JJOO

La 'resaca' emocional que llega tras los Juegos: "En la Villa estás hiperestimulado, al volver necesitas tranquilidad'"

Una semana después del cierre de la cita parisina, algunas de sus protagonistas explican a Relevo cómo viven su regreso a la realidad.

Jessica Vall, en acción durante los Juegos Olímpicos de París. /REUTERS
Jessica Vall, en acción durante los Juegos Olímpicos de París. REUTERS
Marc Mosull

Marc Mosull

"Cuando llego a casa tras los Juegos Olímpicos, me gusta estar sola durante unas horas. Deshago la maleta con calma y, poco a poco, trato de ubicarme, porque es como que vienes de otro mundo. Has estado viviendo en una burbuja durante unos días y, en mi caso, necesito un tiempo de aclimatación. Después, ya quedo con mis amigos y la familia. Evidentemente, hablo de la experiencia que ha supuesto, pero tampoco me gusta estar todo el rato charlando sobre ello", desvela a Relevo Jessica Vall, que en París participó en la prueba de los 200 metros braza de natación. Para ella, toda una veterana en vivencias olímpicas, fueron sus terceros Juegos. Y los disputó sin esperarlo, cuando ya prácticamente había perdido la esperanza de estar en Francia.

"Impacta un poco volver a Barcelona y ver a tantos medios de comunicación, siendo el nuestro un deporte tan minoritario, que están pendientes de ti y se han desplazado hasta el aeropuerto para recibirte. No estamos acostumbradas a tener tanto seguimiento, lo cual confiamos que pueda cambiar un poco con este oro olímpico, teniendo en cuenta además que el waterpolo lleva muchos años recolectando medallas, tanto en categoría masculina como en femenina", desgrana Martina Terré, héroe del éxito español en París con sus paradas.

"Ahora, necesito que la mente y el cuerpo descansen un poco. Es muy necesario. Es por ello que, tras llegar de París, me fui al pueblo con mi familia para estar tranquila y asimilar todo lo que nos ha pasado porque la experiencia de los Juegos ha sido impresionante", explica la portera desde L'Escala, un precioso municipio marinero de la provincia de Girona, famoso por sus anchoas.

"Cuando estás en la Villa Olímpica, todo el rato pasan cosas, es como que estamos hiperestimuladas… y claro, cuando vuelves, necesitas tranquilidad. Tienes una sensación de descanso, sobre todo, a nivel físico. Yo duermo muchas horas en casa y ya no estoy como en estado de alerta como en los Juegos. Son días de relax y, en ningún momento, piensas en ponerte en forma… mi mente y mi cuerpo necesitan resetearse", confirma Vall, que acaba de aterrizar de Grecia, donde disfrutó de unos días de desconexión tras volver de París.

Iris Tió, bronce en la prueba por equipos de natación artística, atiende la llamada de Relevo desde Ulldemolins, una diminuta población de apenas 600 habitantes ubicada en el Priorat, una de las regiones vinícolas de Cataluña: "Ha sido un ciclo olímpico y un último año durísimo, pero los Juegos fueron una experiencia increíble e inolvidable. Lo que vivo ahora no tiene nada que ver… estoy en un pueblo supersilencioso. Hay muchísima calma. Es un cambio de realidad muy grande, y de golpe bajas las revoluciones a tope. Es un respiro para el cuerpo y la mente después de todo lo vivido". No hay vecino, los pocos que residen un Ulldemolins, que no haya felicitado a Iris Tió por su presea.

La gestión tras una 'decepción'

La gestión de la realidad post-olímpica es muy distinta en el caso de alcanzar medalla y cumplir objetivos. Volver al día a día tras un 'decepción' -un término mucho más adecuado que el de 'fracaso', ampliamente utilizado- es mucho más difícil. Bien lo sabe Jessica Vall y así quiso transmitirlo a sus compañeros: "En estos Juegos teníamos una delegación de natación muy joven, con muchos debutantes. Las psicólogas de la federación nos propusieron a Hugo González, África Zamorano y a mí -eran los terceros Juegos para los tres- que le habláramos al resto de la experiencia olímpica. Ellos dos explicaron lo que supone vivir en la Villa Olímpica y la competición. Y yo decidí hablar del después".

¿Por qué? "Porque tras Río, que eran mis primeros y yo creía que últimos Juegos, lo pasé especialmente mal; fue un momento muy duro. Iba con el objetivo de llegar a la final y no lo conseguí. Entonces, tras vivir unas semanas tan intensas, vuelves y sientes un vacío. No sabes si volverás a tener una oportunidad así, te preguntas cómo estarás dentro de cuatro años y ves que hay que volver a empezar. Tienes una espina clavada y no sabes si te la podrás quitar… porque claro, no puedes volver a competir en unos Juegos al cabo de 15 días".

La 'resaca' emocional tras unos Juegos

En el caso de Vall, fue clave la figura de José Antonio del Castillo, el director técnico de la natación. "'Casti' tenía mucha experiencia. Recuerdo que tuvo una charla conmigo y con mi entrenador para decirnos que era normal lo que me pasaba, sobre todo si no cumples objetivos. Me recomendó que volviera a empezar, pero tomándomelo con calma, incluso me dijo que no fuera al Mundial".

"En ese momento es vital una figura así. Necesitas alguien que te diga 'esto es normal y no solo te pasa a ti', lo cual ayuda a normalizarlo y a digerir mejor ese momento. Lo hice también de la mano de la psicóloga, que me ayudó a ponerle nombres a las emociones que sentía y a tratar de gestionarlas mejor. Y de transformarlas en ilusión", describe la nadadora.

El testimonio de Jessica Vall ayuda a entender la tristeza y el hueco que deja en los deportistas olímpicos el fin de unos Juegos, sentimientos que trascienden a lo puramente deportivo y que forman parte de la 'resaca' emocional que trae consigo el fin de la competición, en algunos casos, los más severos, contribuyendo a una 'depresión post-olímpica', una enfermedad. Y es por ello que es tan importante la mediación de psicólogos y especialistas en salud mental tras una cita como la de París.

La experiencia es un grado y, 12 años después de Río, Jessica Vall aterrizó en Barcelona el pasado 5 de julio con una sensación muy distinta. El "vacío" cambió por la "satisfacción" del trabajo bien hecho y el trayecto efectuado: "Poder disputar unos Juegos Olímpicos con 35 años era algo que ni me imaginaba y ni mucho menos alcanzar una semifinal. Realmente, estoy muy satisfecha. Lo que siento ahora no tiene nada que ver con lo que viví la primera vez; pienso en los Juegos y no me viene frustración a la mente, todo lo contrario. Soy capaz de valorar la experiencia y el camino recorrido para estar allí", lo cierra con una sonrisa la nadadora española.