Algo en el waterpolo ya no volverá a ser lo mismo: Felipe Perrone, Laura Ester y Mati Ortiz se despiden como leyendas
En Can Llong se homenajea al jugador del Atlètic-Barceloneta y a la capitana del CN Sabadell, mientras la portera dijo adiós el sábado.

La historia de Felipe Perrone es única, podría llevarse al cine porque su familia es natural de Gironella (Barcelona), pero él nació y creció en Río de Janeiro -sus bisabuelos emigraron tras la Guerra Civil-, librándose dentro de una piscina del peligro de las favelas, idolatrando a un Manel Estiarte que le hizo creer que "los bajitos también podrían triunfar" y emigrando junto a su hermano Kiko, con apeñas 15 años, a Barcelona, de la mano del hispanocubano Iván Pérez. El resto es historia, porque todo el waterpolo se condensa en el cerebro de un jugador que ha marcado la historia de este deporte, admirado en los Balcanes, Hungría, campeón del mundo con España y olímpico con Brasil en 2016, en su ciudad. Uno de los gigantes del waterpolo de las dos últimas décadas.
El palmarés de Perrone, de 39 años, no cabe en este artículo. Lo ha ganado todo (incluidas 16 ligas), tres Champions con el Pro Recco, el Atlètic-Barceloneta y el Jug Dubrovnik; y platas por doquier con la Selección, también un oro europeo y mundial. Solo le faltó, y derramó por ello las lágrimas más amargas -junto con las de Carolina Marín- de los Juegos Olímpicos de París, esa medalla, que se le escapó de los dedos en Tokio 2020 cuando España iba directa al oro a falta de cinco minutos para que acabase la semifinal ante Serbia y en París cuando Croacia arruinó el sueño de los de David Martín en unos cuartos de final tras un ciclo olímpico inmejorable.
Pero la grandeza de Perrone está por encima de sus números. Capitán y referente, ejemplo dicho por todos sus compañeros en cada entrenamiento, echó raíces en Barcelona pero supo vivir otras experiencias en Brasil, Italia y Croacia, deseo cada verano de los mejores equipos del mundo. En su generación, Filipovic y Varga fueron los goleadores, los Messi o Cristiano -si se acepta el símil futbolístico- pero Perrone era el jugador que daba sentido a los equipos, capaz de goleador, asistir, defender a la boya o salir al contraataque. Un mago del balón amarillo.
Este domingo, en la piscina de Can Llong en otra Liga más para el Atlètic-Barceloneta, ha recibido un homenaje de la RFEN en el que ha sido su último partido en la competición doméstica. Le quedarán la final four de la Champions. "No quiero ni pensarlo. Me quedan cosas grandes y no quiero dejarme llevar. Veo a mis hijos, uno nació en Italia, mi familia está aquí y mi carrera les ha condicionado a todos", declaró justo después del partido y del título. "Puedo estar al lado de estos chicos y vivirlo, eso es bestial", aseguró. "Todo esto que consigue el Barceloneta es un trabajo de todos. Hay clubes que han perdido ligas, pero nosotros ahí seguimos, son 20 seguidas".
La jugadora 'invisible' que siempre estaba, el alma del CN Sabadell
Unos minutos antes hubo otra despedida en el primer partido de la final femenina que se llevó el CN Sant Andreu. Hay piezas de un equipo que nunca salen en las estadísticas, pero que para los entrenadores tienen un valor incalculable. Una de ellas es Mati Ortiz. Empezó en a nadar en el CN Sabadell y fue escalando categoría a categoría hasta alcanzar el primer equipo. En aquel momento, España no era una potencia ni el CN Sabadell había ganado una Champions. Pero ella fue el alma de una generación de jugadoras que, desde 2011, elevó el waterpolo a otro nivel. Mati estuvo en la plata de Londres de 2012, el Mundial de Barcelona 2013, el oro del Europeo 2014... y siguió viviendo éxitos con la Selección hasta 2019. Con el CN Sabadell, es 'one club women', incluso esta temporada, que tenía dudas de seguir o no, se convirtió en la capitana del equipo.
Hay pocas posiciones más ingratas que ser defensora de boya. Y Mati Ortiz, liviana pero con una inteligencia innata en el agua, fue capaz de pelear con las mejores boyas del mundo y anticiparse, siempre, a sus movimientos. Eso la llevó a estar en el mejor equipo mundial en los últimos 15 años y a ser parte imporante de la selección durante ocho años. Dejó huella su personalidad. Periodista de vocación, su vacío en el Sabadell será difícil de cubrir.
"El año pasado ya dudaba. Desde el club me dijeron que siguiera, pero de ambas partes ya dije que iba a ser el último. El club quería que estuviera un año más, pero debo dar un paso al lado. Quiero ver mundo más allá del waterpolo. Pasé luto con la pérdida de la final four, fue un tema de equipo. Fue un año duro, pero lo vivo con ilusión, todas me acompañan, veo emoción en mis compañeras cuando hablan de mí", explica la jugadora, que reconoce que "tengo que coger los prismáticos para ver mi carrera. Paso más horas en el club con mis padres y mi pareja. Nunca imaginé cuando empecé a nadar con tres años, cuando me echaron en la primera selección catalana... No me voy quemada, tendré ganas de seguir en esto...". Y dejó claro que "no lo dejo por embarazo o trabajo, estoy hablando con el club para algunos temas. Quiero vivir más cosas. Debo bajar revoluciones".
El último vuelo de 'Pajarito', la mujer más laureada de la historia
Si el domingo fueron ambas despedidas, el sábado se produjo la de Laura Ester. Fue en la piscina del CE Mediterrani, el club en el que comenzó a practicar waterpolo desde niña, cerca de la casa de sus padres en el barrio de Sants. Lejos de los focos esta campaña, la nombrada en tres ocasiones mejor portera del mundo voló por última vez con sus excompañeras y amigas en la grada, como Anni Espar, Bea Ortiz, Mati Ortiz o Clara Espar.
Portera de la Selección desde 2008, con apenas 18 años, y oro olímpico en 2024, Laura Ester presume de ser la guardameta de las siete Champions del CN Sabadell y de todos los éxitos, sin excepción, de la Selección femenina de waterpolo. En diciembre ya anunció que no volvería al equipo nacional y que este sería último año. "He estado con nervios pero emocionada de poder jugar mi último partido aquí, en esta piscina, con este equipo; donde empecé, con chicas además que no habían ni nacido cuando yo ya jugaba", comentó Laura Ester, en el último vuelo de Pajarito.
Su despedida mediática ya se produjo en diciembre, aunque en la piscina Josep Vallès del CE Mediterrani le brindó un emotivo homenaje. Como Perrone o Mati Ortiz, a quienes aún le quedan los últimos coletazos, dejan algo huérfano el waterpolo español.