Detrás del éxito de Raphinha hay un brasileño desconocido que le cuida mejor que nadie
El delantero escenificó la mejora del Barça en Mallorca con un doblete.
El fútbol de Raphinha ha subido varios quilates y el Barça se recuperó en Mallorca ofreciendo una versión más reconocible a la que mostró a principio de temporada. Varios futbolistas resaltaron sobre el verde de Son Moix. Uno de ellos fue el brazuca. Qué el brasileño está en su prime es una evidencia. No se puede negar. El cambio del delantero con respecto al pasado es evidente. "El Raphinha de ahora es el que veíamos en los entrenamientos con Xavi la temporada pasada, lo que sucede es que luego no rendía como tal durante los partidos", comentan desde la institución azulgrana.
Difícilmente olvidará la noche de Mallorca. En Palma volvió a ver portería. Venía de marcar ante Las Palmas. Cuando el árbitro pitó el final del encuentro fue uno de los jugadores más afectados por la derrota. Se quedó sentado en el césped de Montjuïc, cabizbajo en busca de explicaciones en un partido en el que los de Flick merecieron más. La falta de eficacia dejó a los catalanes sin triunfo.
Pero en Son Moix, el Barça le dio la vuelta a la tortilla. El capitán Raphinha ejerció de líder. Se puso el mono de trabajo. Anotó dos tantos en la goleada azulgrana. El primero de penalti, provocado por Lamine. El segundo, tras un servicio con el exterior de su mejor socio, Yamal. Un balón patentado lo aprovechó Raphinha para cerrar su noche. Flick cambió al MVP en el minuto 85 con el encuentro cerrado por Fermín López.
"Estoy viviendo mi mejor momento. No quiero parar aquí. Quiero hacerlo todo por este escudo y daré en el campo todo lo que tenga", reconocía el atacante tras ganar en Mallorca en declaraciones a Movistar LaLiga. 16 goles y 10 asistencias para un curso de ensueño. De los 21 partidos que ha disputado su equipo, solo estuvo en el banquillo ante Osasuna, en la primera derrota del curso.
Un compatriota que cuida a Raphinha
El alto rendimiento de Raphinha no se entiende sin la llegada de Hansi Flick, que le tenía reservado un papel principal para su Barça. Con libertad de movimientos, pero partiendo habitualmente desde el costado izquierdo, el brasileño se ha convertido en una de las extensiones del germano en el terreno de juego. Hasta el punto que nadie se imagina un Barça sin Raphinha.
De estar en el mercado e incluso cuestionado, a convertirse en un líder por su rendimiento, compromiso y papel con los jóvenes. Capitán del barco, el de Porto Alegre vive sus mejores días en Barcelona. Lejos quedan los problemas de adaptación, los enfados por ser cambiado o las dudas que generó su fichaje. "Cuando le fichamos lo hicimos como pieza estructural del proyecto", recalcan desde el club a Relevo.
Raphinha tiene el esfuerzo como combustible y ahí erradica uno de los principales cambios del delantero. Este pasado verano decidió cambiar de preparador físico personal. Se puso en manos de un compatriota suyo, Bruno Oliveira, para llevar a cabo un trabajo enfocado en la prevención de lesiones durante la temporada. De hecho, el azulgrana no ha sufrido ningún contratiempo físico en lo que llevamos de curso.
La temporada pasada tuvo dos lesiones musculares. La primera, en octubre, le dejó fuera cuatro partidos. La segunda, en siete ocasiones. En su primer año en Barcelona se lesionó en una convocatoria con Brasil. Ahora, con la llegada de Bruno Oliveira a su vida, el extremo se siente mejor que nunca. El de Porto Alegre es un privilegiado físicamente. Recorre 1,1 quilómetros de alta intensidad de media por encuentro. En esa faceta es el líder de LaLiga superando a Federico Valverde y Jofre Carreras.
Oliveira, que siempre ha estado vinculado a atletas de élite, trabajó en su día con el exfutbolista del Barça, Jonathan Dos Santos, o con el jugador de baloncesto francés que actualmente milita en el CB Gran Canaria de la Liga ACB, Andrew Albicy. Además, también colabora con el piloto brasileño de Moto E Eric Granado. El "vamos, vamos, no aflojamos", de Raphinha en el partido ante el Estrella Roja ejemplifica la voracidad del capitán.