María Delgado cambia el CAR de Madrid por el de Heidelberg, 'a pesar' del alemán, y "alucina" a sus nuevos compañeros: "Al principio me sobreprotegían"
La zaragozana, que en París 2024 logró dos bronces paralímpicos, entrena en Alemania con un grupo de nadadores sin discapacidad.

La universidad más antigua de Alemania se encuentra en Heidelberg, un pueblo de 150.000 habitantes situada en el valle del río Neckar en el noroeste de Baden-Wurtemberg. A 15 minutos en coche se llega al Olympiastützpunkt Rhein-Neckar, el Centro de Alto Rendimiento de la ciudad y desde octubre del año pasado, nuevas instalaciones de entrenamiento de la nadadora María Delgado.
La tetramedallista paralímpica ha cambiado la Residencia Blume de Madrid, en la que ha vivido los últimos diez años, por esta ciudad con paisajes de cuento de la Selva Negra. El motivo: una oferta de trabajo de la federación alemana de natación a su entrenador y también pareja Santiago Márquez.
"Antes de los Juegos nos planteábamos qué nuevos proyectos podían surgir, tanto en Madrid, en España, o incluso en el extranjero, y unas semanas después de volver de París surgió esta oferta. Todo ocurrió de manera muy rápida e inesperada, pero decidimos irnos en cuestión de 15 o 20 días, afrontar ese nuevo proyecto que tenía muy buena pinta y en el que me podía incluir dentro del grupo de entrenamiento que iba a empezar a empeñar él", cuenta a Relevo.
La Federación alemana dio el visto bueno para que ella, bronce en los 100 metros espalda y en el 4x100m libre mixto en los últimos Juegos Paralímpicos, entrenase en las instalaciones olímpicas de Heidelberg en el grupo que dirige su pareja. Algo positivo para la adaptación de Márquez, pero también para el equipo de entrenamiento, que podía beber de la amplia experiencia de la zaragozana en la élite. "Con esos grandes resultados que habíamos tenido todos juntos en París fue fluido y muy sencillo".
Aquellos días de negociaciones escuchó por primera vez el nombre de Heidelberg. "Me sorprendió que cuando le iba diciendo a la gente que me iba para allá, lo conocía mucha gente o incluso lo habían visitado. Yo flipaba en plan 'no lo he escuchado en mi vida'", confiesa.
Han pasado tres meses y el balance es más que positivo, especialmente por las facilidades que ha puesto la federación alemana. Más complicado ha sido el idioma. "Fatal, hemos llegado allí los dos con cero de nivel de alemán, pero bueno, ya hemos aprendido cosas básicas para el día a día, para el supermercado y demás, la suerte es que aquí todo el mundo habla buen inglés y ya podemos gastar bromas", reconoce.
Pese a que las federaciones alemanas integran deportistas tanto olímpicos como paralímpicos, se da la casualidad de que en Heidelberg la única nadadora paralímpica es en estos momentos la española. Con una discapacidad que no se nota a simple vista —una toxoplasmosis congénita le provocó ceguera total de un ojo y visión reducida en el otro—, su situación chocó a sus nuevos compañeros en los primeros instantes.
"Al principio fliparon porque no entendían por qué era paralímpica, por esa discapacidad invisible que ya hemos hablado en otra ocasión. Les expliqué con naturalidad lo que me pasaba y es cierto que al principio me intentaban sobreproteger. Así que les expliqué que si necesito cualquier tipo de ayuda, se lo digo. Ahora ya ha llegado un punto en que ya me conocen, ya saben lo que sí que necesito y lo que no es necesario… Y ya no hace falta ni que les pida ayuda, porque ellos mismos me la dan. Por ejemplo, las salidas son con el croma de allá en la pared y yo no lo veo. Al principio ellos no sabían que yo no los veía y siempre les pedía la ayuda. Y ahora ya ellos mismos son los que me dicen 'quedan cinco segundos para salir".
Según cuenta, en su equipo todos tienen "mayor nivel" que ella, lo cual supone una oportunidad de cara a los próximos retos. Sin embargo, su experiencia y su palmarés llamaron mucho la atención a sus nuevos compañeros de batallas en Alemania.
"Estaban muy interesados en París y otro compañero había estado en los Olímpicos y compartimos la bestialidad que había sido la experiencia de competir allí. Los más pequeños, alucinaban con que he ganado medallas en París y toda la trayectoria que tenía", recuerda.

María ha descubierto en estos días el verdadero carácter de los alemanes: "Pensaba que iban a ser… pues como el típico prejuicio de los alemanes, muy serios y muy secos y para nada. Ha sido al revés son supersimpáticos, superamables". Lo que sí cambian son los horarios: "Ellos entrenan bastante más temprano a primera hora de la mañana de lo que yo entrenaba en Madrid. A las 7 de la mañana nos tiramos al agua, a las 6 y media estamos en la piscina para empezar a movernos", explica.
Todo lo demás, nos dice, es prácticamente igual a lo que vivió en Madrid durante una década. Eso sí, la cultura paralímpica parece estar más afianzada gracias a la integración en las federaciones de los deportistas con y sin discapacidad. "Hay carteles animando a practicar deporte si tienes discapacidad, con imágenes de sus deportistas paralímpicos". Como apunta la nadadora, "España ya va en camino de esa inclusión e integración entre las federaciones españolas, pero siempre hay algo que aprender, no solo de Alemania, sino de muchas otras formas de trabajo. Hay que enseñarle a la sociedad lo que ya sentimos tanto olímpicos como paralímpicos: que se nos vea de la misma manera".
La nadadora poco a poco le va tomando la medida a Heidelberg y sus lugares más emblemáticos: el castillo y el puente viejo; Hauptrasse, la calle peatonal más larga del país… "La ciudad me parece preciosa. Santi se adelantó y me dijo que era todo muy bonito, que era muy acogedor, que había mucha gente joven, que no era una ciudad tampoco muy grande y demás. Al principio yo pensé que me estaba vendiendo la moto para que me fuese con él, pero luego llegamos allí y la verdad es que es una ciudad preciosa para pasear y superacogedora", asegura.

En cuanto a su discapacidad, salvo lo insalvable de los empedrados y adoquines del casco antiguo, solo ha encontrado un problema: la dificultad para desplazarse sola en un país en el que la noche más oscura se inicia a la hora de la siesta española: "Lo he notado una barbaridad. Es que se hace de noche tan pronto… Y es como noche muy cerrada, hasta el punto de que por las tardes necesito ayuda para caminar por la calle", cuenta a Relevo.
Desde Heidelberg prepara sus próximos retos. El más inmediato, el meeting de Luxemburgo. Después llegarán probablemente las copas del mundo de Barcelona y Berlín, pero hay una gran fecha subrayada en su calendario: "Un objetivo muy claro es el Mundial de este año, que va a ser en Singapur a finales de septiembre. Durante el año vamos a ir compitiendo, en principio quería empezar la temporada tranquila, sin mucha prisa ¡pero con el cambio no ha sido posible! Eso sí, en diciembre me clasifiqué para el Mundial, era bastante importante lograr cuanto antes esa clasificación y lo hemos hecho".
Nuevos retos que María Delgado afrontará desde esta nueva realidad alemana que ahora es la suya. "No tengo una bola del futuro y no sé si esto me va a traer más alegrías o no, pero estoy segura de que me va a traer aprendizajes. Me fui con esa idea de aprender, de salir en mi zona de confort después de 10 años superbonitos en Madrid y creo que era un buen momento para cambiar y seguir progresando. Este grupo entrenamiento creo que me va a permitir esa mejora", concluye.