CENTENARIO

Epi, Abel Antón, Joan Jané, López Zubero... Helios celebra el centenario con los más grandes de su historia: "Fueron unos años maravillosos"

Nacido en 1925 a orillas del Ebro, el club zaragozano festeja una trayectoria histórica que han protagonizado olímpicos, campeones del mundo y deportistas de leyenda.

De izq. a der.: Joan Jané, el periodista J.M. Turmo, Manuel Molinero y Pepe Alcázar. /ARCHIVO CN HELIOS
De izq. a der.: Joan Jané, el periodista J.M. Turmo, Manuel Molinero y Pepe Alcázar. ARCHIVO CN HELIOS
Mario Ornat

Mario Ornat

El Centro Natación Helios arranca este lunes con la Gala del Centenario las celebraciones de su siglo de vida: un programa extendido durante los doce meses de este año, para festejar a un club que nació como pionero de la práctica deportiva en Aragón en 1925 y acabaría formando parte de la élite nacional: con equipos legendarios en la máxima categoría del waterpolo, el balonmano y el baloncesto; y cuyas secciones fueron cuna o estación de crecimiento para muchos de los deportistas más importantes de España y a nivel internacional.

Algunos de los más representativos asistirán este lunes a la Gala del Centenario. Empezando por el actual presidente del club, José María Esteban Celorrio, quien encarna de manera significativa el lado más marcadamente deportivo de un club en el que la formación, la competición y la aspiración a la élite han convivido siempre con su carácter social y familiar. Esteban Celorrio fue piragüista, y no cualquiera: olímpico en Múnich 72 y Montreal 76, donde ganó la plata en la prueba de 1.000 metros, en un K-4 de leyenda junto a Díaz Flor, Misioné y Herminio Menéndez. Un año antes habían sido campeones del mundo. Y en el 78 harían plata y bronce mundial en el K-4 1.000m y K-4 5.000m.

Junto a Chema Esteban Celorrio, hasta 17 deportistas de Helios han sido olímpicos en algún momento de sus carreras (no necesariamente con el club zaragozano), y han ganado cinco medallas. Además, el club ha presumido de 44 internacionales, 31 medallas en campeonatos del mundo y 28 en Europeos. Actualmente conserva activas 17 secciones en las que compiten sus más de 1.500 deportistas federados: en Helios se practica ajedrez, baloncesto, fútbol, halterofilia, judo, montaña, natación, pádel, patinaje, pelota, pesca, piragüismo, remo, tenis, tenis de mesa, triatlón, voleibol y waterpolo. Las vitrinas acogen más de 1.800 trofeos referenciados. Y en 1963 se le concedió a la entidad la Copa Stadium: un galardón creado en 1923 por el rey Alfonso XIII para reconocer anualmente a los clubes que mejor contribuyen y fomentan la práctica deportiva en España.

El listado histórico de nombres y disciplinas sería imposible de reproducir y cualquier selección implica omisiones flagrantes. Por eso Relevo ha elegido el testimonio de tres de los más emblemáticos por la enjundia global de sus carreras, la notoriedad internacional de sus nombres y lo que supone para el prestigio de Helios poder incluirlos en un catálogo interminable de grandes deportistas y disciplinas: son Juan Antonio San Epifanio, uno de los mejores jugadores de baloncesto español de todos los tiempos; Abel Antón, doble campeón mundial de maratón y entre los más grandes del inmenso retablo de fondistas españoles; y Joan Jané, tótem del waterpolo español en el último medio siglo, como jugador primero y, desde luego, con sus dos títulos mundiales y el olímpico como técnico de España. Los tres pasaron por Helios y contribuyeron a darle lustre a una historia formidable que ya dura cien años.

Pioneros junto al río

Llamándose Centro Natación Helios desde 1942 (aunque innumerables referencias periodísticas se empeñen ahora y siempre, con escaso rigor, en cambiar su nombre por el de Club Natación Helios) queda claro desde la misma nomenclatura que el agua siempre ha estado en su ADN: la del Ebro y la de las piscinas. Sin embargo, en origen la ene del acrónimo CNH tenía otra declinación: Centro Naturista Helios fue el nombre que le dieron el grupo de fundadores encabezados por Leoncio Labay, su primer presidente. El club nació el 17 de julio de 1925, en unos terrenos concedidos por el Ayuntamiento de Zaragoza a orillas del río Ebro, en la misma ubicación donde continúa un siglo más tarde. Lo hizo con este objetivo: "Divulgar la cultura física a la par que la intelectual".

Zaragoza aún no tenía piscinas, más allá de unos pocos baños públicos muy populares diseminados por la ciudad. La primera pileta de la capital fue la del campo de fútbol de Torrero, el feudo primero del Iberia Sport Club y después del Zaragoza CF (ambos se fusionarían para dar lugar al actual Real Zaragoza). Helios inauguró la suya en 1935, a los diez años de su fundación.

Antes había ido abriendo caminos a la práctica de otras disciplinas: ya en 1928 salían piraguas y barcas desde sus orillas para palear las aguas del río. En 1930 se levantó el primer frontón de pelota, otra actividad con extensa tradición en el club, que llegaría a tener dos campeones del mundo: Javier Mínguez y Francisco Javier Lasa. En 1931 se empezó a jugar al tenis, deporte cuya popularidad creció con rapidez. Y en 1935 Helios inauguró la primera cancha de baloncesto de Aragón.

La pista de Helios, escenario de la final entre Real Madrid y Juventud.  ARCHIVO CN HELIOS
La pista de Helios, escenario de la final entre Real Madrid y Juventud. ARCHIVO CN HELIOS

Todos estos pequeños jalones explican el impacto de Helios en el desarrollo de la práctica deportiva en aquella Zaragoza anterior a la guerra civil. En algunas disciplinas el impulso fue particularmente llamativo y duradero. Por ejemplo, Helios puede considerarse cuna del baloncesto en Aragón, en muchos sentidos. Y el deporte de la canasta ha constituido una de las líneas más firmes de conformación de su historia desde que Nicolás Cotchicó, estudiante venezolano afincado en la ciudad, lo introdujo a los socios del club.

El primer jugador heliófilo de baloncesto cuyo nombre lograría resonancia internacional fue Lorenzo Alocén, quien salió del club para jugar entre 1961 y 1963 con el Real Madrid. Allí alcanzó condición legendaria porque fue el autor de la mítica auto canasta ideada por Pedro Ferrándiz contra el Ignis de Varese. La artimaña —que ayudó a evitar a los blancos una previsible derrota más amplia en la prórroga y posibilitó la remontada europea en la vuelta — generó un escándalo mayúsculo y obligó a cambiar el reglamento. Alocén regresaría para jugar dos temporadas más con Helios, donde fue máximo anotador de la Liga 1964/65, antes de marcharse al Picadero Jockey Club y al Círculo Católico de Barcelona.

"Llegué a Helios porque me metió mi hermano Fernando y querían que progresara: yo tenía 13 años y era larguirucho, me pusieron con chicos dos años mayores... y hacía lo que podía"

Juan Antonio San Epifanio Ex jugador de Helios y leyenda del baloncesto

Helios alcanzó en tres ocasiones la máxima categoría del baloncesto español. La primera fue en la temporada 1959/60. La segunda en 1963/64. Y la tercera en 1979, cuando José Luis Rubio dirigía la sección (antes había sido también jugador en el club) y acabó disgregándola para dar origen al Club Baloncesto Zaragoza, más tarde CAI Zaragoza. Los 70 fueron años dorados y en ese tiempo vistieron de heliófilos tres jugadores que integrarían la célebre generación de Rosetto (oro júnior para España en el Europeo celebrado en aquella ciudad italiana): Fernando Arcega, Embajador del Centenario, Alberto Alocén y Juan Antonio San Epifanio.

"Helios siempre cuidó todos los deportes y especialmente el baloncesto: dentro de las posibilidades y recursos que tenía, lo hizo muy bien", pondera el histórico alero del FC Barcelona. Los tres hermanos San Epifanio (Fernando, Herminio y Juan Antonio) habían nacido en la calle Damián Forment de Zaragoza, que desemboca pocos metros más adelante en la plaza del Pilar: "No sé si ahora existe, estaba enfrente de lo que entonces era el Gobierno Civil". Existe. Sólo que ahora ese mismo edificio es la sede de la Delegación del Gobierno. Para llegar a Helios sólo le hacía falta rodear el Pilar y cruzar el puente de Santiago. Epi vistió la camiseta del club durante un par de años, a principios de los años 70.

Epi, el primero desde la derecha en la fila de abajo; José Luis Rubio, cuarto arriba, por la izquierda.  HELIOS
Epi, el primero desde la derecha en la fila de abajo; José Luis Rubio, cuarto arriba, por la izquierda. HELIOS

Fue el hermano mayor quien hizo posible ese pequeño viaje: "Entré a jugar en Helios a través de mi hermano Fernando, que conocía el club y me metió en el equipo porque quería que progresara —relata Epi—: yo era larguirucho, tenía 13 años y me pusieron en el equipo juvenil, con chicos dos años mayores, así que me dedicaba a hacer lo que podía", rememora divertido. Había jugado en el colegio Santo Tomás de Aquino, donde no siempre se hacía sitio en el equipo, y en la escuela de oficios: "En aquellos años había una competición escolar y otra federada. Yo estudiaba en el Instituto Sindical Virgen del Pilar, junto al Canal Imperial de Aragón, y allí aprendía el oficio de artes gráficas y jugaba al baloncesto. Pero se entrenaba muy poco y apenas se jugaban partidos en la competición escolar".

Por eso llegó a Helios, buscando una progresión que después lo llevaría a la cumbre del deporte español. Epi aparece en una vieja fotografía del archivo del club, formando junto al equipo juvenil y los mayores, recién ascendidos a Segunda División. En la fila superior se aprecia, con bigote, a José Luis Rubio, otro heliófilo fundamental en la historia del baloncesto zaragozano y nacional. En ese escenario que sirve de marco, una de las dos canchas de cemento que entonces tenía Helios, se dio un hito hoy inimaginable: en 1958 se jugó allí la final de la Copa del Generalísimo de baloncesto, entre el Real Madrid y el entonces Juventud de Badalona. Un partido nocturno aprovechando la reciente instalación de las torres de iluminación en el recinto.

Un joven Epi posa en Zaragoza.  ARCHIVO CN HELIOS
Un joven Epi posa en Zaragoza. ARCHIVO CN HELIOS

El paso de Epi por la sección de baloncesto de Helios se prolongó durante dos años: "Estuve las temporadas 1972/73 y 1973/74. Después me marché al Barcelona con mi hermano Herminio". Tenía 15 años y lo aguardaba una carrera rutilante: "Helios tenía mucha proyección en el baloncesto y algunos precursores extraordinarios como José Luis Rubio, pero menos realidad en ese momento. Me salió la oportunidad de irme al Barcelona, que era otro nivel, y allí hice toda mi carrera". Curiosamente, Epi y Fernando Arcega no coincidieron con la camiseta azul de Helios: "Nos conocimos ya en la Selección a partir de 1977, primero en júnior y después en la absoluta".

La semilla de aquel Helios Skol que alcanzaría la élite produjo un sinnúmero de nombres perdurables. Incluso un expresidente del Consejo Superior de Deportes como José Ramón Lete, quien vistió de azul en aquellos años. Y clásicos de la canasta como José Ángel Arcega y Paco Zapata, llegado a Helios a través de aquella prolífica iniciativa de captación que se llamaba Operación Altura. También fue heliófila Cristina Ouviña, quien entró a los nueve años en el club y salió para hacer una carrera fabulosa, coronada con un bronce mundial, dos oros y una plata europeas.

Orgullo azul

El club ha cambiado mucho y la híper profesionalización del deporte actual hace muy difícil reproducir a nivel colectivo esos logros de los 70 y los 80. En 1981 el primer equipo de balonmano que dirigía Cruz Ibero alcanzó la División de Honor, en la que se mantendría tres temporadas con chicos de casa como Carmelo Postigo, Gómez Pitarch, Jesús Carro, Juan Carlos González, José Luis Auserón y Fernando Fraile, entre otros. Si descendió fue por cuestiones económicas, no por la vía deportiva. La sección, sin embargo, se consumió en 1989. Como curiosidad orgullosa, unos años antes había vestido la camiseta del club otro histórico del deporte español: Valero Rivera. Nacido en Zaragoza, aunque su familia se trasladó a Barcelona cuando él aún contaba escasos meses. Regresó a la capital aragonesa para hacer el servicio militar y jugó al balonmano en Helios. Andando el tiempo, se convertiría en una leyenda absoluta de los banquillos con el FC Barcelona y con España.

Si hubo un atleta llegado de fuera de Aragón pero que ha marcado la historia de Helios y del deporte español, ese fue Abel Antón: "Estuve en Helios entre 1983 y 1987 —recuerda el fondista—. Practicaba el atletismo en Soria y desde muy joven ya había ido destacando, fui campeón de España de cross desde las categorías inferiores y ya tenía cierto currículo". Cuando pasó a categoría senior, el atleta soriano se encontró con el muro del servicio militar obligatorio, entonces un obstáculo temporal inconveniente: "Ese primer año estuve un poco perdido —se ríe al recordarlo Abel Antón—, pero después volví a centrarme en el atletismo y empecé a hacer buenas marcas, logré la mejor marca española de 5.000, etc. Y ahí fue cuando me captó Fermín Luesma para fichar por Helios", cuenta en referencia a uno de los grandes impulsores de la sección de atletismo del club.

"Estuve en Helios entre 1983 y 1987 y en aquellos años estábamos disputando la liga entre los ocho mejores equipos de España: fueron unos años fantásticos"

Abel Antón Ex atleta de Helios y campeón mundial de maratón

En su primer año como heliófilo, Antón siguió viviendo en Soria. Al siguiente ya se trasladó a Zaragoza: "Trabajaba para el Ayuntamiento de Zaragoza, en el polideportivo Salduba: salía a entrenar a diario por la zona del Parque Grande, los Pinares de Venecia. Y, cuando hacía pista, usábamos la de la Universidad de Zaragoza y la del colegio de los Marianistas, que estaba también en la zona". Sus recuerdos de Helios rebosan el aire de una nostalgia cierta: "La gente me acogió de manera impresionante, batí todos los récords de Aragón y fui campeón de España de 5.000 y 10.000 con la camiseta de Helios. Hay fotos mías cuando gané el mitin de Zaragoza con gente como José Luis González y Ovett, otras con Abascal, etc. Fueron unos años fantásticos", pondera con indisimulado cariño.

En 1987, Abel Antón se marchó al Kelme, camino de la leyenda: "Para aquella época me pagaban una cantidad millonaria y salí para hacer el resto de mi carrera". Una fantástica fotografía del fondista soriano en carrera, con la camiseta de Helios, aún preside la entrada a lo que fue durante años el gimnasio de secciones, antes de halterofilia y hoy Sala Polivalente del CN Helios. Una imagen que sintetiza el brillo deportivo del club en aquellos años: "Estábamos entre los ocho mejores equipos de España, disputando siempre las ligas —rememora Abel Antón—. Me acuerdo de gente como Fantova en jabalina y Octavio Cotaina... En aquella época el atletismo era más amateur, había más compañerismo entre todos y mejor ambiente".

Abel Antón, en sus tiempos como atleta heliófilo.  ARCHIVO CN HELIOS
Abel Antón, en sus tiempos como atleta heliófilo. ARCHIVO CN HELIOS

Desgraciadamente la sección de atletismo desapareció de Helios en 2007, pero a lo largo de su extensa historia de 70 años reunió nombres pioneros del deporte en Aragón como las hermanas Gaby y Emilia Bonilla o Clara Burguete, quienes practicaban varios deportes (tenis las hermanas, baloncesto, natación y también pelota Burguete) en su condición de pioneras de las disciplinas femeninas. Pascual Banzo lanzaba el disco, en la jabalina hubo una saga desde Octavio Cotaina a Fantova padre y, después, sus hijas Silvia y Beatriz, también destacada entrenadora. Más adelante asomarían entre otros muchos el velocista Carlos Berlanga, la vallista Raquel Fraguas o especialistas del fondo como Montse Abelló, Luisa Larraga e Isabel Macías, esta última también olímpica en Londres 2012. Antes lo habían sido los gemelos Carlos y Roberto García, quienes corrieron juntos el 5.000 en los Juegos de Atenas, en otro hito con intrahistoria heliófila.

En dos preolímpicos de Seúl 88 y Barcelona 92 se quedó José Daniel Tejero, otro referente imperdible del deporte heliófilo en halterofilia. Por lo demás, Dani Tejero lo hizo todo desde que lo descubriera su maestro, Ignacio Almau: récords de España juveniles, júnior y absolutos, seis títulos nacionales y 42 veces internacional con España.

El instructor del Rey

Helios nació junto al río. Y sus aguas han inundado en un buen número de ocasiones las instalaciones, cuando el Ebro reclama sus espacios naturales y las avenidas se apoderan de la ribera. Pero, además de imponer su naturaleza, le ha dado al club tanto prestigio como para que en los años 70 uno de sus entrenadores, el inefable José Luis Calvo, fuera reclamado por la Casa Real para instruir al entonces joven Príncipe Felipe en el piragüismo. Una reputación cincelada en muchas regatas y con capítulos de especial resonancia en el clásico descenso del Sella. Esteban Celorrio lo ganó un par de veces. También lo hicieron otras palistas heliófilas: Cristina Roche y las hermanas Osa, María Pilar y Mercedes, quien se impuso en Ribadesella hasta seis veces, amén de sus 20 campeonatos de España.

José Luis Calvo enseña piragüismo a un joven príncipe Felipe.  ARCHIVO HELIOS
José Luis Calvo enseña piragüismo a un joven príncipe Felipe. ARCHIVO HELIOS

El remo, la otra gran disciplina en aguas abiertas en el club, creció durante años bajo el auspicio del técnico Miguel Gascón. En 1983, Carlos Muniesa le dio a Helios un campeón del mundo; y en ese mismo certamen sería bronce otro remero del club, Carlos Bielsa. A Helios ha venido a remar en varias ocasiones el equipo de Oxford... y ha salido derrotado. Y de esta generosa disciplina surgió la última deportista olímpica crecida en el club: Esther Briz, participante en los pasados Juegos de París 2024, donde obtuvo un diploma olímpico.

También en las aguas domesticadas ha encontrado Helios innumerables abanderados: nadadores en la larga línea de sucesión de José Labay, el primer gran referente de las piscinas azules del Centro. De entre todos, tres hermanos con trazas heliófilas escribieron una parte significativa de su historia... y también de la natación española: David, Julia y Martín López Zubero fueron nadadores del club zaragozano. Su padre, José Luis, había practicado el baloncesto en Helios antes de marcharse a Estados Unidos para estudiar Medicina. Allí conocería a su mujer, la irlandesa Elizabeth Purcell, y en Jacksonville (Florida) se estableció la familia.

David fue el primer medallista español de natación con su bronce en 100 mariposa en los Juegos de Moscú 1980. Siempre ha contado que aprendió a nadar en la piscina de Helios, donde la familia pasaba los veranos de vacaciones, en casa de la abuela Julia. Como para muchos otros, su maestro fue Andrés Bernabé, uno de los más recordados entrenadores de la historia del club. Julia también fue olímpica en los juegos de la aún Unión Soviética, medallista en los Juegos del Mediterráneo, además de campeona y plusmarquista en los 100 libres. Y, cómo no, Martín se colgó el oro en 200 espalda en los Juegos de Barcelona, además de proclamarse en dos ocasiones campeón del mundo.

"La piscina de Helios era una ratonera y nosotros jugábamos como guerrilleros: logramos tocarles las narices a todas las vacas sagradas del waterpolo español"

Joan Jané Ex waterpolista de Helios y campeón olímpico

A la piscina de Helios llegaban en aquellos años entrenadores de nivel internacional como el japonés Sinichi Tashiro, a quien sucedería la mariposista catalana Magda Camps. Helios producía nadadores de primer nivel nacional. Paco Santos estuvo en los Mundiales de Cali. Armando Ordovás y María Pilar Tejel destacaban y acumulaban victorias desde las categorías inferiores. Unos años antes, otro joven había dejado para siempre su nombre en el panteón heliófilo: Manuel Molinero, la encarnación terrible de una enorme promesa... y de la mayor tragedia. Nadador y waterpolista llamado a devorar el futuro a bocados, Molinero falleció la noche de Reyes de 1975 en un accidente de tráfico. La escena de la capilla ardiente instalada en el gimnasio anexo a la piscina cubierta de Helios —también la primera en Aragón, inaugurada en 1967— marcó al club para siempre con un recuerdo imborrable. Su inmensa fotografía preside una pileta legendaria, renombrada desde entonces en su memoria.

Lo conoció de cerca el tercero de nuestros protagonistas principales y uno de los ídolos perdurables de la piscina heliófila: el catalán Joan Jané. "Nunca llegamos a jugar juntos por su trágico final: la noche del 6 de enero, nunca lo he podido olvidar", recuerda con emoción Jané: "Era una promesa de primer orden, un gran jugador a punto de entrar en la selección nacional, se lo rifaban los mejores clubs de España". La historia, sin embargo, iba a funcionar a la inversa. "Él sentía mucho la tierra, sus orígenes, y les planteó a los directivos de Helios una disyuntiva: para no irse él, tenían que reforzar el equipo. Ahí surgió mi nombre, hablamos, nos pusimos de acuerdo... y así llegué a Helios".

El primer ascenso había llegado con Nico de Meij como entrenador y un grupo de jugadores fundamentalmente del club. Fue con el fichaje de Jané cuando Helios dio el salto: "Llegué con 22 años, en 1975, y estuve hasta 1979: el dinero de entonces era dinero de bolsillo. Y en Helios acepté algo que nunca más volví a hacer en toda mi carrera, porque era durísimo mentalmente: ser entrenador y jugador al mismo tiempo". Junto a nombres como los porteros Esteve y Alcázar, Les, Montañés o Carlos Ochoa, el waterpolo construyó en esos años un mito duradero en el club, sobre todo por el ambiente de los partidos en casa, con la piscina convertida en una caldera en la que se podía cortar el aire condensado.

"La piscina de Helios era una ratonera, en el buen sentido: estaba siempre abarrotada, era increíble. Mis padres venían a verme jugar cada dos semanas desde Barcelona y siempre les decía que fueran dos horas antes o se quedarían sin sitio". En aquellos años, Helios se codeó con todos los mejores de España: el Barcelona, el Barceloneta, el Montjuïc, el CN Catalunya, el Manresa... "Los pasamos por la piedra a todos —recuerda ufano Joan Jané—. Hoy algo así sería inviable, pero Helios lo hizo muy bien con directivos brillantes como Rafa Feliz y Pedro Manero, conectamos de manera increíble con la ciudad y el club: le tocamos las narices a todas las vacas sagradas del waterpolo español".

Jané se retiró en 1983. Y unos años más tarde arrancó una extensísima carrera de más de 30 años como entrenador y seleccionador, en España y en China. Allí ha pasado los últimos años. Ahora, de vuelta en España, quiere "seguir relacionado con el waterpolo, que ha sido toda mi vida", y aguarda algún proyecto todavía por concretar.

Hace pocos meses, Jané regresó a Helios de la mano de Chema Esteban Celorrio y acompañado por Armando Ordovás, hoy también en la junta directiva del club. Al recuerdo de sus años en Helios no hace falta añadirles ni una coma: "Lo tengo en el pódium de los recuerdos de mi vida en el waterpolo. Estoy súper orgulloso de aquellos cuatro años, los guardo como un tesoro". El espíritu de un siglo queda resumido en su última frase: "Fue una época maravillosa".