El crédito del banco que 'salvó' a Cristina Gutiérrez, una campeona entre hombres: "Me puedo fastidiar mi futuro teniendo que pagar esto"
La burgalesa dejó de competir durante la pandemia y ahora es la segunda mujer en la historia que pelea en la máxima categoría en un equipo oficial.
Fue la primera española en conquistar el Rally Dakar en categoría Challenger. Lo hizo el año pasado sobre la bocina y con tremendo suspense. Ahora, un año después, es la segunda mujer que compite en la máxima categoría de la prueba con un equipo oficial. Cristina Gutiérrez representará junto a Sebastian Loeb y Nasser Al-Attiyah dentro de unos días a Dacia en las dunas árabes. Sin embargo, no todo ha sido de color de rosa para la burgalesa, que recuerda en Relevo sus días menos felices, aquellos que cambiaron su carrera.
"Estuve un mes sabiendo que no iba a competir", revela la piloto, dentista de profesión, sobre aquel crédito que pidió en 2020 para mantener vivo su sueño de los rallies. Aquel milagro económico captó la mirada de la academia Red Bull y la catapultó. Un accidente que le destrozó dos vértebras mientras pilotaba también marcó su carrera. "No hubiese competido así sabiendo que podía haberme quedado en silla de ruedas", bromea ahora. De cara a su primer Dakar con Dacia, aspira a todo: "Para mí el acabarlo era como hoy en día ganarlo". Cómo han cambiado las cosas.
Cómo te ha cambiado la vida desde aquel crédito que pediste al banco en 2020...
Pues mira, fue complicado porque en 2020 estaba en un momento en el que iba a ser mi quinto Dakar. Hasta ese momento mi día a día era trabajar de dentista y el resto del tiempo buscar sponsors para poder ir al Dakar. Digo poder ir al Dakar porque era lo único que hacía en todo el año. No entrenaba. Como mucho hacía una carrera en el año que solía ser Baja España y directamente íbamos al Dakar. Y justo en el año 2020 hubo ese parón por la pandemia.
La mayoría de mis sponsors salieron. Dijeron que obviamente no podían continuar. Y bueno, decidí anunciar que dejaba de competir y me iba a centrar en mi vida laboral de dentista, seguir haciendo cursos y demás, formándome. Y de repente, creo que fue el mismo mes de la Baja Andalucía, que era la primera vez que se hacía Baja Andalucía y era la única prueba que se hacía durante todo el año y que obviamente iba todo el mundo a competir allí. Antes del Dakar.
Entonces me llegó un mensaje de Mini, que en ese momento era el equipo donde estaba Carlos (Sainz), era un equipo top. Y me hacían una rebaja bastante interesante. Y cuando digo de rebaja, era rebaja, pero no suficiente para que una niña, en ese momento de 29 o 30 años, tuviera que pedir un crédito. No fue fácil. No fue decidir, venga voy a pedir un crédito. Obviamente, hay parte de realismo de '¿me puedo fastidiar mi futuro teniendo que pagar esto? '.
Por suerte tengo gente de la que me rodeo muy bien y estuvimos hablando largo y tendido del asunto y al final tomé esa decisión, aposté por mí misma, yendo al banco obviamente. Y bueno, salió bien. Podía salir mal, pero salió bien y fue un premio a ese esfuerzo.
¿Qué pensaste antes de ir al banco?
Que estaba cometiendo una locura. Pero que si salía bien, podía ser ese cambio que yo estaba buscando en ese momento. Yo dejé de competir en parte por lo de la pandemia, pero en parte también por todo el desgaste que llevaba de años atrás. Y quizás era la oportunidad o ese cambio o esa apuesta por mí misma lo que necesitaba para hacer ese cambio. Y gracias a esa apuesta vino todo el tema de Red Bull y del Junior Team.
¿Estuvo cerca de verdad lo de dejar de competir?
No, no. De hecho, estuve, desde que lo anuncié, un mes. Un mes ya sabiendo que no iba a competir. Entonces ya fue cuando me llegó el email con la oferta y ya pasó todo aquello. Sobre todo me llamó la atención el rally en Kazajistán.
Otro momento de dificultad fue cuando te rompiste dos vértebras en plena etapa de un rally...
Pues mira, estábamos justo cuando entré a competir en el Junior Team. Hicimos el Dakar y lo hicimos bien y me dieron la oportunidad de hacer todo el campeonato del mundo. De hecho, la primera del año siguiente fue Andalucía otra vez porque cambiaron el calendario. Ganamos Andalucía y la siguiente prueba iba a ser Kazajistán. Entonces fuimos a Kazajistán, íbamos liderando el rally. El rally dura cinco días, pues el quinto día íbamos liderando y de repente en la última etapa, en el kilómetro 13... Había unos 250 de etapa.
Noté, bueno, me comí un peligro que no estaba marcado en el roadbook y noté una compresión como que me quedaba aplastada. Es como la sensación de cuando te caes, no sé si a algunos os ha pasado, pero si te caes de culo y te quedas sin respiración, pues esa sensación multiplicada. Y estar como tiempo intentando recuperar el aliento y decir: 'Me ha pasado algo, no sé el qué, pero sé qué me he lesionado'.
Entonces ahí, no sé por qué, me salió como una rama de, pues también estamos con adrenalina, y entonces dije 'venga, pues vamos a intentar aguantar un kilómetro'. Y me quedaban todavía 250. No, claro, pero tenía que ir como de poco en poco para no verme vencida por lo que me quedaba.
Entonces iba como muy poco a poco, muy poco a poco, iba pues aguantando el dolor y sobre todo me acordé de un paciente de Lara. Ella también es dentista, y me contó que había hecho una extracción sin anestesia a un paciente, porque el paciente tenía capacidad como de aguantar el dolor y, bueno, tú sabes que hay gente que hace cosas mentales y aguanta. Entonces, me ayudó en parte pensar en que tenía menos dolor del que tenía. O sea, si eres menos consciente del dolor en ese momento, puedes aguantar. Pero también te digo que cuando ya supe lo que era, no hubiese competido así sabiendo que podía haberme quedado en silla de ruedas.
¿Cómo se engaña al cerebro para volver a ir a fondo tras un accidente así?
Esto fue ya cuando me rompí la espalda y entré en el proceso de recuperación. Mi siguiente objetivo era competir en Groenlandia con la Xtreme a los cuatro meses. En el cuarto mes, hice una recuperación lenta pero rápida, eran muchas horas al día durante esos cuatro meses, pero el primer día que entré en un coche, nosotros en Xtreme tenemos telemetrías y podemos ver en el circuito donde frenas y compararte con el compañero, entonces veía que en otro momento pasas a fondo, en saltos pequeños, veía que levantaba y yo no era consciente de que estaba levantando. Entonces fue un proceso de decir que estoy bien, que no me duele, porque venía del golpe, ese momento también ayuda a entender que no te pasa nada, que el hueso está bien, que los médicos lo han hecho todo bien. Fue un poquito difícil pero al final lo hicimos bien, pude pasar a fondo.
Otra batalla que has librado ha sido captando patrocinadores...
Al final, el haber empezado en categorías más pequeñas en el Dakar, como amateur y el haberme buscado las habichuelas, el estar en busca de financiación continuamente, me ha hecho valorar lo que hoy en día tengo, estar en un equipo oficial. Algo tan sencillo como tener cada día ruedas nuevas, porque yo cuando competía al principio en el Dakar era imposible, era inviable tener ruedas nuevas o tener recambio de todo todos los días. Yo sabía que tenía 'X' número de piezas, entonces no podía romper esa pieza, entonces corres con la presión esa o corres con la presión de que un sponsor te ha dicho como no llegues a esta mitad del Dakar no te podemos pagar el 100%, entonces el correr con esa presión ha hecho que hoy en día tenga los pies en la tierra, sepa lo que vale un Dakar y todo esto me ha ayudado mucho.
Un ejemplo es Laia Sanz, con un gran palmarés y con dificultades hasta el último día para llegar al Dakar...
Primero, que no es un deporte fácil, es un deporte en el que hace falta mucho apoyo económico, porque hasta entrenar cuesta, correr carreras cuesta pero entrenar cuesta. Entonces por suerte o por desgracia a mí me ha servido, y empezar desde donde he empezado... Laia igual sí que en motos ha vivido una realidad distinta, en la que ya fue piloto oficial y demás, y ahora hacer el cambio de coches pues le está costando, o está viendo la cara B a competir en este nivel. Creo que es cuestión de tiempo que otras marcas como Dacia entren a ayudar a féminas o a gente que se lo merece básicamente.
Si habéis demostrado que sois rápidas, ¿por qué cuesta tanto ayudaros económicamente entonces?
Bueno, date cuenta que ya no es porque seamos mujeres, a mí lo que me encanta es que cueste igual a un hombre que a una mujer, hay muchos chicos o gente joven que lleva tiempo como llevábamos nosotras, igual ahora tampoco tienen sitio en un equipo oficial. Es que ¿cuántos asientos hay en un equipo oficial? Desde esta posición puedo sentirme afortunada de tener espacio, más que de no tenerlo, pero es verdad que ojalá sirva como ejemplo para que sigan apoyando a jóvenes, como se está viendo por ejemplo en Ford o en Toyota. Ojalá podamos ver también a Laia allí en un futuro, sería también muy guay.
Me han chivado que una vez sufriste alucinaciones al volante...
(Se ríe) Pues fue que llevaba tres días sin dormir, pero literal entonces tu cerebro empieza a fallar por así decirlo, porque estás con mucha fatiga mental, mucha fatiga física, no comes bien, no bebes mucho... Entonces ahí tu cerebro empieza a funcionar como le apetece, en el momento en el que le apetece, y cuando mi copiloto en medio del desierto me empezaba a decir 'aquí la rotonda a la derecha', y yo decía 'aquí algo no está funcionando muy bien'. Son momentos que ahora te lo tomas a gracia, pero en ese momento es súper complicado, porque sabes que tu cerebro no está funcionando muy allá, estás fatigado.
Consigues llegar a meta por cabezonería, porque esto sí que lo he hablado con Seth muchas veces, pero ¿por qué seguías corriendo si estabas tan mal? No sé, porque para mí el acabar un Dakar era como hoy en día ganarlo, era como superar un reto que yo tenía, un objetivo, y por lo que yo estaba luchando durante un año entero para conseguir financiación, y al final el haberme puesto esos objetivos año a año y de menos a más, pues ha hecho que hoy en día, yo qué sé, me haya hecho la piloto que soy.
Lo acabaste por cabezota...
Por cabezota.