el Barça para el año siguiente. "Aquella Copa era imposible. Parecía que el nuñismo estaba muriendo. Aquel título tiene mucho mérito, como si fuera la primera Copa de Europa", rememora el periodista Tomás Guasch, que estableció una relación de amistad con Aragonés en aquella campaña. "Él siempre defendió al equipo y la final se decanta por un gol de Alexanco, de estrategia, en algo que Luis trabajaba mucho", añade Besa. "Y eso que Bakero, Begiristain y López Rekarte ya estaban fichados por el Barça", subraya Miguel Rico, quien también vivió en primera persona aquella temporada. "Le dije que estuviera cerca de los jugadores. Él siempre decía que los partidos los ganan y los pierden ellos. Él trabajaba bien la estrategia, la preparación física... Tenía una gran credibilidad como el entrenador", concluye Gaspart.
El Barcelona acabó sexto la Liga y gracias a esa victoria de Copa logró entrar en Europa. Mientras tanto, el Espanyol jugó la final de la UEFA ante el Bayer Leverkusen el mismo día -el partido de ida- en el que Núñez anuncia el fichaje de Johan Cruyff. Aragonés ya era pasado, como recuerda Miguel Rico en una comida que no olvida 36 años después. "Estábamos en un restaurante de la calle Urgell y llegó Gaspart para decirle a Núñez los fichajes que había hecho de Soler y Valverde. Pero el presidente le contestó: '¿Y de los otros cuántos has sacado?", en referencia a los jugadores que participaron en el motín.
Luis Aragonés se marchó de Barcelona. No vino Clemente -"dijeron que él había hecho los fichajes de los vascos"- sino Cruyff. Y Rexach siguió a su lado. El Sabio de Hortaleza continuó con su carrera. Los que vivieron aquella temporada le dan mérito de ganar, quizás, la copa más difícil en la historia del Barça con un motín, una ansiedad fóbica y muchos problemas. "Y digo muchos", cómo resaltó El Sabio.