Sarai Gascón sueña con romper barreras en París 2024: "Aún piensan que no tenemos el mismo mérito"
La nadadora atiende a Relevo en París, donde este verano arrancan los decimoséptimos Juegos Paralímpicos de la historia.
París.- A los pies de la Torre Eiffel, que amanece fría e imponente bajo un denso techo de nubarrones, Sarai Gascón y Gerard Descarrega charlan relajados. Ella, nadadora, nació sin antebrazo izquierdo y suma, ahí es nada, ocho medallas paralímpicas, conseguidas entre Pekín 2008 y Tokio 2020. Él, atleta, quedó ciego de niño por una enfermedad degenerativa que no le impidió convertirse, ya como adulto, en doble campeón paralímpico en la prueba de 400 metros lisos (Río 2016 y Tokio 2020).
Sus caminos, aunque diferentes, confluyen sin falta cada cuatro veranos, cuando la llama enciende el pebetero de unos Juegos Paralímpicos, los decimoséptimos de la historia, que este año arrancan en la capital francesa a partir del 28 de agosto. Allí espera estar la catalana, lista para superar sus límites y derribar, una vez más, los muros que muchos se empeñan en levantar. El atleta, en cambio, tendrá que esperar. Una fortuita lesión en el tendón de Aquiles (días después de grabar esta entrevista) ha roto sus esperanzas de estar en París.
Aun con todo, París recibió hace solo unos días a ambos deportistas como embajadores de excepción de 'Talento a Bordo', una iniciativa de Iberia para apoyar el talento español, emergente o consolidado, dentro y fuera de nuestras fronteras. "La verdad es que lo daría todo por volver aquí este verano", aseguraba Gascón, que a sus 31 años cuenta con cuatro participaciones paralímpicas a sus espaldas. "Yo también", coincidía Descarrega antes de caer lesionado. "Los Juegos son lo más grande para cualquier deportista".
El de Reus, que completa la vuelta al estadio junto a su compañero gracias a un cordel que une sus manos, hubiera buscado en París su tercer oro paralímpico, algo impensable durante una niñez que, por sus palabras, no queda ahora tan lejana. "Empecé a correr con 12 o 13 años porque comencé a perder vista y ya no podía hacer otros deportes como el fútbol o el baloncesto", recuerda. "Poco a poco, con 14 y 15 años me fui profesionalizando y con 16 fui al primer campeonato del mundo. Fue entonces cuando tomé esto como mi profesión".
Gascón, de Tarrasa, a escasa hora y media de Reus por la AP-7, se lanzó al agua con tan solo tres años, la edad en la que muchos niños aprenden a nadar incentivados por sus padres. "El monitor vio que nadaba muy bien y pronto me propuso entrar al equipo de competición del club", recuerda. "Ya con 14 participé en mi primer Mundial y pude ganar la medalla de oro. Creo que ese fue el punto de inflexión en mi relación con el deporte de alto nivel".
Dos años después, en Pekín, debutó en unos Juegos Parlímpicos, consiguiendo una portentosa medalla de plata en los 100 metros braza antes de cumplir los 16 años. "Es difícil escoger un momento dentro de toda una carrera", reconoce, "pero pienso que aquellos Juegos me marcaron como deportista".
Por el camino, ambos han enfrentado un sinfín de desafíos, inherentes al deporte de élite. "El mayor reto es el día a día", sentencia el velocista, que elige sus dos oros paralímpicos como el mejor momento de su carrera. "Al final, lidiamos con muchas cosas: lesiones, nuestra vida personal, campeonatos, frustraciones, ambiciones… Lo más complicado es tener la paciencia para saber que hay que entrenar cada día. Ese trabajo en la sombra es lo que luego te hará correr más rápido en competición. Y eso es lo más complicado para mí".
"Yo, a nivel personal, me quedo con el reto de superarme a mí misma", señala Gascón, atenta a cada apreciación de su compañero. "Siempre ha sido mi objetivo, pero no ha sido fácil, no ya por mí, sino por el resto, por lo que opinan otras personas del deporte paralímpico. Para muchos no tenemos el mismo mérito y no merecemos el mismo reconocimiento que los atletas olímpicos". Por suerte, añade, poco a poco las tornas parecen cambiar. "Creo que la sociedad está evolucionando y cada vez nos da más el lugar que nos merecemos".
Así, Gascón espera volver a los pies de la Torre Eiffel este verano, ya sin las capas contra el frío ni el vaho que acompaña cada una de sus palabras. "Mi deseo para 2024 no es solo estar en los Juegos, sino disfrutar del camino hacia ellos", indica la nadadora, agradecida con Iberia por su compromiso real para conectar personas y culturas. "El mío", prosigue Desgarrega, encantado también por el interés de la aerolínea en generar prosperidad en el deporte español, "sería seguir disfrutando mientras pueda de ese día a día que comentábamos, del entrenamiento, de este trabajo tan bonito en el que mi oficina es una pista de atletismo. Mientras mi vida siga por ese camino, todo irá bien".