El nuevo Alejandro Davidovich surgió de un anillo y una revolución: "El tenis no lo es todo en la vida"
El malagueño de 25 años brilla en el Open de Australia tras un 2024 de cambios drásticos. "No me quiero poner objetivos, solo jugar y ver qué sucede".

Alejandro Davidovich ha sido siempre dueño de un tenis explosivo y tremendo, capaz de sacar a más de 250 kilómetros por hora y de tumbar a Novak Djokovic camino a su primera y única final de Masters 1000 (Montecarlo 2022). Pero el tenis es posiblemente el deporte menos matemático que hay: en el rectángulo, uno más uno nunca suman dos. Puedes tener la mejor derecha del mundo, sacar como Mark Philippoussis o pegar el revés más elegante que el de Roger Federer. Lo que manda en el tenis, el golpe definitivo, es la cabeza.
Y ahí, Alejandro Davidovich siempre ha tenido una cuenta pendiente. Dueño de un carácter volcánico, el malagueño ha sido muchas veces víctima de sus emociones. No os engañéis: eso es lo más habitual en el tenis. Lo que no es habitual es lo de Rafael Nadal o Carlos Alcaraz, que no se ponen nerviosos ni estando contra las cuerdas en la final de un Grand Slam.
"Alejandro es un pura sangre que a veces no sabe tener límites", decía en una conversación Relevo hace unos años Jorge Aguirre, el hombre que pulió a Davidovich desde que era un crío. "A veces no controla ese impulso de carácter y eso evidentemente le ha ayudado en cosas, pero en este nivel el control de la emoción es fundamental. Cada vez que no lo haces, lo pagas".
Davidovich ha pagado esa factura muchas veces, en forma de derrotas e incluso en un ataque de ansiedad como el que sufrió en 2023 en Montecarlo -"Estuve dos días sin poder salir de la cama", llegó a admitir el jugador-, y en 2024 completó el peor año desde su irrupción en la élite. Rompió con Jorge Aguirre durante la gira de tierra batida y se puso en manos de Fernando Verdasco, pero el resultado no fue el esperado: acabó el año con más derrotas que victorias (18-22), fuera del top 60 y teniendo que jugar la previa del Masters 1000 de París.
"Ganar aquí tres partidos seguidos por primera vez significa mucho para mí. Nunca había remontado un partido tras perder los dos primeros sets y ya lo he hecho dos veces"
A final de temporada, Davidovich volvió a sacudir el árbol. Dejó de trabajar con Verdasco y empezó a escuchar los consejos de David Sánchez y Félix Mantilla. Además, cambió de residencia y se instaló en Mónaco. Toda una revolución para un jugador que hace un año vivía en su ciudad de siempre y entrenaba con su técnico de toda la vida.
Esos cambios parece que le han traído algo de paz mental al jugador, que ha arrancado el Open de Australia como nunca en su vida: se ha plantado en octavos de final por primera vez en su carrera después de dos remontadas consecutivas. Nunca había remontado un 2-0 en toda su carrera y ahora lo ha hecho dos veces en prácticamente 48 horas: primero tumbó a Félix Auger-Aliassime en segunda ronda por 6-7 (7-9), 6-7 (5-7), 6-4, 6-1 y 6-3 y este viernes ha derrotado a Jakub Mensik por 3-6, 4-6, 7-6 (9-7), 6-4 y 6-2 tras salvar dos match points en el tercer set.
"No sé cómo describir este sentimiento. Ganar aquí tres partidos seguidos por primera vez significa mucho para mí. Nunca había remontado un partido tras perder los dos primeros sets y ya lo he hecho dos veces", ha señalado el malagueño nada más acabar su partido y citarse con Tommy Paul por un billete a los cuartos de final.
El anillo de compromiso
Parte del éxito de este nuevo Davidovich reside también en su compromiso con Paloma Amatista, su novia y también prometida. Hace justo un año, en Melbourne, el jugador acudió a una joyería y compró un anillo. Un par de semanas después hincó rodilla delante de la Fontana di Trevi para pedirle matrimonio.
"Al final, tienes que pensar que no todo es tenis en tu vida", reflexionaba Davidovich estos días en una conversación con la web de la ATP. "Cuando estás con la mujer de tu vida y ves que quieres tener una familia con ella y estar con ella toda tu vida... no tuve que esperar mucho tiempo para proponerle matrimonio. Sabía que era ella".
A la espera de la celebración, Davidovich siente que está dando los pasos correctos para volver a pelear con los mejores tenistas del mundo. El camino es largo y los pasitos son cortos. "Hubo momentos difíciles a mediados del año pasado, con todos los cambios. Me mudé a Mónaco y hubo muchos cambios en mi vida", señalaba Davidovich en Melbourne. "Pero nos reunimos todos en Mónaco en diciembre para hacer la pretemporada y creo que hicimos una muy buena. Estamos muy emocionados por lo que está por venir. Tal vez no a principios de año, pero sí a largo plazo. Siempre tengo un objetivo que decir cuando empieza cada año. Pero este año no diré ninguno. Solo quiero jugar y veremos qué sucede".