Ricardo Serna y su vida en el Dream Team de Cruyff: "Al principio había cosas que no podía entender"
El exfutbolista recuerda para Relevo sus inicios en el Sevilla y su posterior fichaje para el Barcelona por petición del neerlandés.
Sevillista y azulgrana, 211 partidos oficiales con el equipo hispalense y 148 con el barcelonés, con el que logró abrir las vitrinas, sobre todo con esa Copa de Europa de Wembley que cambió la historia del Barcelona. Ricardo Serna Orozco (1964, Sevilla) se crio en la cantera del Sevilla e hizo carrera durante seis temporadas en el club andaluz antes de marcharse traspasado al Barcelona por petición de Johan Cruyff. "Si te llama tu ídolo de la infancia…", recuerda para Relevo, en una conversación telefónica, este elegante defensa que se consolidó en aquel Dream Team pese a las dificultades que tenía para un zaguero adaptarse a las exigencias del holandés.
Miembro activo de la Agrupación de Veteranos del Barcelona, lo que lo convierte en colaborador del área social para ofrecer coloquios o participar en las visitas a las distintas peñas del club por el sur de España, Serna mantiene la vinculación con los integrantes de aquel equipo que, liderado por Cruyff, encandiló a casi toda España. "Era un grupo fantástico", rememora Serna, que todavía se emociona cuando recuerda a sus compañeros.
Debutó con el Sevilla en 1982 y en su estreno en la élite le tocó lidiar con Maradona, para luego disfrutar de aquel equipo dirigido Manolo Cardo hasta que el club hispalense lo traspasó al Barcelona por 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros). Tras cerrar su ciclo ganador como azulgrana, Serna puso rumbo al Deportivo de La Coruña, donde Arsenio Iglesias lo relegó al banquillo y su carrera acabaría posteriormente en el Mallorca, el Granada y el Ceuta, aunque su vinculación al fútbol todavía continúa. "Me encanta y lo veo en todas las categorías", dice el sevillano, que fue protagonista de fotos icónicas como aquella con el transistor de las Ligas de Tenerife.
¿Cómo empezó usted en el fútbol?
Jugaba en el barrio, como entonces se hacía. Se echa de menos esa picaresca de gente de la calle, de jugar contra distintas edades, las dificultades para encontrar un balón o un campo. Me inicié en un equipo que se llamaba la Sevillana, jugábamos en Santa Clara, en un campeonato bastante bueno. Ahí estuvieron otros como San José o el propio Rafa Gordillo.
Y de ahí al Sevilla...
Tenía un vecino, Codesal, que jugaba en el Sevilla y que ganaría la Copa del Rey juvenil en aquel entonces. Se lo comentó a Pepe Alfaro, que coordinaba la cantera. Me dijo que fuese a hacer una prueba, la realicé y me cogieron. Estuve cuatro años en la cantera, uno de infantil (actual cadete) y tres en el juvenil. Hice una pretemporada con el primer equipo, con Manolo Cardo de entrenador, y ya me quedé. Fueron seis años fantásticos. Era un fútbol distinto al actual, con sólo dos extranjeros, jugadores nacionales y mucha cantera. Jugamos dos años la UEFA, que para clasificarte tenías que ser segundo, tercero o cuarto. Tenía mucho mérito.
¿Nota mucha diferencia con el fútbol de hoy?
Sí, sí, existen muchas. En lo físico, lo táctico, los estadios, el césped, los árbitros, ahora el VAR… Afortunadamente todo ha ido en la línea para mejorar el deporte. La vida es una adaptación constante también. La entrada del VAR hace más justo el fútbol, jugadas en las que difícilmente un árbitro, con ese esfuerzo físico o contando con un solo ángulo, puede ver, ahora cuenta con ayudas y lo ven desde otro punto de vista.
Volviendo al Sevilla y a 1982. ¿Cómo llevó su debut con el primer equipo?
Estamos hablando de un chico que había terminado la edad juvenil y pasa a un equipo con gente con mucha experiencia y años en Primera. Era un orgullo importante. Además, si te hacen debutar en tu estadio, el Ramón Sánchez-Pizjuán, que entonces la capacidad no era la misma que ahora. En los años 80 eran 70.000 personas, que la gente estaba de pie. Y encima fue contra el Barcelona y marcando a Maradona, que era el mejor jugador del momento. Imagínate la papeleta.
"Mi debut fue en el Sánchez-Pizjuán ante 70.000 personas, contra el Barcelona y marcando a Maradona; imagínate la papeleta"
¿Cómo llevó un estreno así?
Con la mayor naturalidad, con la ilusión de jugar en un campo tan espectacular, que estaba lleno, haciéndolo contra un rival del que después fui jugador muchos años. Era una gran ilusión. Para marcar al mejor había que tener mucha seguridad en uno mismo y muchas ganas de querer jugar al fútbol. También conté con la ayuda del resto del equipo. Me decían que fuera yo mismo, que hiciera el mismo trabajo de los entrenamientos. Que no me diera miedo enfrentarme a un equipo grande, a un jugador como Maradona o a ese miedo de un estadio lleno y que ejerce mucha presión.
En aquel Sevilla coincidiría después con Luis de la Fuente.
Sí, en la época final. Llegaron otros jugadores como Cholo, McMinn, Zambrano o él... Con De la Fuente mantengo la relación. Era un tío magnífico, muy formal y disciplinado. Ese trabajo duro de seleccionador en la base le ha valido para dar el siguiente paso. Ha hecho un grupo como una familia y ha sido clave para el triunfo. A veces complicamos el fútbol, es más fácil de lo que pensamos. Hay que conseguir una buena actitud, una buena relación tanto en las concentraciones como en los entrenamientos, un respeto y unas normas. Si haces eso, normalmente tienes éxito. Tampoco se puede olvidar que estás ante un juego, en el que participan dos y no siempre vas a ganar.
Del Sevilla al Barcelona, que lo traspasó al existir todavía la retención en aquellos tiempos. ¿Es cierto que pudo ir a otros grandes?
Terminaba contrato, estaban los derechos de formación que podían ampliar una temporada. Ese año fue el motín del Hesperia e hizo una propuesta, pero el Atlético hizo otra y el Real Madrid también. Las tres distintas y me decidí por el Barcelona.
¿Influyó en su decisión ese cariño hacia el Barcelona que tenía desde pequeño?
Sin lugar a dudas, de cuando era niño tengo alguna fotografía con la camiseta del Barcelona. Me gustaba cómo jugaba. En aquella etapa estaba Cruyff, que era de la naranja mecánica que revolucionó el fútbol. Me hizo aficionado en aquel entonces y tomé la decisión entre otras cosas porque iba a coincidir con él. Que te llamen del Barcelona y que sea por tu ídolo de la infancia...
¿Encuentra alguna semejanza entre el Barcelona que se encontró usted y ahora el de Hansi Flick y la apuesta por los jóvenes?
No tiene nada que ver. Cuando llegamos nosotros, Cruyff confeccionó aquella plantilla a su manera. Como te comenté antes, había sido el motín del Hesperia la temporada anterior y salieron del club entre 12 y 14 jugadores. Hubo una gran reforma y llegamos 10 o 12 jugadores nuevos. Nos acompañó Milla, que era del filial y luego algún jugador más como Amor. Fueron menos de lo que hay actualmente. Flick ha captado rápidamente el perfil Barcelona, el ADN de la casa. Con las lesiones de la Eurocopa y ese desgaste ha estado utilizando gente de la cantera, y está funcionando muy bien.
¿Fue tan novedoso aquello que proponía Johan Cruyff?
Sin lugar a dudas, no tenía nada que ver a todo lo de aquel momento. Yo llevaba seis años en Primera y cuando me puse a sus órdenes, había cosas que no las llegaba a entender, que no me las habían enseñado así. Todo tiene su tiempo y su trabajo. No sólo es una cuestión de hablar, sino de trabajar. Cruyff estaba con el grupo e incluso jugaba con nosotros.
"Cruyff era muy cabezón, prefería morir pero jugando bien al fútbol, y hay veces que no se puede jugar tan bien"
¿Cómo era en el trato con los futbolistas en el vestuario?
A veces nos echaba broncas, queríamos hacer lo mejor y de una forma espectacular, y él se negaba a ese tipo de cosas, siempre decía que el fútbol es más sencillo. Había una serie de puntos básicos como el juego de posición, la velocidad de balón, el control del juego y el partido, mover el balón rápido para crear desequilibrio de un lado a otro... Eran conceptos muy básicos, pero necesitas el balón y sin gente inteligente no puedes jugar a ese juego. Para la gente que tiene esas capacidades era mucho más fácil adaptarse a lo que exigía Cruyff.
¿Eran conscientes de que aquel equipo estaba marcando una época?
Sin lugar a dudas, aquello fue un nuevo legado. En 90 años de historia, no se había conseguido ninguna Copa de Europa y habían pasado grandes jugadores, entrenadores y presidentes, pero no se consiguió. Llegó Cruyff con su idea, la puso en práctica y el primer año fue una revolución. En la 88-89 se empezaron a televisar los partidos por las autonómicas y nosotros fuimos el equipo más televisado. Se hizo mucho barcelonismo, encajó el juego y nuestra forma de ser. Fue la base de un cambio en la historia del club y la culminación o el momento más importante de nuestra trayectoria fue el 20 mayo del 92, con la Copa de Europa.
Además, que acabaron con la hegemonía del Real Madrid de la Quinta del Buitre.
No era fácil, el Real Madrid tenía muy buen equipo. Aquella Quinta era de un nivel muy alto, habían ganado cinco Ligas seguidas y rompimos aquello. En el primer año se nos puso alguna pega, pero ganamos la Recopa, era un título importante en aquel entonces. Al año siguiente, en la Copa rompimos la trayectoria del Madrid. Si no llegamos a ganar la Copa ese segundo año hubieran cesado a Cruyff. Ya se hablaba de la destitución pero ganamos aquella final. Al año siguiente se ganó la Liga, y al otro la Liga y la Copa de Europa, que tenías que ser el campeón para jugarla. El club no tenía en su vitrina esa Copa de Europa, que fue un tema importantísimo.
¿Cómo era convivir en aquel vestuario?
Era muy profesional. Ahora cada uno vivimos en nuestras ciudades o países, pero cuando después mucho tiempo nos vemos parece que el tiempo no ha pasado. Había confianza y amistad en ese vestuario, y eso es fundamental para que un equipo funcione. Íbamos todos a una, no es fácil conseguir todos los títulos, son muchos malos días que hay que ir superando. Lo hizo aquel grupo, que era fantástico. Stoichkov, Laudrup, Koeman, que eran los tres extranjeros que podían estar. Zubi, Txiki, Bakero, Alexanco, Goiko, Nando, Eusebio, Guardiola, Amor… Un equipo increíble.
Antes hablaba de detalles. Aquel gol de Bakero al Kaiserslautern...
El fútbol es así, es un juego, algunas veces te da de cara y otras en contra. En el primer año, en la Recopa, en la segunda eliminatoria fuimos a la tanda de penaltis ante el Lech Poznan. Alexanco falló y se repitió. Luego, Zubizarreta paró otro. Y al final los polacos fallaron y nos clasificamos. En la Copa de Europa fue parecido. Yo ya había avisado de que aquel estadio era muy complicado, con el Sevilla en la UEFA nos habían metido cinco. Íbamos 3-0 perdiendo, hubo una falta en el mediocampo y se olvidaron de cubrir al pequeñito, pero que era quien tenía más potencia de salto y marcó. Si Bakero no marca, si aquella tanda de penalti... la historia cambia.
Pero usted se perdió las dos finales. ¿Le sigue doliendo recordar aquello?
Sí, antiguamente con dos tarjetas no podías jugar el siguiente el partido. Había participado en todos los partido de esa Recopa pero en la vuelta de la semifinal vi esa tarjeta. Un error en el pase nos hacía mucho daño a un equipo que jugaba muy abierto en la construcción. Se produjo ese mal pase de un compañero y tuve que hacer una falta fuera del área, si no ese gol nos dejaba fuera de la final. Me sacrifiqué a nivel personal, fue una putada muy gorda, pero en eso hay que ser profesional. No nos marcaron y nos clasificamos. Johan me lo agradeció al acabar el partido, vino y me felicitó por pensar más en el equipo que a nivel personal. En la Copa de Europa también había jugado casi todos los partidos, pero en el previo a la final tuve una contractura, también Txiki, y nos quedamos fuera, pero animando al grupo.
También se le recuerda por aquella foto icónica de la Liga de Tenerife...
La gente, cuando voy a los actos, me trae las fotos con el pinganillo puesto en la oreja y el radio cassette pequeño de entonces. Me preguntan si tengo el aparato, y sí, todavía lo tengo, eso es una reliquia. En el descanso bajé al vestuario y lo cogí. Tenía alrededor mía a Busquets y Guardiola. Nosotros estábamos cumpliendo con nuestra misión, el Madrid no se sabía cómo iba a terminar, y acabó como acabó. Fue una alegría muy grande.
Y al año siguiente otra vez.
Esa campaña habíamos jugado muy bien, pero Cruyff era muy cabezón, prefería morir jugando bien al fútbol, pero a veces hay partidos que no se puede jugar tan bien. Mira una cosa, de las cuatro Ligas que conseguimos, la mejor y que con más tranquilidad conseguimos fue la primera. Qué casualidad que no estuvo Johan, que sufrió aquel infarto y estuvo fuera del grupo unos meses. Charly (Rexach) lo que hizo fue una modificación a nivel defensivo y ganamos todos los partidos y la Liga con más diferencia que las demás.
¿Tan radical era Johan Cruyff con su estilo de juego?
Totalmente, si no, él no estaba contento. En pretemporada, ponía a Zubi de delantero, en aquellos días en Holanda casi jugábamos sin portero. Ésa era su mentalidad, sólo mirar hacia arriba. Lo primero era disfrutar de lo que estaba viendo. Él pensaba que si él disfrutaba, la gente de la grada también lo haría. Pero muchas veces un servicio médico era importante, por lo que se podía ocasionar en el estadio (risas).
"Me comentaron que Arsenio Iglesias me había pedido, firmé el contrato, pero luego él me dijo que no había dicho eso; te fastidia la vida"
¿Fue fácil para un defensa como usted adaptarse a esa manera de jugar tan atrevida?
Había que asumir riesgos, jugar casi en mediocampo y eran esfuerzos muy grandes, era mucho espacio. No es fácil adaptarse. Soy el jugador nacional que más temporadas jugó con Cruyff de defensa, estar cinco temporadas en las condiciones que él imponía... Si no te adaptabas, al primer o segundo año te tenías que marchar. Le pasó a muchos como Soler, López Rekarte, Alfaro o el propio Aloisio.
Confirma usted que Cruyff fue un adelantado en aspectos que vemos hoy en día...
Zubi tuvo que modificar sus hábitos en la portería, tenía que jugar adelantado, mejoró muchísimo, pero no era su gran virtud. Ese desgaste del día a día se nota. Luego fue el turno de Busquets, que tenía otras virtudes, como la tranquilidad y que jugaba muy bien, pero también otras carencias. Cuando perdimos la segunda Copa de Europa ante el Milan, justo en ese momento Cruyff le comunicó a Zubi que no contaba con él. Lo sustituyó Busquets, que jugaba como hombre libre, que era lo que realmente le gustaba al entrenador.
¿Considera que Pep Guardiola heredó aquel estilo?
Guardiola lo modificó. Nosotros en muchas ocasiones llegamos a jugar con Eusebio y Txiki en defensa, pero cuando realmente funciona un equipo es cuando tú tienes buenos defensas. Sacar balón atrás, la anticipación,… El City tiene buenos centrales y le dan estabilidad a ese sistema de juego. Con laterales como centrales cuesta adaptarse.
Acabó contrato con el Barcelona y... ¿le duele no haber vuelto al Sevilla?
Hubo dos opciones. La primera cuando jugamos con el Barcelona un Trofeo Ciudad de Sevilla en el campo del Betis. Me propusieron volver pero no llegamos a un acuerdo. Al año siguiente terminaba contrato y también se pusieron en contacto, pero las condiciones tampoco fueron las adecuadas. Tenía la posibilidad de ir al Deportivo y tomé ese camino.
Y en La Coruña no le fue bien con Arsenio Iglesias...
No jugué casi nada, pero hay que saber que no sólo me pasó a mí. También a Paco Jémez y a varios más. Había diferencias entre el entrenador y el presidente. Los fichajes eran de Lendoiro, pero luego te encontrabas en el vestuario que el entrenador no te había pedido, y entrabas en un problema. A mí me habían comentado que Arsenio me había pedido, firmé el contrato, pero luego él mismo me dijo que no había dicho eso. Estamos hablando de profesionales y eso te fastidia tu vida. Podría haber decidido ir a otro sitio, tenía otras opciones, pero te la tienes que tragar.
¿Tan complicado era Arsenio?
Era cerrado, con sus virtudes y defectos. Él tenía un once tipo y no lo podía modificar. Esos once estaban muy resguardados y protegidos. Pasan jornadas y jornadas, y ese equipo se va desgastando y el rendimiento va bajando. El penalti de Djukic, cuando se falla, no es un error sólo del jugador, viene de las jornadas anteriores que no había habido buenos resultados. Aquel proteccionismo salió a relucir, aunque sólo se hable de ese penalti.
Hace poco Pepe Gálvez me contó que pocas veces había visto una frustración así. ¿Lo sintió igual estando dentro?
Sí. La gente estaba muy ilusionada, se habían hecho 30 partidos muy buenos y había una diferencia de puntos con el segundo. Con el bajón nos fueron cogiendo y, claro, la ilusión de la grada, la historia del club, la posibilidad de la primera liga... Se vino todo abajo. La gente desconoce ese dato, pero internamente, entre compañeros que no jugamos, lo sabíamos. Los que teníamos experiencia sabíamos que eso pasaba factura y eso fue lo que pasó. Bebeto no se quitó de en medio, Fran estaba en el terreno de juego y no tiró. El jugador que tenía mejores condiciones era Donato, pero el entrenador había cometido el error de quitarlo. El más frío y que tomó esa decisión fue Djukic, pero también le pudo la presión. Lo pasó mal, es una persona muy responsable y disciplinada, y aquello lo afectó muchísimo. Pero no podemos hablar de sólo aquella decisión, sino que otras decisiones llevaron a que no se consiguiera el título. Tampoco se hizo autocrítica. Cuando uno se equivoca tiene que reconocerlo. Yo por ejemplo asumí mi parte de culpa, me equivoqué tomando aquella decisión de ur al Dépor, aunque me faltaba ese dato de que el entrenador no había dicho que me quería.
Fueron los primeros tiempos de Augusto César Lendoiro. ¿Cómo fue su relación con él?
Era una persona muy importante en La Coruña. Él consiguió lo que nadie, era una persona muy popular, quería ser alcalde. La gente tenía mucha confianza en él. Se metió en el fútbol y al Dépor lo llevó de Segunda B a Primera hasta tenerlo arriba del todo. Allí eran del Madrid o del Barcelona, pero desde aquel entonces la ciudad se hizo cada vez más del Dépor, gracias a ese fantástico trabajo. Luego consiguió los títulos con Irureta. Cuando tienes una muy buena plantilla, el jefe tiene que tener ese nivel también.
Me dijo al principio que veía mucho fútbol... ¿cómo está viendo a su Sevilla?
Puedo hablar de lo que se ve por la televisión y el Sevilla tiene un buen equipo, lo demostró contra el Betis. Se está haciendo un equipo muy compacto, con características que ha tenido que modificar un poco el entrenador con respecto a lo que le gusta o lo que hacía en el Barcelona B o Las Palmas. Con esta plantilla no puede hacer una serie de cosas pero está dando con la clave. En el derbi la actitud fue magnífica, ganaron casi todos los duelos a nivel individual. Necesita su tiempo y su espacio para plasmar una idea distinta y con una plantilla con muchos jugadores nuevos, requiere paciencia, pero todos los sevillistas tenemos ilusión.
Paciencia en fútbol y en este Sevilla que viene de dos décadas de éxitos...
No se puede comparar, cada etapa es distinta, en jugadores y entrenadores, y tampoco se puede vivir del pasado. El fútbol es el presente. Mira el ejemplo del Real Madrid, un año y otro está ahí, nunca mira hacia atrás, siempre hacia delante. No se puede pensar en el pasado y ahora se están cambiando muchas cosas. Para mantener a un equipo arriba y estar peleando por la Liga o por jugar la Champions se necesita mucho esfuerzo y mantener a jugadores importantes. Es una nueva etapa, una nueva plantilla y necesita su tiempo. Partidos como el del Betis ayudan La gente se olvidó de los temas entre directivos, de la economía y se dirigió a lo deportivo de forma inteligente. Hay que estar orgullosos de los exitazos de este club, que ha trabajado fenomenal pero ahora las condiciones han cambiado.