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El final de película de Raúl Entrerríos en los Juegos de Tokio: "Todavía me emociono"

La leyenda de los Hispanos se despidió de su deporte con un bronce olímpico. Este domingo la Selección puede repetir medalla.

Raúl Entrerríos, tras el bronce olímpico de Pekín. /EFE
Raúl Entrerríos, tras el bronce olímpico de Pekín. EFE
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

Este domingo la Selección española de balonmano se juega contra Eslovenia (9:00 en el Pierre Mauroy de Lille) su quinta medalla de bronce en unos Juegos. La derrota ante Alemania in extremis en semifinales todavía escuece en unos Hispanos que soñaban con entrar en la primera final olímpica de su historia. El sabor en el vestuario era de oportunidad perdida, pero ya hay que pasar página porque en juego hay una medalla de un valor incalculable.

De los cuatro bronces cosechados (Atlanta 96, Sídney 2000, Pekín 2008 y Tokio 2020), hay uno que permanece en la retina de todos los aficionados. No es sólo por ser el más reciente, sino porque tras aquella victoria ante Egipto dijo adiós uno de los jugadores más trascedentes en la historia del balonmano europeo: Raúl Entrerríos (Gijón, 1981).

"Quizá el momento más significativo y especial fue ese cierre a mi etapa deportiva", introduce Entrerríos antes de comentar ese broche de bronce, ese final de película a una dilatada carrera profesional plagada de éxitos. "Fue muy especial, poder retirarme en unos Juegos Olímpicos, con medalla, con la última posesión, tocando el último balón del partido... Cuando veo las imágenes, todavía me emociono".

A Raúl Entrerríos no le dio tiempo a digerir su adiós. Primero las réplicas del terremoto del bronce olímpico, después su incorporación al organigrama técnico del FC Barcelona donde ha estado los últimos tres años. "No tuve tiempo a asimilarlo, todo fue muy seguido", reconoce.

En el conjunto blaugrana realizó una labor impresionante con los jóvenes, como coordinador de la base y como entrenador del juvenil. Entre ellos, con el mediático Petar Cikusa. A todos, estén o no en los focos, trata de inculcarles un prototipo de jugador completo, que abarque todas las facetas, un prototipo en el que el francés Nikola Karabatic (que se ha retirado en los Juegos de París) encajaría como un guante.

"Ayudar a los jóvenes en este proceso es algo muy bonito, ver cómo todos ellos van evolucionando y adquiriendo esos aspectos del juego", apunta un hombre que antepone "el concepto equipo" a los objetivos individuales. Durante estos tres años, ha "estado muy conectado a la pista" como entrenador, puesto en el que se define: "Muy tranquilo, al igual que como jugador".

Entrerríos, uno de los mejores centrales de la historia del 40x20, se está dando un tiempo para afrontar un nuevo proyecto profesional tras muchos años en Barcelona. "Sentía la necesidad de hacer un cambio en mi vida, quiero seguir aportando y creciendo profesionalmente", explica.

España sueña con terminar los Juegos como en Tokio, con el bronce colgado al cuello. Luego vendrá la final entre Dinamarca y Alemania (13:30) y allí se retirará del balonmano otra leyenda: Mikkel Hansen. Otro caballero del 40x20 que se merecería una despedida. Si el danés sale airoso, con el oro y el último balón del partido, será inevitable acordarse de nuestro genio asturiano. Larga vida a Raúl Entrerríos.