Álvaro Rodríguez da un respiro a Bordalás y coloca en una posición delicada a Manolo González

Respira Bordalás, agoniza Manolo. El Getafe doblegó al Espanyol en la final anticipada del Coliseum (1-0) y deja al entrenador perico contra las cuerdas, con cada vez menos respaldo en la directiva y el mismo crédito entre la afición, que le vitoreó durante el partido y con todavía más ahínco al terminar. Las culpas se reparten y a él no le cae la mayor parte del pastel. La otra cara la pusieron los azulones, que toman aire gracias al tanto de Álvaro Rodríguez en el 8' y ya miran al descenso a tres puntos. Tres de sus últimos cinco encuentros se saldaron con victoria y en cuatro no recibieron gol.

El equipo del sur de Madrid no tuvo piedad con el pobre momento del Espanyol, un conjunto que vaga como un alma en pena y que vive inmerso en un drama social y deportivo desde antes de que el Barbastro, penúltimo en Segunda Federación, le echase de la Copa con total merecimiento. Los 150 pericos desplazados lo dejaron claro en cuanto Cardona sacó de centro: atronó el 'directiva, dimisión'. Y luego su escuadra se hundió.

Álvaro Rodríguez, en el minuto ocho y a centro con magia de Milla, marcó el 1-0 después de varios acercamientos con peligro del Geta. Arambarri había avisado en el 4' con una volea y el joven Coba da Costa inquietó luego con un par de golpeos a las manos de Joan. Sin espacio para la reacción, el Toro apareció al primer palo para buscar el envío de su compañero… y conectó un cabezazo perfecto para levantar a las 7.500 almas que poblaron el Coliseum un lunes a las 21:00, a cinco grados y azotadas por la corriente de vientos del Ártico que congelará esta semana la mitad sur de España. Álvaro calentó a Bordalás y a sí mismo; no correspondió a las expectativas de Ancelotti, que le designó hace año y medio como '9' inmediato del Real Madrid, pero sumó su tercer tanto en Primera y se asienta en los onces.

Luego, con un arranque de corazón y poco fútbol, el Espanyol trató de reaccionar con Puado y un disparo de Král que rechazó la zaga. En la mejor ocasión, una falta en la frontal que le costó la amarilla a Alderete, Brian Oliván sacó del estadio una falta que pegó desde el mismo pico del área. No era el día. Y el Getafe, sin la necesidad de recurrir a una fábula distinta a la que siempre apela Bordalás, navegó hasta el descanso con relativa tranquilidad y un zurdazo desviado de Nyom. Al fondo le dio tiempo para cantar contra un ex (Cabrera) y para despedir a su técnico con homenaje.

Manolo González no se demoró e introdujo la primera variación al descanso: fuera el centrocampista Justin Smith, dentro un delantero de referencia como Cheddira. Con doble amenaza y el marroquí junto a Cardona, los blanquiazules ganaron peso con balón y se quedaron a un palmo del empate con un centro de Puado al que no llegó nadie por centímetros. El míster se desgañitaba en la banda: "¡A seguir, a seguir!". El techo del banquillo pagó en algún momento su furia y habitual hiperactividad.

Sus pupilos le hicieron caso y mantuvieron la inercia: Král probó fortuna con un potente golpeo que chocó en Juan Iglesias y Puado aumentó la producción por la izquierda. El arreón hizo creer a los desplazados y exigió la reacción de Bordalás, que pidió más trabajo en defensa a Uche y ajustó la posición de Arambarri para recuperar el control. Coba da Costa, su gran apuesta y que la temporada pasada jugaba en el Conquense, pudo poner antes tierra de por medio al meterse hacia dentro y disparar arriba. El extremo demostró las maneras de las que ya presume a las órdenes de Gabi… y el entrenador mandó un mensaje con él a Carles Pérez, Peter y Álex Sola, atacantes a los que pide infinitamente más y a los que señaló con la suplencia. Los tres chuparon banco y los extremos fueron para un meritorio del filial y Nyom.

El Espanyol, pura gaseosa, perdió electricidad con el avance de los minutos y se encomendó a la velocidad de Antoniu Roca para intentar al menos empatar. No lo logró y el futuro de Manolo continúa en duda. A la siguiente cita, el sábado contra Osasuna, faltará un pilar como El Hilali al ver la quinta. En la casa del pobre esta vez no hay ni un resquicio para la alegría. El Getafe, con una plantilla tan justa como esforzada, sí tiene motivos para celebrar.