Pista dura y cubierta, territorio comanche para Rafael Nadal
El español solo ha conquistado un torneo en esas condiciones y fue hace 17 años. "Históricamente ha sido la peor superficie para mí", asegura en Turín, donde espera poner fin a la sequía.
Cada vez que tiene unos días libres, Rafael Nadal trata de huir de su rutina perdiéndose en la inmensidad del Mediterráneo. Le gusta navegar, el mar, el aire libre, el calor. Tostada por el sol y curtida por el viento, su piel da buena cuenta de ello. Es su hábitat. Por eso, se siente algo extraño cuando está entre cuatro paredes y lejos de la luz natural.
En el tenis le ocurre lo mismo. Mientras al aire libre es una bestia, en indoor se encoge y es un jugador más terrenal. Un dato: de los 92 títulos que ha ganado, solo dos han llegado bajo techo y uno de ellos (Sao Paulo 2013) fue además en tierra batida, su superficie predilecta. El Masters de Madrid 2005 fue la primera y la única vez que Nadal ha triunfado en pista dura y bajo techo. Ahora, a sus 36 años, el rey de la Tierra confía en resetear la cifra conquistando las ATP Finals, su gran cuenta pendiente.
"Históricamente, creo ha sido la peor superficie para mí", asegura Nadal en Turín. "Me ha faltado ser mejor en pista cubierta, que es donde se ha jugado siempre este torneo", añade. Efectivamente, los datos respaldan las sospechas del balear: mientras que al aire libre tiene un porcentaje de victorias del 84,9%, en indoor esa cifra cae al 69,1%. Por comparar, Roger Federer tiene un 81% de triunfos en indoor y un 82,3% en outdoor, mientras que Novak Djokovic gana un 79% de sus partidos bajo techo y el 84,2 al aire libre.
Un tenis sin factores que alteren el juego
Pero, ¿qué cambia en el juego para que Nadal sea un jugador tan diferente al sol o bajo los focos? Las razones son varias, aunque en resumidas cuentas se trata de que el tenis bajo techo es un juego más rápido, donde no afecta el viento ni el calor y en el que el bote de la pelota es uniforme.
"No tengo nada en contra de la pista indoor, pero prefiero el sol y el calor", ha dicho Nadal en varias ocasiones a lo largo de su carrera. El sol hace que su pelota esté más viva, es decir, que bote más alto, lo que potencia con su efecto de top spin. Esos golpes liftados que tantos éxitos le han dado en tierra, en dura son más fáciles de devolver para sus rivales. Y si ya hay un techo de por medio, mucho más.
Así lo explicaba Nadal en 2011 tras perder contra Federer en la final de la Copa de maestros. "Las condiciones indoor son perfectas para Federer porque la pelota no bota mucho. Puede entrar en la pista con menos problemas que en otras superficies. Puede jugar dentro de la pista. Y la pelota no se mueve tanto porque no hay viento".
"Me marean las luces de las pistas cubiertas"
Es cierto que las pistas duras techadas ya no son tan rápidas como hace décadas, pero aún así siguen beneficiando a los grandes sacadores y a los que juegan desde el fondo de la pista con golpes planos. Sin sol y sin viento, no hay ningún factor que varíe el juego por mucho que el partido dure horas y horas. La temperatura es la misma. La humedad es la misma.
"Son unas condiciones que en teoría dan ventaja a otros jugadores", analizaba estos días en Turín el entrenador de Nadal, Carlos Moyà. "El estilo de juego hay que adaptarlo, hacer pequeños cambios". Esos pequeños cambios son jugar menos con top spin y ser más agresivo, montarse encima de la pelota y mandar en los puntos.
En esas anda ahora Nadal, adaptándose lo más rápido que puede a unas condiciones en las que nunca se ha sentido cómodo. "Me marean las luces de las pistas cubiertas", bromeaba hace unos años. Su territorio comanche.