Rafael Leão y Maignan destrozan el sueño europeo del Girona y confirman su prematura eliminación de la Champions

Milan fue el último trayecto del mayor viaje de la historia del Girona, el de la Champions League. A falta de disputarse el ya intrascendente partido contra el Arsenal en Montilivi, que servirá para homenajear a Míchel y a los suyos, los gerundenses se despidieron con orgullo de la élite europea compitiendo de tú a tú contra un club que tiene siete Copas de Europa en sus vitrinas y a Rafael Leão en el verde.

Y es que si algo no le falta a este Girona es personalidad; en Montilivi, el Bernabéu o el imponente San Siro de Milan, la localidad que recibió el mayor desplazamiento de aficionados de los casi cien años de historia del club catalán. 2.000 gironins se trasladaron a la ciudad de la moda para vivir en directo el que ha sido, hasta nueva orden, el último partido europeo a domicilio del equipo gerundense. Si el proyecto sigue dando pasos hacia adelante como hasta ahora, no hay duda de que pronto habrá muchos más.

Pese a la monumentalidad del escenario, no se arrugó el Girona, construido a imagen y semejanza de su entrenador, que ya anunció en la previa que iban a ser valientes... aunque eso les pudiera costar algún que otro disgusto, especialmente en las salidas de balón desde atrás con Gazzaniga, que de poco no la causan un disgusto al entrenador madrileño.

Y si el Girona tiene osadía, el Milan tiene a Rafael Leão, un futbolista que, si fuera regular, sería top mundial. De inicio, apenas en un puñado de minutos forzó, tras un eslalon a toda velocidad, una falta muy peligrosa que detuvo Gazzaniga con una gran parada, exigió de nuevo al de Murphy con un disparo desde el centro del área que no fue gol de milagro y asistió a Theo Hernández, que se estrelló contra el travesaño gironí, después de un preciso desmarque y una carrera al espacio del futbolista luso, que desequilibra como pocos jugadores lo hacen.

Musah, desde lejos, golpeó de nuevo contra el palo. Y Van de Beek respondió con un mano a mano que le paró Maignan, el otro nombre propio del partido, cuando el neerlandés había hecho ya lo más difícil. El meta francés le negó también el gol Tsygankov con una gran parada en una primera media hora frenética a la que la estrella del Milan, Leão, le puso el broche con un doble recorte a David López y un obús a escasos metros de la portería que no pudo detener Gazzaniga.

Cuando la mayoría de tifossi rossoneri enfilaban el camino a los aseos, la pierna de Maignan impidió que se les indigestara el bocadillo del entretiempo y que Yangel Herrera gritara el tanto del empate que habría alimentado las opciones de pasar de los catalanes, combatientes pero incapaces ante las dos figuras rivales.

Al Girona, que por momentos bailó al Milan, le condenó lo que lastrado durante todo el curso: su falta de gol. Porque tenerlas las tuvo y muy claras... y de hecho, las metió, pues Bryan Gil marcó un golazo por la escuadra de bandera que el árbitro anuló por un fuera de juego milimétrico. Por una mano y la punta del pie. Esta Champions está maldita para los rojiblancos, que se han quedado sin ver puerta en cinco de sus siete encuentros.

Míchel quiso morir matando y a falta de veinte minutos lo revolucionó todo con cuatro cambios. Entraron Stuani, Danjuma, Iván Martín y Asprilla. Más ofensivo, imposible. También saltó al césped Portu, otro viejo rockero, y terminó el conjunto catalán con un 4-2-4. Ni así pudo batir a un Maignan tan fundamental como Rafael Leão para encarrilar el pase a octavos de un Milan que puso fin al sueño de la Champions de un Girona valiente, que cayó de pie en uno de los mejores escenarios del fútbol europeo el día del mayor desplazamiento de la historia gironina.