El futbolista que dormía junto a RdT y perseguía a Deulofeu sueña con ganarle al Barça: "Flick no podría jugar así en el Barbastro..."
Óscar Arroyo se formó en el Espanyol, pasó dos años en el Real Madrid y ahora es uno de los referentes del club oscense.
En el partido de la tercera ronda de Copa del Rey de la pasada temporada, jugado precisamente hace un año, el FC Barcelona también visitó al Barbastro antes de viajar a Riad para perder el primer título ante el Real Madrid en la final de la Supercopa de España. Y venía de padecer, contra todo pronóstico, ante el equipo oscense, que se le subió a las barbas en el tramo final del partido e incluso llegó a marcar dos goles (2-3). Y en la grada, entre la marabunta de corazones exaltados, estaba Óscar Arroyo (Tossa de Mar, 1994), que había fichado justamente el día anterior, pero aún no podía ser inscrito hasta que el club diese algunas bajas. "Recuerdo que era el Día de Reyes y hacía mucho frío. Acababa de llegar y vi una ciudad unida, era un día histórico. Les apretamos y si dura más, podíamos haber empatado", rememora.
Un año después, la ciudad ha cambiado. El fútbol se vive con otro espíritu, y Arroyo nota que se ha aprovechado la corriente de aquel partido para seguir haciendo historia, como la eliminación del Espanyol hace un mes o ahora otra oportunidad ante el Barcelona. Los jugadores han confeccionado un listado con las camisetas que se quieren pedir -"la mía es la de Lamine Yamal, pero no sé si vendrá, quizás se reserva para la Supercopa"- y llevan días preparando un sistema de juego que "no puedo decir" con tal de sorprender a los de Hansi Flick. La manera de jugar del alemán no cuajaría en la Segunda RFEF.
"En Segunda RFEF no encontramos este juego. Este grupo es más de juego directo, de segunda jugada, de césped natural, pero no está demasiado bien por las lluvias. Aquí tuvimos partidos embarrados que con seis tacos hasta te resbalas. No encontramos este juego. Flick no podría jugar así, si el asistente no ve el fuera de juego, el VAR te salva... Aquí no podemos jugárnosla como Flick", explicó el futbolista, quien tiene una de aquellas historias en las que rozó la elite en su etapa formativa y en sus primeros años, pero que "por cosas del fútbol, a veces porque no te dieron esa oportunidad o porque quizás no me llegó", no logró consolidarse en Primera o Segunda.
La historia de Óscar Arroyo empieza en Tossa de Mar, la ciudad costera catalana que enamoró a la actriz Ava Gardner, y que vio como el futbolista empezó a darle patadas a un balón hasta el Espanyol lo reclutó para su fútbol base. Con diez años, cogía cada tres días el autocar para desplazarse a Sant Adrià y soñar con ser profesional. Y, en esos años en el Espanyol, recuerda por encima de todos esos derbis con el Barça -"les he ganado muchas veces"- y especialmente esos duelos con el crack de la generación azulgrana. "Deulofeu era la estrella. Estaban Nando Quesada y él. Recuerdo de alevín B, una ronda de promoción. El entrenador me dijo que estuviera todo el partido con él. Me pegué y no me separé, lo acompañaba a beber agua incluso. Era un jugador que destacaba mucho y decíamos, este va a llegar sí o sí. El cambio de ritmo que tenía era tremendo. Era el mejor jugador contra el que he jugado y con el que he jugado", argumentó.
Después de eso, Arroyo fue uno de los jugadores más destacados del fútbol base del Espanyol junto a los porteros Pau López y Germán Parreño, y jugadores que han hecho carrera en Primera, como Joan Jordán o Rubén Duarte. "Teníamos un equipazo", recuerda. Los cambios en el fútbol base del Espanyol lo desplazaron del filial. Con su condición de ser internacional en las categorías inferiores, el Real Madrid lo fichó. "Fui al COTIF con la sub-20. Me fui al Madrid, que me llamó. Se llegó a un acuerdo entre clubes". Y allí Arroyo vivió tres grandes experiencias.
Los dos cursos especiales en el Madrid con RdT como estrella
La primera, pisar Valdebebas: "Firmé el 31 de agosto y llegué allí… Aquello es una pasada. Es el mejor club del mundo. Vivimos dos grandes años, el primero en el que de juveniles hicimos doblete, y el segundo en el que jugué con el Real Madrid C, que luego lo hicieron desaparecer, y se equivocaron, porque ahora vuelve a existir". La segunda experiencia es más mística, que fue la de coincidir con Zinedine Zidane como entrenador en la que fue su primera temporada en el Castilla: "Era su primer año, y recuerdo poca cosa, pero... aún le faltaba. Pero luego mira el palmarés con todas esas Champions. No era el mismo que luego, especialmente en la forma de comunicarse y en general...", explica con respeto.
La tercera fue conocer a RdT, con el que ya había coincidido en las selecciones inferiores, e incluso luego se marcharon juntos al Real Valladolid. "Lo conozco muy bien. Primero día desde la sub-17. Jugamos un pre-Europeo juntos. Con él todo siempre fue genial, salieron cosas, pero no me quiero meter". Y añadió que "éramos muy amigos, siempre compartíamos habitación, también cuando íbamos con España. Ahora hemos perdido el contacto". Recuerda el de Tossa de Mar un derbi de juveniles en el que "hizo un control levantando la pierna que fue increíble. Era el campo del Atlético y todo el Cerro del Espino le aplaudió".
Tras aquello, Arroyo empezó un periplo por multitud de clubes -"en estas categorías los contratos son de un año, y a veces he cambiado de club en enero por lesiones o entrenadores que confiaban en mí"- que le llevó a Villanovense, Conquense, Valencia Mestalla, Izarra, Balompédica Linense, Tarazona, Ebro, Brea, Cerdanyola y ahora Barbastro. Todo eso en siete años. Y hoy vivirá "el partido más importante de nuestras carreras".