Max Verstappen también sabe ganar entre pinchazos y sanciones; Carlos Sainz termina sexto y Fernando Alonso, séptimo

Cinco abandonos, dos duras sanciones a Lewis Hamilton y Lando Norris e infinitas penalizaciones a media parrilla. El calor, la humedad, las curvas rápidas y la noche de Catar aunaron ingredientes que desataron una locura... en la que reinó el mejor piloto del mundo. Max Verstappen ganó por novena vez este año pero no acaparará titulares, porque ya ha protagonizado demasiados este año por su excelente pilotaje, en una de las carreras más locas del curso.

La cita terminó con Norris remontado desde el último puesto para rascar algún triste punto y alejar a Ferrari de la lucha por el Mundial de Constructores. McLaren aventaja a los italianos en 21 puntos con un Gran Premio por disputarse. Hamilton estaba justo detrás de él y casi abandonó porque sufrió de todo en Losail. "¿Está el coche roto?", llegó a decir. El Mercedes no funcionó, ni el suyo ni el de George Russell, y terminó decimocuarto tras recuperarse del pinchazo. Checo Pérez también las pasó canutas y se retiró antes de hora tras trompear bajo safety car.

Con sanciones por toques, superar la velocidad del pit lane y no levantar el pie con bandera amarilla, Charles Leclerc y Oscar Piastri acompañaron en el podio a Verstappen. Volviendo a los pinchazos, Carlos Sainz sufrió uno justo después de que lo hiciera el heptacampeón. Se desconoce si por un retrovisor que soltó Alex Albon o por la degradación de los neumáticos. Al final, el madrileño terminó sexto, justo delante de Fernando Alonso, al que le benefició tanta locura y se llevó seis puntos de oro.

"La velocidad en recta es preocupante". "No me lo creo, dos años con el mismo problema en las rectas". No es como se empieza sino como se acaba. Alonso salió con una sonrisa de Catar gracias a la rocambolesca carrera que regaló la Fórmula 1. Si no es así, imposible terminar arriba con el coche verde. La pasada a Yuki Tsunoda por fuera fue de lo mejor de la cita. Brillante. Sin ritmo.

La salida del safety car ayudó al asturiano, que se inventó una genial estrategia: hizo dos paradas para terminar la carrera con la rueda media, mucho más efectiva que la dura. Ganó el pique en el pit lane con Magnussen para birlarle la posición. Perro viejo. La brillante estrategia del asturiano y Aston Martin le permitió atacar en la resalida y colocarse octavo. Con ventaja de gomas en las últimas vueltas, atacó a Sainz pero no pudo con él. Tras la sanción a Norris, séptimo. Puntos de oro para el equipo.

No fue una carrera para recordar. Catar definió el momento en el que se encuentra Carlos Sainz, a una cita de despedirse de Ferrari. Aguantó gran parte de la prueba detrás de su compañero Charles Leclerc y fue cayendo poco a poco. Pasó de estar cerca de un segundo a ir cayendo aunque, seguramente, con órdenes de equipo, nunca hubiera podido pasarle.

Su cruz fue el pinchazo que sufrió en la curva uno justo antes de que saliera un coche de seguridad que le perjudicó. Si llega a salir antes... Sainz llevaba todo el fin de semana reconociendo la falta de ritmo del Ferrari y que no sentía bien sus ruedas. Después de la última resalida, persiguió a Gasly por el sexto pero no pudo. Fue un jugador de equipo que dio buenos puntos al equipo para soñar con el Mundial en Abu Dabi.

Vuelven a estar señalados. La secuencia del retrovisor de Alex Albon dejó en muy mal lugar el criterio de los comisarios y dirección de carrera en Catar. Todavía se desconoce si Hamilton y Sainz sufrieron pinchazos por degradación o por la pieza del coche del piloto de Williams. La FIA decidió que no era buena idea sacar un coche de seguridad virtual para limpiar la pista.

Valtteri Bottas aspiró el retrovisor y dejó peligrosos trozos sobre el asfalto. Un pinchazo, otro pinchazo, locura en boxes... y la Federación sin tomar decisiones. Unas vueltas más tarde, sí salió el coche de seguridad virtual. Pero ya era demasiado tarde. Los coches pasaron varios giros después, tras el safety car, por el pit lane para que se despejarara la pista. Con lo fácil que hubiera sido reaccionar con premura para evitar el caos de los pinchazos y tanta polémica.