El Barça roza el cielo pero cae con orgullo en Milán
Tras remontar un 0-2 en el minuto 86, el Inter volvió a lograr la ventaja en la prórroga.

Corría el minuto 86 y Raphinha, culminando la remontada, se disponía a escribir su nombre en la historia dorada del Barcelona. Los blaugrana, después de sentir la lona en su mejilla, le habían dado la vuelta al marcador. Y contando los segundos para sellar su pase a Múnich, Acerbi empató en el descuento. Ya en la prórroga, en una jugada en la que Araujo volvió a salir enmarcado, Frattesi hacía el 4-3. El Barça repitió los errores de la ida durante el primer tiempo. En el segundo, sin embargo, fue el espejo de toda la temporada: un grupo inquebrantable, un fútbol eléctrico, individualidades tocadas por la varita. En definitiva, un equipo de autor.
El Inter, un conjunto rocoso y eficiente en sus carreras, volvió a hacer caer al Barça en Europa. Aunque esta vez en el barcelonismo el dolor lo puede paliar el orgullo. Los de Hansi Flick se quedaron muy cerca, llegaron a acariciar la final, pero cayeron en un duelo que, como el de Montjuïc, comprimió sus márgenes hasta hacer desfilar a Barça e Inter por membranas delgadísimas. Todo estuvo siempre abierto y se jugaron muchos partidos en uno mismo. Si alguna conclusión deja esta Champions es que el Barcelona pudo volver a escoger cómo perder.
La segunda vez que Lamine tocó el balón en el Giuseppe Meazza, inalterable a los abucheos de la grada, se marchó de Di Marco y de la ayuda de Mkhitaryan, siempre cerca del carrilero, con un par de toques hasta que el italiano le mandó al suelo con una patada. Se acercó Lautaro Martínez y le levantó de malas formas. En los gestos de intimidación del Inter se escondían todos sus miedos, el pavor cada vez que el adolescente conducía la pelota.
Las mismas concesiones que en la ida
El catalán era la respuesta rápida a cómo atacar el trivote interista y tres centrales con ganas de saltar -Inzaghi propuso una defensa individual en presión-. Unos metros más atrás, la defensa, con Eric Garcia y Gerard Martín en las bandas, vivía inmersa en una guerra fría que se agudizaba cada vez que el Inter recuperaba el balón y se proyectaba hacia Szczesny. En su área, Iñigo celebraba con gritos de rabia cada despeje. Con el paso de los minutos, el Barça volvería a repetir los mismos errores que en la ida.
Un Meazza en proceso de ebullición elevaba todavía más la presión del Inter. Entre dudas y pérdidas, una de Olmo acabó gestando el primer gol italiano. El Barça se topó con el 1-0 en el momento en el que Inter había descifrado cómo correr y cómo impedir que lo hicieran los blaugrana. Supieron surfear la ola, aprovechar su momento. Con el resultado a favor, los italianos se encerraron para pronunciar aún más su plan y Pedri empezó a crecer en el partido. Entre carreras de un olmo impreciso Olmo, el Barça empezó a asustar a Sommer.
Los de Flick tenían la posesión, aunque nunca fue sinónimo de control. A rachas, el Inter era capaz de someter en larguísimas carreras. En una de ellas, Cubarsí arrastró el pie de Lautaro y Marciniak señaló penalti. Calhanoglu, que había tenido el segundo unos minutos atrás, convirtió desde los once metros. A los blaugrana les quedaba poco a lo que agarrarse, no brillaron en el primer tiempo pero el castigo fue posiblemente excesivo. Con los jugadores yendo al vestuario, Lamine fue a animar a varios de ellos. Que él creyera podía ser suficiente para soñar.
Un segundo tiempo maravilloso
El segundo, lo empezaron con la intención de marcar el segundo gol antes que el primero. El Inter les entregó el balón. Y el Barça, algo nervioso con la pelota y consecuentemente falto de pulcritud y lucidez, no logró conectaba conectar a sus estrellas, hacerlas brillar. Antes de encontrar la química encontró el gol, en un centro de Gerard Martín que Eric Garcia remató como un delantero. Un par de minutos después, la pareja volvió encontrarse en el área interista, pero Sommer quitó la voz al barcelonismo, que en el tiro a bocajarro ya solo pensaba en gritar el gol. El Barça había vuelto.
Intentó Inzaghi contrarrestar la rabia blaugrana dando entrada a Carlos Augusto. En la primera acción de Lamine con su nueva pareja de baile, le tiró un caño para marcar territorio. En un centro bellísimo, una obra neorenacentistas de Gerard Martín, Olmo lo cabeceó dentro. Había empezado otro partido porque el Barça había dejado de perder balones. Volvía a ser el espejo del de toda la temporada. Y el Inter se empequeñeció, limitándose a protegerse y ya sin argumentos para correr.
De la fotografía de Raphinha a las de Araujo
En la historia, Andrés Iniesta en Stamford Bridge y Leo Messi ante la cadera de Boateng se había inmortalizado en la historia blaugrana. Y Raphinha quiso hacer lo propio, culminando la remontada. A falta de tres minutos, el Barça ya se imaginaba en Múnich. Los blaugrana conservaron el balón hasta que Lamine, con el alma, golpeó un balón que se estrelló en el poste. En el contragolpe, el Inter corrió por primera vez en todo el segundo tiempo y encontró a un héroe inesperado en el corazón del área, Acerbi, ante un muy frío Araujo, para resucitar a los interistas y mandar el partido a la prórroga. Tan cerca, tan lejos. El Barça reclamó una falta previa sobre Gerard Martín.
Los catalanes se tiraron al suelo cuando escucharon los tres pitidos. El Inter y el Giuseppe Meazza, lo recibió con un grito. Por enésima vez, comenzaba un nuevo partido. Cada minuto de la prórroga caía en las piernas de los jugadores en forma de kilos de plomo. El encuentro se espesó, con los equipos asumiendo menos riesgos. En una acción sin aparente peligro de Thuram en banda, el delantero quebró a Araujo estando de espaldas y se apoyó en Taremi y anotó Frattesi. Por segunda temporada consecutiva, el uruguayo volvía a salir en las fotografías más dolorosa del curso.
Más de 100 minutos después del inicio del duelo, Lamine seguía caracoleando futbolistas neroazurri. Sommer le sacó una mano extraordinaria al delantero catalán. El Barça jugó lo que restó con el corazón en la mano, con el orgullo intacto. Esta vez no hubo Iniestazo, solo una caída con maestría.