OPINIÓN

Cuando Maradona deja en evidencia al tenis y a la doble moral con Sinner y Swiatek

Jannik Sinner. /AFP
Jannik Sinner. AFP

Imaginen que Lionel Messi y Aitana Bonmatí dan positivo por dopaje en el mismo año, separados por apenas unos meses. O Rodri y Alexia Putellas. En el fútbol se hablaría de un "año horrible", los observadores y analistas plantearían que algo debe cambiar en el fútbol, que el deporte tocó fondo, que las cosas no pueden seguir así.

El tenis, en cambio, es especial: dan positivo Jannik Sinner e Iga Swiatek y todo sigue como si nada. Dos de los mejores del mundo, élite pura del tenis. La devolución de los premios de un torneo, en ambos casos, y un mes de suspensión para la polaca. Y eso fue todo. Hasta ahora.

¿Cómo se explica?

Si lo explican Sinner y Swiatek, dirán (dicen) que fue un consumo inadvertido, no intencional, algo que los responsables del sistema antidopaje certifican: ni el italiano ni la polaca quisieron doparse.

Si se le pregunta al italiano Stefano Battaglino, sancionado con una suspensión de cuatro años, dirá otra cosa: ellos tienen buenos abogados y mucho dinero. Yo no.

Battaglino, cuyo mejor ranking fue 760 en julio de 2022, dio positivo de clostebol, la misma sustancia que se le encontró a Sinner. La Corte Arbitral del Deporte (CAS) rechazó en septiembre la apelación del italiano, que había sido sancionado en octubre de 2023.

El tribunal de la CAS determinó que Battaglino no había probado el origen del resultado positivo y que los argumentos aportados eran "manifiestamente insuficientes" para demostrar que la infracción de las normas antidopaje no había sido intencionada. El italiano no podrá jugar ningún torneo del circuito profesional hasta la medianoche del 31 de enero de 2027.

El dinero es clave en toda esta historia. La británica Emma Raducanu habló este año de los altos costes de pagar un análisis propio, privado, de los suplementos que se consumen. La única manera de evitar sorpresas desagradables. Y Swiatek aseguró haber gastado unos 85.000 dólares en abogados y peritajes, algo con lo que no pueden ni soñar los Battaglino de este mundo.

Andrea Petroczi, un académico londinense que participa en investigaciones sobre la lucha contra el dopaje, dijo recientemente a Reuters que las encuestas muestran "una creciente preocupación entre los deportistas de élite de todo el mundo por las infracciones de dopaje causadas por la contaminación".

Según Petroczi, muchos atletas toman precauciones, como comprobar meticulosamente los medicamentos, evitar tratamientos innecesarios, recurrir a suplementos analizados por terceros y registrar los números de lote de los suplementos y medicamentos. Algunos van tan lejos como llevar registros y evitar ciertos alimentos en países específicos, pero no hay garantía total de estar a salvo de un error.

"Existe una clara división 'Norte Global'/'Sur Global', con disparidades en educación, recursos y sistemas de apoyo, lo que deja a muchos atletas más vulnerables", añadió Petroczi. Un Norte/Sur que no necesariamente es geográfico, sino económico, los casos de Sinner y Battaglino lo demuestran.

Sinner fue absuelto de culpa después de que pudiera convencer a las autoridades antidopaje de que las trazas del esteroide anabolizante androgénico clostebol presentes en su organismo procedían de los masajes que le daba su fisioterapeuta.

La explicación, rocambolesca, en ciertos aspectos inverosímil, sigue siendo vista con enorme escepticismo por muchas figuras del tenis. La Agencia Mundial Antidopaje (WADA/AMA) presentó un recurso contra la decisión de la Unidad de Integridad del Tenis (ITIA), lo que significa que Sinner podría aún ser sancionado con una suspensión de dos años, la mitad de la de Battaglino.

Swiatek solucionó ya su caso al aceptar una sanción de un mes tras dar positivo por trimetazidina, un modulador hormonal y metabólico, que, según ella, se debió a la contaminación de su medicación para dormir.

En el fondo, el tenis sigue siendo víctima de su pecado original, del gran faux-pass en los albores de la era del control antidopaje: el positivo de Andre Agassi por metanfetamina que la ATP decidió ocultar. Aquello fue en 1997. Tres años antes, Diego Maradona, la mayor estrella del fútbol en aquellos años, fue expulsado del Mundial de Estados Unidos 94 por un positivo de seudoefedrina. Fútbol y tenis, dos deportes y dos historias distintas.