INTER DE MILÁN 4 - FC BARCELONA 3

El juramento de Lamine Yamal 'consuela' al Barça tras certificar que será un jugador de época: "Cumpliré mi promesa y la traeré"

El delantero, el mejor sobre el césped de Milán, tuvo el 2-4 con un tiro al palo y acabó entristecido: "Hay que estar todos juntos".

Lamine Yamal, en una de las acciones del encuentro ante el Inter en Milán. /GETTY
Lamine Yamal, en una de las acciones del encuentro ante el Inter en Milán. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Lamine Yamal miró al suelo, se subió la camiseta, aguantó las lágrimas y quiso que el tiempo se detuviera en el Giuseppe Meazza. Los espectadores —menos los 4.000 del Barça que viajaron— celebraban enloquecidos la que había sido una eliminatoria de museo, un 7-6 final con emoción, remontadas y goles en el último suspiro, cuando los azulgrana ya se veían con los billetes a la final de Múnich en la mano. Todos los jugadores nerazzurri acudieron a ver al joven de 17 años, a saludarle y a pedir su camiseta, que finalmente recayó en manos de Bastoni, quien se la puso y celebró el pase con la zamarra verde con el 19 a la espalda, como el que muestra el trofeo del luchador caído en la batalla. Noche dura para el de Rocafonda en otro partido que lo eleva a límites inimaginables.

Porque Lamine Yamal levantó al Barça en el 3-3 de la ida en Montjuïc cuando iba 0-2 en la primera parte ("él nos enseñó el camino", dijo Hansi Flick) y sobre el césped del Meazza fue de nuevo ese diablo capaz de regatear a Dimarco desde el primer minuto, de escaparse de esa jaula que promulgaba Inzaghi, de rematar más que nadie, de ser el imán en el que acababan todos los balones de ataque en los momentos complicados. El internacional hizo 14 regates de 20 intentos, remató hasta en ocho ocasiones, una de ellas al palo, justo en la jugada que inició el 3-3 que define a la perfección este Barça y su inocencia. Su fe en una idea que lleva, incluso, a los momentos en los que, quizás, el partido requería poner el freno. Con ventaja de 2-3 y a falta de tres minutos para el final del añadido, el canterano decidió finalizar la jugada en vez de calmar el partido. Por centímetros no lo mató, y el Barça acabó muerto. Ese detalle generó debates en los medios sobre si este Barça debía ser más práctico en determinados momentos o no.

Ya reposado, en ese vestuario de lágrimas, pena y rabia, el internacional lanzó un mensaje más reposado que 'consoló' al barcelonismo: "Lo hemos dado todo, este año no ha podido ser, pero volveremos, no tengáis ninguna duda, culers. No pararemos hasta dejar a este club donde se merece, en lo más alto. Cumpliré mi promesa y la traeré a Barcelona, no pararemos hasta conseguirlo. Pero el domingo es otra final y hay que estar todos juntos. ¡Visca el Barça!".

Esta eliminatoria le ha servido a Lamine Yamal para dar un paso más. Dominante en LaLiga, su descaro y liderazgo con 17 años ha sido la sensación de Europa en dos partidos en mayúsculas ante el Inter, un señor equipo, y sus actuaciones y creatividad han levantado los elogios de Inzaghi ("fenómemos así pasan cada 50 años"), Thierry Henry, Haaland y todas las grandes estrellas de este fútbol.

Su renovación debe oficializarse y al Barça le ocupa cuidar su carrera

A la espera de oficializar su renovación en julio, cuando el jugador cumpla 18 años el día 13 —ya está apalabrada con su agente Jorge Mendes, y el Barça espera poder estar normalizado económicamente—, el futuro azulgrana pasa por sus botas, como ha demostrado en esta eliminatoria en la que se ha puesto al equipo a su espalda y ha marcado la diferencia. Al gol del partido de ida, en la vuelta Sommer le sacó dos manos milagrosas, fue objeto de un penalti —rectificado por el VAR por centímetros— y lanzó el palo en el añadido de la primera parte.

La progresión de Lamine, de quien ya apuntaban en La Masia que sería un futbolista de época, está siendo incluso más rápida de lo esperado en todos los sentidos. A su corta edad ya es el líder de este Barça y se ha convertido en una estrella mediática, que atrae a las marcas, que genera expectación en las redes sociales y que aglutina a millones de seguidores. Es una mina de oro también para el Barça, con todos los riesgos que eso conlleva al llegarle el éxito tan joven, lo que también ocupa a la entidad azulgrana y a Hansi Flick, que tienen entre manos a un futbolista que, pese a la derrota, seguirá entre los candidatos al Balón de Oro porque ahora mismo su fútbol no tiene comparación.