Dos costillas rotas y un millón de euros explican la adicción al Dakar: "Aquí el sufrimiento se convierte en placer"
Josep Pedró abandonó la carrera más dura del mundo tras sufrir penurias de todo tipo. Llegar a participar también fue un camino de piedras.
Hail (Arabia Saudí).- Cinco días ha durado el sueño de todo un año o, más bien de toda una vida. Sus dos costillas fracturadas le obligaron a retirarse de su segundo Dakar, esa carrera que quiso correr tras ver de pequeño a su padre por la televisión surcar las dunas. "Me golpeé con una piedra del tamaño de mi cabeza y noté un 'crac', si me subo a la moto me puede perforar el pulmón", detalla Josep Pedró a Relevo tras su retirada obligatoria.
El piloto apoyará a su querido Rieju Pedregà Team desde España porque las televisiones catalanas requieren su presencia en plató. La historia de este charcutero de familia apasionado de las motos va mucho más allá de un cruel y amargo abandono en la carrera más dura del mundo y merece ser contada. Pedró se adentró en el Dakar precisamente por ser una prueba que no te perdona. Hasta llega a arrebatar vidas.
"Acabar un Dakar con la sensación de no he llegado al límite, creo que es un fracaso para la carrera. Los pilotos que realmente nos preparamos todo el año, lo que esperamos de esta carrera es esto, queremos llegar al límite. Por lo menos sentir que la carrera te lleva al límite, aquí el sufrimiento se convierte en placer". Esta sentencia resume un poco lo que significa para él la prueba.
Dificultad para conseguir patrocinadores, problema mecánico en la primera etapa, terminar la exigente 48h y accidente mortífero en el cuarto día. A pesar de las penurias, volverá el año que viene. "Si no es así, no tiene sentido, quizá esta edición está siendo muy heavy. Especialmente para mí, que me ha tocado en todos los sentidos. Mecánico, físico... pero es que es lo que buscamos", explica tras concluir antes de hora su segundo Dakar.
¿Cómo entender su amor, pasión y adicción para alguien que no es piloto? "Yo te pondría el símil de cualquier deporte de estos niveles. Como alguien quiere volver a hacer una ultra o como alguien quiere repetir un maratón. Son deportes que al final te enganchan. O sea, tú cuando te esfuerzas mucho para hacer una cosa, y la consigues y la acabas, eso al final te genera adicción. Quieres volver a sentir esas sensaciones. Que sufras, el sufrimiento al final se convierte en placer", reflexiona Pedró.
El piloto completó la prueba el curso pasado pero este tuvo que retirarse tras fracturarse dos costillas. "Obviamente, lo que quieres es acabar. Y los años que no acabas, psicológicamente son muy duros, pero en mi caso yo intento darle la vuelta y decir, oye pues me prepararé más". Lo peor, el dolor de ver cómo el resto de rivales toman la salida cuando él ha tenido que abandonar.
"Me estoy recuperando todavía, fue muy duro ayer por la mañana, cuando vi salir a todos los pilotos y yo me tenía que quedar en la cama. Fue mi momento de máximo bajón psicológico, al final es lo que hay en estas carreras, me dejó mal sabor de boca". El accidente que le obligó a retirarse llegó en el kilómetro cinco de la tercera etapa. Una piedra "del tamaño de mi cabeza" se interpuso en el camino del catalán. Así relata la escena.
"El problema fue que, detrás del polvo, enganché una piedra, me descabalgo de la moto, y tuve la mala fortuna que caí de espaldas contra una piedra de la medida de mi cabeza. Impactó directamente sobre mis costillas, en el acto noté que algo grave había… es que yo me he roto un hueso una vez en mi vida, la clavícula, y noté lo mismo. Noté como el 'crac' de los huesos, cuesta describirlo, pero los que nos hemos roto un hueso… ya sabes cómo es. En ese momento noté mucho dolor, pero vi que podía seguir en moto, de hecho tiré hasta el refueling y los servicios médicos me atendieron, sobre todo para asegurarnos que no tuviera ningún órgano afectado, me revisaron entero, estaba bien, y seguí".
Se le puede tildar de masoca, valiente o de loco, pero Pedró siguió hasta el final y completó la etapa. Cosas de pilotos. "Y en el kilómetro 260 más o menos, me sonó el sentinel de que me iba a adelantar un coche, hice el gesto de girarme para ver en qué ubicación estaba exactamente el coche y, en ese momento, la moto me hizo un trallazo con otra piedra yo creo que en ese momento se me desplazó la costilla. Desde ese momento hasta el final, para mí fue una tortura… acabé por la heroica, desde el km 5 con dolor, luego desde el 260 fue una locura. Aún no me hago la idea cómo lo he hecho".
El piloto del Pedregà Team había completado un fulgurante inicio de Dakar. Tras romper una pieza electrónica y sufrir irreparables problemas con un sensor de su moto, en la etapa 48h se desquitó desde la última posición. Si en la etapa uno tuvo que retirarse, al día siguiente adelantó a 60 motos y pasó del puesto 130 al 48: "Cada adelantamiento es asumir unos riesgos altos por el tema del polvo".
Lo hizo en la etapa más exigente. "Se supone que es una santa locura pero salí a atacar, porque mi objetivo era recuperar hasta el puesto 30 más o menos", comenta con ambición. Como ama la dureza, si otros critican la barbaridad que supone disputar tan pronto la etapa 48h, él lo aplaude: "Eso para mí es la esencia del Dakar, que la hayan recuperado y que haya sido tan pronto porque obliga a todos los pilotos a llegar a sus límites. Los primeros pilotos se clavan en una etapa de más de 600 kilómetros, que eso no lo puedes hacer en ninguna otra etapa...".
Aquella noche en medio del desierto, a mitad de esta etapa que dura dos días, reflexionó con otro piloto: "Coincidí con Javi Vega y, cuando estábamos ahí en la tienda de campaña, cenamos juntos ahí, rollo romántico, y una de las cosas que hablábamos era esta, que al final es que esta carrera tiene que ser así de dura".
Infancia pegado a la tele por su padre
El sueño de correr el Dakar le viene de niño. "Yo desde muy chiquitito, recuerdo estar con mi madre y con mis hermanos pegados al televisor, esperando las imágenes del Dakar, que en esos años era en África, y llegaban cuatro imágenes contadas normalmente de los cuatro primeros, que no era el caso de mi padre. Era un amateur, un aficionado al motor de toda la vida, con pocos medios, que se iba con un Range Rover de esos de esa época e hizo el Paris-Dakar más épico que hizo África entera. Eso fue en el 92".
Una pasión que se cocinó en su amada charcutería familia. "En mi casa el Dakar siempre ha sido un tema prioritario, nosotros tenemos tiendas de alimentación, en Navidades es la época más fuerte de trabajo de todo el año, trabajo y enseguida Dakar, y el Dakar es como se para el mundo en mi casa, y se ve en todas las cadenas que retransmiten el Dakar, se ven todas. En mi caso es negocio familiar, viene de mi abuelo, mi padre lo siguió y ahora lo llevo yo con mis hermanos, ellos llevan una tienda que tienen en Barcelona y yo me encargo de la de Madrid, y es una charcutería de toda la vida".
Otra dificultad en su camino fue la búsqueda de patrocinadores para poder correr la prueba. En muchos casos, hay pilotos que se quedan sin correr por falta de apoyos. "En el año 2010, que llegó la primera crisis de España, se me acabaron los sponsors y me tocó dejarlo". Logró grandes resultados deportivos y dio la vuelta a la situación.
"Fue de rebote, no era buscado, era una ilusión mía de siempre, venir a hacer un Dakar, con 30 y algo años decidí volver a hacer motocross porque era uno de mis deportes favoritos, durante unos cuantos años dejé de ir en moto, a los 30 decidí volver a hacer motocross en plan aficionado, ya en categorías de más mayores, sin presión, pero es verdad que siempre he tenido facilidad con el tema del motor. Fui campeón de Cataluña de mi categoría, y bueno...", hubo 'suerte', explica su palmarés.
Los sponsors suelen fijarse en pilotos rápidos y Pedró lo es. "No vinieron de rebote, lo que vino de rebote fue el proyecto de All1 (proyecto que encarna el sueño de Álex Llibre), a mí hace dos años me vino si proyecto, nos entendimos, fue un match perfecto, llevar seis pilotos a hacer el Dakar estamos hablando de un presupuesto muy desorbitado, todos éramos jóvenes, no había ninguno rico ni por el estilo, todos con sus trabajos normales, y había que levantar un presupuesto de cerca de un millón de euros, para los seis, que fue un proyecto en palabras mayores".
Tras un camino de piedras, el catalán ya saboreaba la línea de salida de 2024, su debut. Aunque él querría haber debutado antes. Se moría de ganas. Completó su primera edición y, en la de este año, una piedra truncó su sueño. La pasión de Josep Pedró conseguirá que la carrera más dura del mundo tenga un año más entre sus filas a uno de los participantes más duros del mundo. Ambos lo merecen.