FÓRMULA 1

La crisis de los cuarenta de Lewis Hamilton: "¿El coche está roto?"

El heptacampeón se rodeó de pesimismo y pidió abandonar antes de hora tras un oscuro fin de semana en Catar.

Hamilton, llegando a Catar. /REUTERS
Hamilton, llegando a Catar. REUTERS
Jorge Peiró

Jorge Peiró

El día 7 de enero, justo después de intercambiarse los regalos de Reyes en 2025, Lewis Hamilton se adentrará en la inexplorada, inhóspita y desconocida cuarentena. Entonces, vestirá de color rojo y buscará un histórico octavo título, con Ferrari esta vez. Hoy por hoy, al menos escuchando cada palabra que sale por la boca del británico, parece perdido. Su carrera fue un esperpento y sus adeptos ya empiezan a acostumbrarse.

Hay quien se compra un coche nuevo cuando se adentra en los cuarenta. Otros, a esa edad, se embarcan en viajes de lujo y exotismo. Y hay hasta quien se realiza algún retoque estético. Hamilton, en plena crisis existencial tras su polémico "ya no soy rápido", ha salido lleno de pesimismo de su amargo Gran Premio de Catar, donde terminó duodécimo.

Si hace un par de días se autodenominó como un piloto lento, su clásica tendencia victimista se ha agravado durante estos días. "Igual que en cualquier otra clasificación, soy lento, lo mismo todos los fines de semana. El coche se ha sentido relativamente decente, sin problemas, no tengo mucho más que decir", explicó tras clasificarse sexto, muy lejos de su compañero George Russell, que peleó la pole y este año le destroza con un contundente 23-6 en qualy.

Él, que ha ganado siete títulos mundiales, pareció desorientado en Catar, donde hace tres años dio ante Max Verstappen una masterclass. "No puedo explicar por qué estoy a medio segundo de mi compañero de equipo. Nunca me había pasado en mi carrera, así que no puedo explicarlo. No tengo mucho más que añadir, lo he dado todo y las vueltas se han sentido bien. He cruzado la meta y soy lento".

Si para la carrera al sprint se había clasificado en séptimo lugar y solo pudo ganar un puesto en pista, la prueba del domingo lo terminó de hundir. A Ferrari, que le recibirá como una estrella dentro de poco más de una semana, deben estar temblándole las piernas. Hamilton empezó con el pie izquierdo desde la salida y se llevó una sanción de cinco segundos.

Arrancó antes de hora, de forma ilegal antes de que se apagara el semáforo y, para colmo, perdió un par de posiciones por iniciar la marcha antes de hora. "Perdón, chicos", reconoció por radio nada más soltar el embrague de forma errónea. "El coche está jodido", añadió vueltas más tarde. Otro varapalo, este más severo, fue el drive-through que le impusieron los comisarios por exceder el límite de velocidad en el pit lane.

Durante la carrera, imposible seguir a su compañero Russell en ritmo. "¿A cuánto están rodando los de delante?", preguntó por radio. El "a un segundo más rápido por vuelta" de su fiel ingeniero Peter Bonnington lo hundió. "¿Está el coche roto?", preguntó el piloto de Mercedes, antes de persistir en sus quejas: "El coche está empezando lentamente a girar, pero no mucho".

Sir Lewis no disfrutó en pista. Otro error infantil cuando los pilotos siguieron al coche de seguridad por la calle de boxes a ritmo de procesión. Hamilton volvió a equivocarse y esa penalización comprometió su carrera: los cerca de veinte segundos que perdió lo relegaron a las últimas posiciones. Ahí, tocó fondo y pidió retirar el coche antes de hora.

Retirada antes de hora

Su ingeniero le avisó de que tenía que pasar por boxes para cumplir una de sus sanciones y el piloto tiró la toalla. "Retiramos el coche, retiramos el coche". No es la primera vez que el británico quiere terminar antes de hora, lo pidió en Montmeló hace no mucho. "Negativo", le contestaron. "Lo apago cuando llegue, lo voy a apagar", siguió Hamilton.

"Está bien si quieres cinco segundos de sanción para la siguiente carrera. Solo hay que completar una vuelta pero con drive-through", aleccionó su ingeniero Bono. Su piloto terminó harto por la falta de ritmo y su lucha contra los elementos: se repuso de un pinchazo que le obligó a parar en boxes a mitad carrera. Luego salió un coche de seguridad que le perjudicó.

"Tenemos que insuflarle energía a Lewis", reconoce su jefe Toto Wolff. Su final en Mercedes tras seis títulos empieza a adoptar tintes amargos. "No pienso en eso, sinceramente. Aunque acabe como acabe, no creo que eso defina el viaje que hemos hecho juntos y nuestro recorrido todos estos años, pero daré todo lo que pueda". Solo le queda Abu Dhabi para irse con buen sabor de boca.